A 95 años del nacimiento de Eva Perón

DIPUTADO LUIS RUBEO – Aquel 7 de mayo de 1919, nadie podía imaginar en ese pequeño lugar llamado Los Toldos, que Eva María Ibarguren, que apenas había nacido, estaba llamada a ser una de las grandes mujeres de la Humanidad. Tan luego ella, hija natural de Juan Duarte –un detalle muy marcado por sus futuros enemigos–, habría de convertirse en el faro de varias generaciones de peronistas. Por Luis Rubeo*.Su fecha de nacimiento no es puesta en duda, pero sí el lugar donde vio la luz por primera vez. Algunos historiadores dicen que nació en Junín, otros en el campo, pero resulta casi un hecho que Evita llegó a este mundo en Los Toldos, provincia de Buenos Aires.

Lo cierto es que por estos días parece un relato ficcional que haya llegado a la Capital Federal con apenas 15 años, pero así fue.

Y entre su arribo a la gran ciudad, en 1935, su carrera fue un destello que fascinó a espectadores de cine y radioescuchas. Pocos saben que en 1943 cofundó la Asociación Radial Argentina (ARA), y que en 1944, el mismo año en que conoció a Juan Domingo Perón, fue electa presidenta de esa entidad.

Quien pronto se convertiría en el amor de su vida y a quien acompañaría políticamente hasta el fin de sus días era ya secretario de Estado del gobierno militar que tomó el poder en 1943 dando fin a la Década Infame. En una actividad organizada para recaudar fondos para ayudar a las víctimas del trágico terremoto de San Juan, Juan y Evita se conocieron, y pronto se tornaron inseparables.

Ambos siempre se sintieron cómodos junto a su Pueblo, y su rutina los emparentaba desde el principio con los sectores populares. Es curioso ver algunas fotos de Evita junto a Perón en la campaña electoral de 1946 comiendo a las apuradas en el estribo de un auto, en medio de la ruta, por ejemplo.

Evita fue amada y denostada con similar fervor. Impiadosa con la oligarquía, son conocidos los episodios en los que enfrentó a las damas de caridad, otorgándole al Estado el irrenunciable lugar desde el cual luchar contra los efectos de la pobreza o el abandono, y a los terratenientes y empresarios que ponían su angurria por delante del bienestar general.

Dejar su huella en la memoria colectiva, estar bajo la atenta mirada de descamisados, cabecitas negras, grasitas y, también, de sus adversarios, le llevó a Eva Perón apenas un puñado de años. Y no es posible evitar el parangón con Néstor Kirchner, quien tampoco necesitó demasiado tiempo para producir un profundo cambio en los paradigmas social, político y económico.

No hay Eva sin Perón, y no es pensable el peronismo sin la figura y las obras de Eva Perón. Desde pequeños los peronistas sabemos que Evita es la custodia de las banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política que nos legara el general y hoy lleva adelante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Y no nos olvidamos.

* Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe