El Estado argentino absorbe el 80% del crédito disponible para el país, siendo uno de los Estados más endeudados del mundo. Por el contrario, el sector privado, los emprendedores y los hogares son los menos endeudados del mundo. Cambiando muy poco, podríamos hacer una revolución, solo falta decisión política.
Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero
Según datos del Banco Internacional de Pagos (BIS) al 30 de septiembre de 2020, la deuda total argentina equivale al 125,6% del PBI, se caracteriza por estar concentrada en un 101,4% del PBI en manos del Estado, 5,2% del PBI en manos de las familias, y solo 19,0% del PBI en manos del sector privado.
El Estado argentino es uno de los 11 Estados más endeudados del mundo, solo superado por Japón con una deuda del 223,3% del PBI, Grecia 199,2%, Italia 154,2%, Singapur 144,8%, Portugal 130,7%, Estados Unidos 118,9%, Francia 116,5%, Bélgica 113,2%, España 114,1% y Canadá 101,9% del PBI.
Resulta muy interesante analizar qué sucede con la deuda del sector familia en Argentina, ya que solo representa el 5,2% del PBI, y es la más baja del mundo.
Para comparar la deuda de las familias Argentina con otros países de América Latina, en Brasil las familias están endeudadas en el 35,3% del PBI, en Chile el 48,2%, Colombia el 31,9% y en México el 17,3% del PBI.
¿Por qué la deuda de las familias argentinas es tan baja?
Resulta una pregunta interesante, pero no tiene tanto que ver con el patrón de conducta del argentino medio, está más correlacionado con nuestra historia de alta inflación y devaluación del signo monetario.
En Argentina no hay crédito hipotecario, dada la alta inflación existente y tasas estrafalariamente altas, algo que no ocurre en otros países. El máximo crédito al que aspira una familia con ingreso medio es a comprar un auto prendado, un crédito personal para refaccionar el hogar o cubrir una deuda puntual, y el crédito en tarjeta de crédito. En todos los casos, las tasas son exuberantes.
La aparición de créditos hipotecarios ajustados por inflación llevó a que muchos tomadores de dicho financiamiento se vean imposibilitados de cumplir, con el divorcio existente entre la suba de los precios y los salarios.
En Argentina, la devaluación del peso fue superior a la inflación, lo que pondría a los créditos en pesos UVA en mejor posición que el crédito en moneda dura, sin embargo, el empobrecimiento del país hizo que los salarios se ubiquen por debajo de ambos guarismos. El crédito en ese escenario se tornó impagable.
La pandemia dejó al país con una gran cantidad de pobres, y el mix de falta de empleo, alta cantidad de planes sociales, elevada inflación y escasa bancarización de la población, nos llevó a ser el país con menos crédito para los hogares en el mundo. Esto retroalimenta la gran informalidad de nuestra economía. Las familias no tienen ingresos formales, por ende, no son sujeto de crédito.
Según datos del INDEC, en Argentina hay 19,3 millones de puestos de trabajo. De ese total, solo 10,4 millones son puestos de trabajo registrados, de los cuales, según datos del ministerio de trabajo, 5,8 millones son puestos de trabajo registrados del sector privado. El resto, que ascenderían a 8,9 millones, son puestos de trabajos no registrados o no asalariados.
Como se puede apreciar, en Argentina falta inversión que no hace crecer el PBI, ni tampoco el empleo formal, por ende el país difícilmente genere ciudadanos que puedan ser sujeto de crédito para el sistema financiero y, dentro de los que genere, será muy complejo poder acceder a un crédito hipotecario a tasa baja y de largo plazo, con un país en donde la inflación tuvo un piso del 25% entre 2011 y 2015, pasando a un 35% de piso desde 2015 en adelante, e inaugurando un año 2021 con un piso de inflación en torno del 45% anual.
Conclusión
. – Argentina tiene un nivel de deuda del 125,6% del PBI sumando la deuda del estado, sector privado y hogares.
. – La media del mundo emergente tiene una deuda del 207,1% del PBI.
. – Las economías avanzadas tienen una deuda del 305% del PBI.
. – La media del total de economías relevadas por el BIS, el 252,9% del PBI.
. – La deuda total de Argentina es baja si la comparamos con la media de la deuda de los países del mundo. Sin embargo, observamos la dicotomía que, del total de dicha deuda, un 80,7% corresponde al Estado, un 15,3% al sector privado y solo un 4,0% al sector hogares.
. – La media del mundo emergente es del 207,1% del PBI, un 28,7% corresponde al Estado, 49,2% al sector privado y 22,1% a los hogares.
. – La media del mundo desarrollado es del 305,0% del PBI, un 38,1% corresponde al Estado, un 37,1% al sector privado y 24,8% a los hogares.
. – No hay duda que, en el caso argentino, la voracidad del Estado es tan grande que se queda con los ingresos del sector privado vía la alta presión tributaría, y con el crédito de todos los sectores de la economía, entorpeciendo el desarrollo económico, y dejando como una externalidad muy negativa niveles elevados de inflación y devaluación que incrementan la pobreza.
. – Un país que no deja espacio al sector privado y hogares para endeudarse, es un país que condena a los emprendedores al ostracismo, y a la familia argentina a relegar sus sueños porque está condenada a manejarse de contado.
. – Esta nota pretende dar una mirada distinta de Argentina inserta en un mundo en donde el crédito es moneda corriente, las familias compran sus propiedades a crédito y los emprendedores tienen oportunidades. En nuestro país el crédito no existe, las familias compran sus propiedades de contado y los emprendedores no tienen oportunidades. Todo esto sin mencionar la inexistencia de nuestro mercado de capitales.
. – El Estado absorbe todo el financiamiento disponible y no deja margen para que el sector privado pueda financiarse. El Estado se lleva el 80,7% y el privado el 19,3%. Si este orden se revierte, y el Estado se llevara el 19,7% y el privado el 80,7%, el crecimiento del país estaría asegurado.
. – Si tan solo cambiáramos el orden de las prioridades, en donde el Estado dejaría de tener déficit y no tomaría financiamiento, el país se ordenaría y tendría una inflación razonable de un dígito, esto dejaría margen para que se abriera el mercado de crédito para empresas, emprendedores y hogares, el futuro del país sería muy distinto.