El desarrollo, la composición y la apertura al mundo de una economía se mide a través de su producto bruto interno. Hace más de 10 años que la economía argentina no crece de forma sostenida, transitando un estado de estancamiento, complementado con altas tasas de inflación.
Según informó el INDEC, el PBI al primer trimestre de este año, creció 6,0% de forma interanual, medido a precios constantes, para quitarle el efecto inflacionario. A precios corrientes, la variación asciende al 63,0%, la cual, comparada con una inflación aproximada de 58,0%, demuestra el crecimiento real.
Para una economía como la argentina, la cual, por cuestiones estacionales, presenta grandes alteraciones entre un trimestre y otro, es recomendable analizar los datos publicados por el INDEC bajo otra metodología. Con el objetivo de armonizar la serie, a cada trimestre, consideramos el promedio simple de los últimos 4 trimestres. De esta forma, el producto bruto, medido a precios constantes, presentó un crecimiento de 11,1% frente al promedio simple del primer trimestre del año anterior. Para encontrar tasas de variación interanuales de dicha magnitud, es necesario trasladarse al primer trimestre del año 2011, momento en el cual la tasa de crecimiento interanual fue del 10,7%. Por el contrario, el promedio de crecimiento anual de los últimos años para un primer trimestre se ubica entre el 1,0% o 2,0%.
Desde la óptica de la oferta y la demanda, el PBI se conforma de consumo privado, consumo público, inversión, exportaciones e importaciones. Independientemente de la variación interanual de cada uno de los conceptos, resulta relevante analizar la participación de cada partida dentro del producto bruto. Al primer trimestre de este año, el 62,0% del PBI es consumo privado, 15,9% consumo público, 17,0% inversión, 18,3% exportaciones y 15,2% importaciones.
Durante el gobierno de Mauricio Macri, en promedio, el consumo privado representó el 67,4%, alcanzando su valor máximo de 69,6% durante el tercer trimestre de 2018. Por su parte, el consumo público se ubicó en niveles del 17,0%, alcanzando su relación máxima de 18,0% al comienzo de su mandato, durante el primer trimestre de 2016. Con respecto a la inversión, el promedio de los cuatro años la ubica en el 14,9% del PBI, mientras que la mayor marca fue 15,7% durante el segundo trimestre de 2018. Entre los años 2016 y 2019, las exportaciones representaron el 13,2% del producto bruto, mientras que las importaciones fueron 14,4%. Esta relación deficitaria se debe a que, durante la mitad de su mandato, Mauricio Macri experimentó déficit de balanza comercial.
Como para analizar la composición del PBI a través de los distintos gobiernos, durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner, la situación fue la siguiente. El consumo privado, en promedio, representó el 65,5% del PBI, alcanzando su valor máximo de 66,0% en el último trimestre de 2013. Por su parte, en promedio el consumo público significó el 16,8%. Cuando Cristina Kirchner finaliza su mandato, al cuarto trimestre del año 2015, el consumo publicó alcanzó el 18,1% del PBI. Con respecto a la inversión, el promedio fue de 16,1%, alcanzando su pico máximo de 16,9% al comienzo del segundo mandato, durante el primer trimestre de 2012. Por último, en promedio, las exportaciones representaron el 14,7% mientras que las importaciones el 14,2%. Durante la primera mitad del gobierno, Cristina Kirchner experimentó superávit comercial, mientras que, durante la segunda mitad del mandato, la situación se revirtió.
Estructuralmente la economía argentina se basa en el consumo. Los niveles de inversión son muy bajos como para garantizar el crecimiento sostenido que una economía necesita. Por ejemplo, en economías como la de China, la inversión representa el 42,7% del PBI. Mientras el contexto económico y político continúe siendo de inestabilidad, desconfianza y falta de previsión, mientras continúen las internas políticas y mientras las reglas del juego no sean claras, lejos estamos de que la inversión aumente como porcentaje de PBI y, por ende, contribuya al crecimiento sostenido del país.
Por otro lado, los niveles de exportaciones e importaciones como porcentaje del producto bruto también demuestran que Argentina es una economía chica y cerrada al mundo. Por tal motivo, es errónea la discusión sobre si las importaciones son elevadas porque, queda demostrado, que son bajas como porcentaje del PBI. Se debería trabajar en incentivar aún más a las exportaciones, a través de políticas de comercio exterior, en alivio fiscal para los exportadores y en reducir hasta eliminar la brecha cambiaria. Hoy, quien exporta, lo realiza a un tipo de cambio de $124, mientras que, en la economía doméstica, el tipo de cambio que manda se ubica por arriba de los $220.
Una economía basada en el consumo se convierte en una economía frágil. Debemos trabajar en equilibrar más la balanza y en abrirnos más al mundo, incrementando las inversiones y las exportaciones y, fundamentalmente, en reducir el gasto público, lo cual incrementa el déficit fiscal, otro problema crónico de Argentina.