El Presidente de la Nación Javier Milei pretende que de un día para el otro la sociedad argentina entre al “mundo real”, después de convivir añares con un fantástico estado antológico de las cosas. ¿Podrá?.
Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
Según la encuestadora cordobesa Zubán Córdoba y Asociados más de la mitad de la población desaprueba el DNU y la gestión del presidente Javier Milei, a veinte días de haber asumido (datos que serán seguramente muy funcionales a los legisladores que quieren rechazar en el Congreso el DNU y demás paquetes de leyes).
El Director de Comunicación de la consultora Gustavo Córdoba, opinó que “casi el 45% le da entre 3 y 6 meses a Javier Milei para mostrar resultados”, y que en el gobierno actual “hay un relato inconcluso que no termina de definirse”. Córdoba cree que “el Gobierno ha elegido un presidente que no explica las medidas”.
¿Milei engañó a sus votantes?.
Nuestra sensación es que el realismo mágico, sazonado con una importante dosis de misticismo milagrero, ha formateado generacionalmente nuestras conciencias ciudadanas por obra, gracia e interés de políticos y políticas aviesamente interesados, de manera tal que al votar a Javier Milei quizás se creyó que la crónica enfermedad de la inflación iba a desaparecer de un día para el otro; como ocurrió con el Plan Austral, más aún con la Convertibilidad, inclusive durante los albores del gobierno de Néstor Kirchner y hasta de Mauricio Macri, solo tomando la historia relativamente reciente.
Pero está visto que los economistas siempre tuvieron razón: el cáncer volvería una y otra vez si no se combatía de raíz el problema que lo causaba: el déficit fiscal. O sea: gastar más de lo que se recauda.
De tal manera, no podrá decirse que Milei engañó a sus votantes. Si quizás creyeron otra cosa y ahora se sientan defraudados, sería más bien motivo de genuino auto reproche antes que cargar las supuestas culpas en el ahora gobernante.
Desde que asomaba a “la tele” en Animales Sueltos de Alejandro Fatino mostrando gráficos para explicar que tarde o temprano estaríamos en el caos si no se cambiaba la matriz política, cultural y económica, hasta las irascibles apariciones en Intratables, Milei explicaba lo que había que hacer para terminar con la inflación (y otros males).
Después lo narró en la campaña electoral, y ahora que es Presidente lo aplica. Tal vez como solía decir con ácida ironía con acento cordobés el fallecido periodista Eduardo Burba: “todos queremos que el sacrificio lo hagan los demás”, ó “los empresarios quieren libertad, pero de competidores”.
Estado presente, ciudadanía ausente.
Bien valdría agregar que el “Estado presente” – de la perversa manera en que se lo ideó – también explica gran parte de nuestros males: si se acostumbra a un animal a darle de comer, perderá la capacidad de proveerse del sustento por sí mismo; pasó de manera casi congénita con todos nosotros en que gracias al “Estado presente”, por ejemplo derrochamos lo que en el mundo escasea (agua, energía eléctrica, combustibles) porque el Estado lo subsidiaba. ¿Y cómo?: con inflación explican los economistas.
Desde el 2002 a la fecha millares primero, millones ahora de argentinos no se preocuparon por conseguir empleo ni capacitarse para ello. ¿por qué?: porque el Estado los asistió – y asiste – con subsidios varios que solo contribuyeron a ensanchar y consolidar la pobreza estructural.
Espantaba escuchar los datos sobre la realidad educativa pública en la Provincia, al momento de sancionarse hace una semana la Ley de Emergencia Social, Educativa y Sanitaria enviada por el Poder Ejecutivo provincial, en una audaz apuesta por comenzar a marcar el famoso “punto cero” para una sociedad distinta.
Ciclópea tarea tendrá por delante el Gobernador Pullaro (y naturalmente el Presidente Milei) para recuperar lo que alguna vez comenzó a perderse y nunca más nadie se preocupó por encontrar: la dignidad de millones de seres humanos basada en la autoestima, fruto a su vez de la utilización de sus capacidades y habilidades que sólo los procesos educativos pueden descubrir y desarrollar.
Pero para ello en primera instancia, como bien lo relató el senador por Garay, médico Germán Baumgartner, sólo un hábitat adecuado y la alimentación pertinente puede permitirle a un niño poder estudiar.
Una persona dejada a la buena de Dios – ¡ahí donde debe estar el “Estado presente”! – se siente tan humillada y ajena que todo termina dándole igual: hasta vivir o no vivir.
La Emergencia sancionada por la legislatura santafesina debería comenzar inmediatamente con el trabajo mancomunado entre el gobierno provincial y los jefes comunales y municipales, para que todo aquel, hombre o mujer, que recibe una ayuda del Estado desarrolle alguna actividad que lo aleje del ocio.
Así como con Juan Perón la fuerza laboral engendró al sindicalismo, los beneficiarios de planes sociales parieron a los “jefes de organizaciones sociales” que por una “módica contribución” (como la cuota sindical) los “defienden”, ya no de injusticias patronales, sino de que prosigan con el sustento estatal, pero en beneficio propio, no de sus supuestos representados; como en todo, seguramente hay honrosas excepciones que, ¡ahí sí el “Estado presente”!, debería identificar para trabajar conjuntamente.
Cuando Maximiliano Pullaro decretó el final de reintegros por parte del gobierno en el programa Billetera Santa Fe, su Ministro de Economía Pablo Olivares lo graficó perfectamente: “es momento de demostrar que (Billetera Santa Fe) puede funcionar sin que el papá Estado inyecte la liquidez (4.500 millones de pesos por mes) para que funcione”, dijo.
Hoy llegan a nuestros correos electrónicos mailing del Banco de Santa Fe ofreciendo sorteos, promociones, y demás beneficios, para que los casi dos millones de usuarios de la aplicación prosigan con la misma, ya sin el reintegro estatal del 30%.
La Vicegobernadora “proísta” Gisela Scaglia ante nuestra reflexión transformada en pregunta sobre que el Estado que conocimos hasta ahora dejaría de serlo por los cambios que está llevando a cabo el Presidente Milei, respondió de manera optimistamente tajante: “ojalá no sea el país que conocimos hasta ahora; yo tengo mucha expectativa, y deseo que en el 2024 tengamos una Argentina que todavía no conocemos, y sea el principio para arreglar las cosas de una vez por todas en nuestro país”.