La apatía de la sociedad para ir a votar mayoritariamente por lo que se presuponía era un cambio de modelo en el país no se tradujo en las urnas. Solamente asistieron tres millones de personas más que en las PASO; todas a votar por el peronismo. En la Provincia de Santa Fe, a pesar del crecimiento exponencial de Sergio Massa, el cambio entre Milei y Bullrich representó el 60%. Pero divididos.
Nuestro pronóstico hasta de un ganador opositor en primera vuelta, basado en el evidente hastío de la población a la obscena corrupción imperante en la facción gobernante desde hace años, potenciado con la “Fiesta de Olivos” en la pandemia (vacunatorios VIP incluido) sumado a la desastrosa situación económica imperante con 190% de inflación acumulada (cepos que frenan la producción, nulo ingresos de importaciones por falta de dólares) cayó ante el peso de la evidencia electoral.
Decíamos que en un país con el 40% de pobreza y 9.3% de indigencia y creciendo, era virtualmente imposible que candidato del oficialismo alguno tuviera chances de algo. A menos que utilizara a su favor esa lacerante realidad provocada por el mismo.
Relatábamos que la semana anterior a las elecciones la sociedad se aprovisionó de mercadería no perecedera como si fuese a enfrentar un huracán o una guerra, y nos preguntábamos a qué o a quien le temía.
Si era a que Sergio Massa ingresara al balotaje, paradójicamente tampoco asistieron mayoritariamente a las urnas para votar por Patricia Bullrich o Javier Milei, habida cuenta que la candidata de Juntos por el Cambio cayó cuatro puntos porcentuales, mientras Javier Milei mantuvo el mismo porcentaje que en las PASO.
Las tres millones de personas de más fueron a votar por el peronismo, que obtuvo casi el 37% de los votos contra el 64% de los cuatro restantes candidatos (Milei, Bullrich, Schiaretti y Bregman).
La milenaria estrategia de guerra “divide y reinarás” se convirtió este domingo en un proverbio para el peronismo, que tuvo en Sergio Massa el candidato ideal: dúctil, ubicuo, de una audacia ilimitada, al que no le tembló el pulso para en su condición de candidato y dueño de la caja, disponer de tres billones de pesos en prebendas de todo tipo (que le permitieron paralelamente imponer la “campaña del miedo”) que según todos los economistas alimentaría el monstruo de una inflación insostenible, que por lo visto Sergio Massa, el ilusionista, tiene la certeza no ocurrirá, caso contrario le estallaría a él mismo antes del 10 de diciembre en caso de ganar ó perder.
Quedan ahora boyando para el 19 de noviembre un 34% de votos de Bullrich, Schiaretti y Bregmann (suponiendo que vaya a votar el mismo porcentaje de este domingo) esperando para que los capturen Sergio Massa y Javier Milei.