En cumplimiento de una Orden Fragmentaria, el avión Hércules C-130 matrícula TC-63, el día 1º de junio de 1982, realizó uno de los llamados «vuelos locos» de exploración y reconocimiento marítimo de blancos ciertos, al Norte de las Islas Malvinas; una misión de alto riesgo dada la situación del momento, que la táctica utilizada para la detección de objetivos navales aún hoy congela la sangre.
En esta misión se volaba rasante sobre el mar a 590 km/h hasta una posición determinada, allí una rápida trepada con 30 grados nariz arriba hasta alcanzar los 10.000 pies (3.048 metros), encendido del radar, dos a tres barridos para detectar blancos y rápido descenso para plancharse nuevamente sobre el mar con un cambio de rumbo de 45 grados; cada maniobra se repetía cada 20 a 30 minutos y el patrón de vuelo asemejaba a una doble (W), patrón conocido también como «dientes de perro».
Un elemento resultó vital para estas misiones, que fue el sistema de identificación amigo-enemigo (IFF), que, si el mismo se activaba, era señal que el Hércules estaba siendo iluminado por un radar, el del enemigo, el paso siguiente era detectar la posición de este.
Entonces se ascendía, se buscaba el emisor o blanco con el radar meteorológico, se determinaba su posición mediante los navegadores inerciales y se transmitía la posición, aunque casi siempre el procedimiento debía repetirse para confirmar la posición de los blancos, hecho que volvía exponerlos a un ataque.
Ya había cumplido su primer recorrido y unos minutos después completó el otro cambio de rumbo acercándose a Malvinas por el Norte, a unos 40 kilómetros del Estrecho de San Carlos.
En uno de los ascensos, el Hércules fue detectado por la fragata HMS Minerva quien transmitió la información a una PAC de Sea Harrier’s que se encontraban en las proximidades.
La sección la integraba el teniente Nigel David «Sharkey» Ward y el teniente Steve Thomas, como ambos contaban con poco combustible, fueron directamente vectoreados hacia el blanco.
En el libro «Air War South Atlantic», los autores ingleses Jeffrey Ethell y Alfred Price describen con crudeza el episodio, basándose en las declaraciones de los pilotos, que se detallan en en hipervínculo que esta al pie de este anuncio.
Con el avión averiado seriamente, cuando sólo le restaba tratar de amerizar en aquel mar picado, evacuar y esperar en sus botes de goma al buque de rescate, la misión de los Harrier había sido cumplida con creces y no hacía falta más, ya que el TC-63, luego del impacto del misil ya se encontraba totalmente inutilizado, fuera de combate, pero el británico, en su afán por sumar un «derribo» más, vació toda su munición de 30 mm sobre el Hércules, negándole al Comandante del TC-63, la única posibilidad de sobrevivencia; la del amerizaje; emergencia en la cual hay que tratar de posarse en el agua, lo más suavemente posible y evacuar la tripulación por las escotillas del techo del Hércules, porque dada la estructura de este, da oportunidad de flote unos minutos, para la evacuación.
El piloto de la Marina Real británica, Nigel Davis Ward, falleció recientemente, el 17 de mayo de 2024.
Mas información, detalles sobre la situación táctica y narración de su accionar de quienes lo atacaron, haga clic a continuación: www.marambio.aq/herculestc63.html
gentileza fundación marambio