Este 15 de junio se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, denominados así gracias a la Red Internacional para la Prevención del Abuso y Maltrato a la Vejez, que lo proclamo pro primera vez el 15 de junio de 2006 en Nueva York, Estados Unidos.
Desde el año 2020 la Organización Mundial de la Salud definió el maltrato en la vejez como un acto único o repetido, que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, como así también toda falta de medidas apropiadas para evitar tal situación, y las cuales se producen en un vínculo de confianza.
El maltrato en la vejez tiene consecuencias importantes en el bienestar físico y mental de las personas mayores. Con frecuencia observamos lesiones físicas como rasguños, moretones o fracturas óseas y secuelas psicológicos severas como depresión o ansiedad. Entre los principales factores de riesgo asociados con el maltrato en la vejez se encuentran las relaciones familiares disfuncionales, carencia de conocimientos sobre el cuidado de la persona mayor, abuso de alcohol, abandono familiar, aislamiento social de los cuidadores y delas personas mayores.
Si bien las causas pueden ser múltiples, las podemos resumir en un término: viejismo, el mismo hace referencia al conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican exclusivamente a personas mayores en función de su edad. Es entonces en este punto que cabría abrir la pregunta. Qué es para cada uno de nosotros ser viejos? Y teniendo en cuenta que la vejez representa quizás la última estación a la que todos algún día arribaremos, podríamos pensar: Cómo nos gustaría llegar a este momento?
Es imprescindible que tomemos conciencia de la situación de fragilidad y dependencia en la que se encuentran muchos de nuestros adultos mayores, y que al menos un día en el año como sociedad nos detengamos a pensar en el valor de la vida humana en su ciclo completo, y en particular, en la vejez.
No nos olvidemos que los adultos mayores tienen los mismos derechos humanos y libertades individuales que otras personas, y que estos dimana de la dignidad y la igualdad, y que son inherentes a todo ser humano.. Que la persona, a medida que envejece, debe seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, interacción y participación activa en las esferas económica, social, cultual y política de la sociedad.
Equipo de Profesionales del Hogar de Adultos Mayores «San José»
Licenciada en Psicología Catiana Belén Bais