Ante una cruda realidad, como es el avance en el consumo de drogas, nos hemos hecho la pregunta: Nosotros como cristianos, ¿qué podemos hacer delante del mundo de la droga?, es así como surge la formación de la PASTORAL DE ADICCIONES en la parroquia de Villa Ocampo.
No pretendemos ofrecer la respuesta total, pero sí una respuesta que pueda ayudar en el trabajo pastoral. Sabemos que hay muchos métodos, que hay muchas experiencias de personas que están total y heroicamente dedicadas a este trabajo pastoral. Respetamos toda esa pluralidad, a veces no muy armónica, de caminos que se ensayan para prevenir y curar en el mundo de la droga.
Sabemos que si no hay demanda no hay oferta. La prevención, como educación sobre la significación de los valores que hacen digna de vivir la vida, el profundo sentido de la vida, del amor y del sexo, harán verdaderamente que decrezca esta demanda e igualmente la oferta consecuente de la droga.
Todos estamos implicados, y sabemos que los hidalgos de la droga son más fuertes. Todos debemos comprometernos a fondo en la lucha contra este nefasto mal.
Queremos poner esta nueva pastoral bajo la especial protección de Nuestra Madre, Salud de los Enfermos. Esperamos que Ella muestre a todos los aquejados por este terrible mal de la droga a su Hijo Jesucristo, y en Él todos encontremos esos profundos valores que llenen la vaciedad de la vida de tantos en la sociedad actual.
Que el Señor Jesús nos dé a todos el auténtico sentido de la existencia en su muerte y resurrección, único horizonte válido para poder aceptar morir y vivir.
Más allá de hacer un buen tratamiento, si no hay un buen sistema de contención en la familia y grupo de amigos, hace que sea muy difícil la recuperación. La Iglesia también tiene algo importante que ofrecerles. Por eso nos parece importante recurrir a grupos interdisciplinarios, que abarquen todos los aspectos de la vida de esa persona con conducta adictiva. Es un desafío, lo tomamos con valentía.
¡Bienvenida la PASTORAL DE ADICCIONES a Villa Ocampo!
Gentileza semanario ocampense