Se están pegando un tiro en el pie: este año, las autoridades tendrán una suba en el precio del trigo en el mercado interno por menor producción, menos ingreso de dólares al país, menos ingresos fiscales por retenciones y así más déficit fiscal, lo que traerá aparejado más emisión, inflación y devaluación.
Asesor en Negocios, Económico y Financiero
El gobierno acusa de especulador al campo. El campo tiene baja rentabilidad por la gran presión tributaria que impone el gobierno. Perdemos todos en un escenario de mayor inflación y devaluación. Los dólares del campo no compensan la salida de dólares para importar gas. Peligro: el peso en camino de devaluación.
La dinámica de los negocios agropecuarios hace que muchas veces lo que veas no es la realidad. En el mercado mucho se habla de la suba en el precio del trigo, en los últimos 12 meses aumentó el 29,1% en dólares, mientras que los costos directos para poder sembrarlo aumentaron el 65,8%. Mientras el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, habla de la abundancia del sector agropecuario, tendría que saber que para la campaña 2022 del trigo los resultados empresariales serán negativos, pensando en un lote en que estimamos un rinde de 4 toneladas por hectárea y un alquiler de 85 quintales de soja. El gobierno, sin estudio alguno, se queja de la riqueza generada por el campo, pero omite estudiar los costos de sembrar trigo y cuál podría ser su resultado.
Mientras que en 2021 sembrar trigo en un campo de la zona núcleo generó una pérdida de USD 17 por hectárea, para la campaña 2022 se espera una pérdida de USD 58 por hectárea. El ejercicio lo realizamos parándonos en mayo del año 2021, tomamos el precio futuro del trigo 2021 a ese momento y los costos de insumos en ese momento del año. Para la proyección 2022, tomamos el precio futuro del trigo a diciembre 2022 y los costos asociados a su producción a su precio actual.
En resumen, nuestra recomendación para el productor es que, de cara a este año, no es rentable hacer trigo, por lo tanto, si el funcionario sigue agraviando al sector y se cumple nuestro pronóstico de que es inconveniente hacer trigo, es altamente probable que la expectativa de siembra disminuya. Esto trae como consecuencia menos trigo para exportar y menos oferta para el mercado interno. Esto implica que el gobierno se está pegando un tiro en el pie, tendrá como resultado para el año 2022 una suba en el precio del trigo en el mercado interno por menor producción, menos ingreso de dólares al país, menos ingresos fiscales por retenciones y, consecuentemente, más déficit fiscal, lo que traerá aparejado más emisión, inflación y devaluación.
Algo parecido sucede con el maíz, la expectativa de rentabilidad para la campaña 2022/2023 cae considerablemente respecto a la proyectada en el año 2021/2022. Debemos recordar que en la campaña actual la sequía hizo estragos y el productor va a recoger mucho menos cantidades, con lo cual estimamos una campaña a pérdida o con resultados poco significativos, con los ingresos de esta campaña, difícilmente se puedan comprar de contado los insumos de la próxima campaña.
Para la campaña 2022/2023 estimamos para el maíz tardío (que es el de mayor volumen) considerando que trabajamos sobre campo alquilado, con un rinde de 85 quintales y teniendo en cuenta los precios futuros a julio 2023, una rentabilidad de USD 21 por hectárea antes del pago de impuestos a las ganancias.
Con respecto a este cultivo, recomendamos lo mismo que con el trigo, no será rentable sembrar maíz, en los últimos 12 meses los costos del maíz aumentaron el 43%, mientras el precio aumentó solo el 23%.
El gobierno debería trabajar para mejorar las condiciones de rentabilidad del maíz. Si no lo hace, se sembrará menos maíz, ingresarán menos dólares, aumentará el precio del maíz en el mercado interno por menor oferta, crecerá el precio de las proteínas cárnicas, el asado estará más lejos de los argentinos, menos ingresos fiscales por retenciones y consecuentemente más déficit fiscal, lo que traerá aparejado más emisión, inflación y devaluación.
Esta es la diferencia entre la mirada meramente política y capciosa del problema alimentario y una mirada basada en números reales. Nuestro pronóstico es que vamos a un escenario de precios más altos en el trigo y el maíz a través del paso del tiempo y la única forma de poder atemperar la suba de precios es alentar a una mayor producción de ambos cultivos, generando más oferta en el mercado. Para ello es imperioso eliminar las retenciones y trabajar con un subsidio sobre la demanda.
Los productores no son una fundación sin fines de lucro, son empresarios que trabajan para ganar dinero; algo que, hasta donde entiendo, no es pecado. Tampoco está actuando contra la ley una persona que quiere trabajar y tener un beneficio. Tampoco está prohibido comprar una camioneta cuatro por cuatro para transitar los espantosos caminos que tiene el país, y no hablo de caminos con pavimento deteriorado, estoy haciendo alusión a caminos de tierra que en condiciones climáticas adversas se convierten en caminos con barro que no pueden ser transitados con un vehículo de tracción normal. Si este gobierno hubiera ejercido el poder en la década de 1920, hubiera expresado que sería un lujo los que tendrían un caballo. Hay que aggiornarse, las camionetas son un vehículo de trabajo, no un lujo.
Conclusiones
Para la campaña 2022/2023 no hay ningún incentivo económico para hacer trigo y maíz, con altas retenciones, fideicomisos que actúan como retenciones encubiertas y una brecha cambiaria del 80%. Por otro lado, el mercado impone restricciones, como el alto precio de los insumos, el costo del transporte y la inflación que impacta en la rentabilidad del sector. En la Argentina la inflación supera a la tasa de devaluación del peso, como el trigo y el maíz se valúan en dólares, el aumento de la inflación por encima de la tasa de devaluación le quita rentabilidad al negocio.
Las consecuencias de la mala política del Estado serán menos ingresos de dólares al país, caída en la recaudación, más déficit, más emisión monetaria, inflación y devaluación. Lo que el gobierno verbaliza como una solución no es más que profundizar el problema. A eso hay que agregarle el rencor con que utilizan sus palabras.
Para la campaña 2022/23 el único cultivo que deja una rentabilidad interesante es la soja, con lo cual volvemos a un esquema de sojización del campo, típico del gobierno kirchnerista. Al dejar de ser negocios los cereales, todos se vuelcan al cultivo de la soja que degrada la tierra y genera una pérdida de nutrientes que a futuro vamos a lamentar. Tampoco la soja es un dechado de virtudes, la soja en Uruguay se vende a USD 650 y el productor recibe ese monto, en Argentina se vende a USD 650 y el productor recibe USD 240 la tonelada.
Sin mirada de largo plazo, contemplando todos los aspectos productivos, es imposible planificar y obtener buenos resultados. La mirada de corto plazo solo aporta confusión general, como decir que el pan sube cuando aumenta el trigo, siendo el trigo el 12% del costo del pan, en los últimos 30 días el trigo subió $7,30 por kilo, si lo sumamos en forma plena al kilo de pan, el precio pasaría de $233 a $240, esto implicaría una suba del 3,1%, este guarismo es inferior a la suba del pan que fue el 7,1% y la inflación del 4,7%.
El campo tiene que peticionar a las autoridades, pero no sería conveniente salir a las rutas, el gobierno busca convertirlo en el chivo expiatorio de todos los males de la economía, ante una agresión hay que responder con sabiduría, pagar con la misma moneda no suma, nos iguala ante un pensamiento muy primitivo.
Los que piensan que las mayores exportaciones agrícolas compensarán las erogaciones en importación de gas deberán revisar sus números, hay que importar más fertilizantes y la cuenta no cierra. Este año al gobierno le faltarán dólares, por eso debería revisar su política de retenciones.
En resumen, la economía crece seduciendo al capital y no combatiendo al capital, claramente el gobierno está en el paleozoico.