“Del Azúcar al Jaaukanigás” es el relato de 60 años de historia de Villa Ocampo, que inicialmente se la conocía como la “Ciudad Dulce”, pasando progresivamente a identificarse como el “Corazón del Jaaukanigás”.
Esta transformación del eslogan refleja el profundo cambio de la matriz productiva que se dio en el transcurso de las seis décadas posteriores a su declaración de ciudad y la asunción de las primeras autoridades municipales elegidas democráticamente.
Del dominio casi excluyente de la producción azucarera en 1963 -actividad implantada desde la fundación de la Colonia Ocampo el 30 de noviembre de 1878- al impulso de una novedosa cadena de valor sustentada en el “ecoturismo” y en las riquezas naturales de flora, fauna y paisajísticas que ofrece el Sitio Ramsar “Jaaukanigás”.
Esta evolución no estuvo exenta de permanentes conflictos generados por una producción tradicional que se resistía a desaparecer y una población que, en su gran mayoría, se negaba a aceptar los cambios impuestos por las variables económicas de los nuevos tiempos.
Es así que, en estos 60 años, Villa Ocampo se caracterizó por ser una ciudad en permanente ebullición social. El Ocampazo de 1969, la movilización de 1994 o los cortes de ruta de 2008, dan cuenta de una comunidad dispuesta a defenderse de políticas contrarias a su desarrollo.
La permanente búsqueda de alternativas que mantuvieran viva la capacidad productiva de la ciudad tuvo sus éxitos con la aparición de múltiples y variados microemprendimientos; pero también grandes fracasos: el proyecto alconafta, alcanzar una producción de 10.000 hectáreas de caña de azúcar o implementar un ambicioso sistema de riego para toda la cuenca cañera santafesina, fueron las que generaron mayores frustraciones.
Pero su desarrollo también se vio reflejado en las instituciones intermedias más representativas, en la dirigencia política local y la que logró proyección provincial y nacional, en las obras de infraestructura urbana, en el sentido de pertenencia e identidad con su pasado, y hasta en hechos anecdóticos que modelaron indisolublemente a la comunidad ocampense en las últimas seis décadas de sus 145 años de historia.