Pocos datos tenemos del fin de esta pandemia en nuestro país. La espera por el invierno genera las dudas de cual será el peor momento que podremos atravesar o el pico de infecciones.
La población en general conoce del problema, todos saben algo acerca del virus, transmisión, síntomas, duración de enfermedad, es más grave en personas mayores y que se da de una forma inédita por la gran cantidad de contagios en poco tiempo, así como sorprende la rápida dispersión mundial y contagio en todos los continentes en menos de 90 días.
El día entero se habla de coronavirus, los chicos que les tocó festejar su cumpleaños conocen el problema y parecen asumir que es tiempo de cuidarse, los jóvenes y adultos-jóvenes que son la franja más afectada de población, en forma creciente han ido aceptando el compromiso de cuidados, por ejemplo, en el uso de barbijos, lavados con alcohol en gel en la calle, guantes, distancia social.
Los mayores saben que el problema puede para ellos ser un poco peor y se refugian en el domicilio, tratando de que esto pase sin afectarlos.
Lo cierto es que de alguna forma corremos con ventaja, el virus ha sido temible en países Europeos y sobre todo Estados Unidos quienes de algún modo inicialmente confiaron en su sistema de salud, y el resultado ya lo conocemos.
Para nadie es fácil este momento, y ninguno tiene la certeza de la palabra autorizada, vemos conductas que nos parecen inapropiadas y más tarde las aceptamos, por que no sabemos en realidad hasta donde nos debemos cuidar.
El juzgar al comportamiento ajeno se ha vuelto por estos días una rutina y si salimos de lo pactado nos parece que estamos infringiendo la ley.
Las certezas que están establecidas son:
1- En nuestro departamento General Obligado no tenemos registro de circulación viral.
2- Los centros de salud y hospitales han tenido tiempo para conocer el problema y tomar medidas. 3- La población es consciente del problema y sabe como cuidarse para revenir la infección.
4- Es el virus que más rápido se ha transmitido de la historia y vive más a bajas temperaturas.
5- A quienes tenemos que cuidar más es a los mayores de 60 años.
Más allá de todo nos seguimos preguntando: ¿será que el calor nos ayuda a que el virus no se establezca? ¿las medidas que tomamos estarán a la altura? ¿seremos capaces de mantener el nivel de alerta en cuidados por el tiempo necesario? Y como éstas seguro que se ocurren otras.
Sin duda con nuestro ritmo de vida se nos va a hacer difícil mantener la cuarentena de la forma en la practicamos hoy, más si no tenemos virus circulante.
Considero nuevas fortalezas logradas en los cuidados sanitarios aprendidos, debemos ser conscientes de continuar, ser solidarios con la población facilitando disminuir la circulación no necesaria.
Ser solidario sobre todo con las personas mayores para evitar que estos salgan de sus hogares. Con esto probablemente mantengamos el beneficio de no tener infecciones, pero para eso será necesario un esfuerzo inusual que va a demandar de más sacrificio, postergación, solidaridad, pérdidas, entre otras cosas en esta situación nunca vivida y de la que aprendemos día a día.