Hace un poco más de 15 años, llegue a Villa Ocampo con un grupo de jóvenes misioneros, yo una de ellos. En un enero de mucho calor, con ganas de conocer la ciudad y dejar que Dios hablara. Así él lo hizo y me llamo a esta vocación de ser Hija y Hermana. Soy religiosa de las Hijas de Jesús, “las hermanitas” como todos cariñosamente nos llaman.
Por la Hermana Patricia
Después como cosas de la vida, Dios me volvió a traer a esta comunidad a formarme como Trabajadora Social y dejar que la vida continúe modelando mi persona.
En estos 8 años en la comunidad de Villa Ocampo, he conocido lo que es la amistad, la solidaridad, la acogida y la fraternidad. Cada grupo en el que me he sentido parte o cada familia que he visitado que ha hecho sentir como Dios es grande y generoso con nosotros sus hijos.
Soy una mujer agradecida por todo lo que he podido vivir en estos años junto a la comunidad, por cada misa, charla, mates, risas y lágrimas compartidas.
Mi agradecimiento a todos, lo que hacemos el Semanario Ocampense, en el aprendí a poner en palabras lo que la vida y Dios no revelan como obra de sus manos.
Hoy Dios me llama a abrir las alas y partir hacia otra comunidad, voy enviada a la comunidad de Monterrico Jujuy, ahí tenemos una casa y un colegio. La congregación me ha pedido que vaya a dar una mano en esa realidad. Para mí es un gran desafío, por un lado porque me cuesta dejar mi querida Villa Ocampo y por otro porque es una realidad de colegio a la que me tendré que ir haciéndome de a poco.
Sepan que mi corazón, se va dolido por dejarlos, pero me llevo todos sus nombre y sus rostros guardados para que me sigan sosteniendo en el caminar cotidiano.
Seguiré rezando por cada uno, por sus necesidades y no lo duden que en otra parte del mundo hay una pequeña personita que los quiere y reza por ustedes.
gentileza semanario ocampense