VILLA GUILLERMINA – AÑORANZAS Y RECLAMOS – El autor de la nota recuerda los secretos que los indígenas enseñaron a los responsables de La Forestal para obtener agua en época de sequía. Según su opinión, usando estos mismos recursos no hubiera muerto tanta hacienda entre 2008 y 2009. Por Rubén Magnago (docente jubilado).A principio del siglo pasado, cuando La Forestal estaba a cargo de los alemanes, hubo una enorme sequía y los responsables de la empresa decidieron consultar a los aborígenes dónde se proveían ellos de agua dulce. Les mostraron las cercanías de los esteros. Entonces la industria taninera, con una cuadrilla de personas, construyó los pozos forestales, que perduraron más de cien años, ya que los que tuvieron mantenimiento adecuado prestaron sus servicios en esta sequía de 2009.
Su construcción
Estos pozos se construyeron con diferentes formatos: había algunos cuadrados y otros exagonales, con durmientes de quebracho o guayacán; había algunos que sus lados medían 2 y 4 metros. Estas dimensiones se profundizaban hasta la primer napa a los 6 metros; desde allí reducían los diámetros, permitiendo siempre que trabaje con comodidad el balde volcador de 200 litros de capacidad, llegando hasta la segunda napa aproximadamente a los 12 metros. En el piso, a los 12 metros introducían un caño perforado de unos 4 a 6 metros para que brote la napa inferior. También ese sistema de caño era ubicado en sus costados, desagotando las vertientes alimentando la napa dentro del pozo.
Hay algunos pozos forestales cuya paredes eran de cemento y los llaman “pozos portland”. En Villa Guillermina hay uno a 1000 metros de la ex-vía ferroviaria en el kilómetro 12, donde hoy esta la escuela “Lanceros del sauce” Nº 1.256, sobre la ruta Nº 30, que une esta localidad con Los Amores, en el norte santafesino.
“Hasta la hacienda baguala…”
Don Silverio Coronel, que nació junto al “pozo portland”, plagado de recuerdos me relató que le tocó vivir en época de sequía; que los boyeros baldeaban desde que aclaraba el día hasta que anochecía.. . . montados en sus respectivos caballos.
Allí saciaban su sed unos 2.000 animales de la empresa, tomando entre 60 y 80 litros diarios cada uno; pero también olfateando el agua venían desde 20 o 30 kilómetros vacunos salvajes y yeguarizos reyunos, totalizando unos 4.000 animales por día en el lugar. “De noche se escuchaba el tropel de vacunos y yeguarizos, que cruzaban los montes y pajonales, para llegar al bebedero…”
Como dijo el Martín Fierro “…hasta la hacienda baguala cái al jagüel con la seca…”. Don Silverio recordó que allí se fue haciendo de una tropilla de briosos caballos salvajes… de igual forma lo podían hacer.
Los peones de los contratistas Fito Gheiser o Marcial Morel estaban a cargo de poner los boyeros que saquen agua y además conducían sus respectivos obrajes, sobre la vía camino a 27 Rey, hoy ruta Nº 100 S (camino de tierra).
¿Un recurso desperdiciado?
Si estudiamos estas verdaderas obras de ingeniería hidráulicas ya centenarias podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en esta última sequía, con sólo limpiar los “pozos forestales”, el gobierno provincial hubiera salvado miles de vacunos en los esteros y cañadas, que a medida que se secaban, eran caldo de cultivos de diferentes insectos que atacaban de día y de noche a los animales, muriendo los mas débiles y las crías.
Nadie hizo nada para salvar la situación. Sólo gastaron millones de pesos en faraónicos acueductos. El fondo anticíclico quedó como reserva para repartirlo entre sus clientes políticos. El señor gobernador se olvidó del norte santafesino. Somos la cara visible de un gobierno provincial inexistente aquí.
Red de Medios – Ellitoral,com