NOTA DE OPINION – TERREMOTO EN CHILE – A modo de nota de opinión, nos enviaron estas palabras para expresar todo el sentimiento de dolor y nostalgia que generó el terremoto en Chile. Por Leonardo Abrahan.El silencio del dolor agudiza los sentidos, dibuja una estela negra sobre aquel paisaje de nostalgia; la tierra se mueve, grita, se abre, absorbe, arrasa con eventualidad desparramando heridas, sembrando muerte. “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida; un empujón brutal los ha derribado”, en el año que cumpliría cien años el gran poeta español Miguel Hernández, su prosa abrazan con dolor la realidad que hoy vive el pueblo chileno.
La acumulación de daños sobre el aire, el suelo y el agua de los hombres que habitamos en este mundo; la agresividad de nuestro comportamiento cotidiano, los desechos, la contaminación, la dejadez de pertenencia con nuestro rico suelo. Caminamos con el puñal cotidiano sin mediar en el presente, en las nuevas generaciones, en nuestros hijos y nietos.
Escuchamos los gritos irremediables, los poderosos de siempre de ciudad a ciudad, la firma de papeles de plástico, demagogia mediante, vestidos de espléndidos trajes, reuniones, fotos, primera clase en avión y vuelta a la burbuja cotidiana vestidos con la capsula de la ignorancia. Sentados en su sillón presidencial observando la película de la extrema realidad sin sentirse protagonistas pero sabiendo que manejan el guión de una proyección futurista de terror.
La miseria envuelve el llanto sobre el Pacífico, pega fuerte en el centro del dolor; un niño corre con desespero hacia ninguna parte, una madre desolada queriendo construir con su mirada los escombros que alguna vez fue su casa que levantó palmo a palmo con su marido aplastado bajo su propio techo.
Bajo un cielo gris tenebroso, las preocupaciones cotidianas son migajas ante el paso del terremoto que azotó el centro y sur del país trasandino. El golpe sobre la extensa humanidad chilena nos devuelve un pensamiento humano; es ahora que nos damos cuenta la ceguera de los pueblos cuando compramos el discurso dictatorial en los setenta, la avaricia personal de unos pocos, casi enciende una guerra golpeando a muchos.
Esa mañana de sábado me conmovió la noticia, me sacudió en el pecho, me alimentó la necesidad de colaborar, de rezar por una comunidad quebrada ante la magnitud de los acontecimientos. Estirar las manos para acariciar a los niños sin padres, a las madres sin hijos, a los padres sin familia, a volver a levantar escombro por escombro, palmo a palmo.
En el momento conocer la catástrofe chilena borré por un instante las líneas que separan la frontera, para extender la sensibilidad de mi pecho y comprender que la ira de Dios no había golpeado solamente a unos pocos sino que nos había avisado a todos. Es hora de ayudar, es hora de pensar nuestro comportamiento cotidiano, es hora de llorar, es hora de volver a empezar…
Leonardo Abrahan.