El gobierno preparó un plan electoral que es un gran aporte a la confusión general. Lejos de atemperar las asimetrías de nuestra economía, ensancha las distorsiones, interviniendo más el mercado de cambio, elevando su capacidad de emisión y aumentando el gasto público. Estamos en problemas.
Asesor en Negocios, Económico y Financiero
La economía argentina convive con una escasez manifiesta de dólares y sin un plan para potenciar mayores ingresos. El balance cambiario muestra como única fuente de ingresos los dólares de la balanza comercial. Como las exportaciones declinan estacionalmente, de octubre a marzo viviremos restricciones a las importaciones que nunca vivimos en los últimos 20 años.
La economía electoral impone un mayor gasto público, como no hay fuente de financiamiento a la vista, la emisión será obscena, con lo cual nos daremos una gran comilona, y los problemas sobrevendrán cuando a futuro tengamos abstinencia.
El 14 de noviembre es la fecha de vencimiento del plan electoral, si no hay buenos resultados para el oficialismo, también será la fecha límite de muchos funcionarios. Vivimos una transición en donde la incertidumbre es lo que manda. Nadie se hará cargo de este desaguisado que realizan funcionarios en transición.
Las medidas del gobierno generan un gran aporte a la confusión general. Son todas acciones transitorias que deberán quedar refrendadas después del 14 de noviembre, lo que no sabemos es si los mismos que toman las medidas estarán en el gobierno después de esa fecha.
Lo único claro es que este plan económico es inviable. Pensar que vamos a estar 26 meses más de gobierno con déficit fiscal y financiamiento vía emisión monetaria, es imposible.
Tampoco podemos pasar demasiado tiempo sin realizar un acuerdo con el FMI, ya que en el primer trimestre del año 2022 operan fuertes vencimientos de deuda. Reestructurar la deuda es una medida que se impone, lo que no sabemos aún son los condicionantes que el FMI le pondrá al gobierno argentino para la reestructuración de la deuda.
El tipo de cambio nominal en $ 100 es muy bajo para exportar, si bien existe una legión de economistas que predican que es elevado, desde nuestro punto de vista, si ese análisis fuera el correcto, las exportaciones serían mucho más elevadas y no tendríamos que tener tantos problemas con las importaciones. El tipo de cambio es bajo en función del alto costo argentino que incluye los costos laborales, impositivos, logísticos, judiciales, entre tantos otros. El tipo de cambio debería estar hoy en torno de $ 150 para tener un valor más cercano a la realidad y desde ese valor proceder a una actualización mensual con la inflación real. Si no quieren devaluar, es simple que bajen un 30% la carga tributaria.
La Argentina no puede seguir subsidiando la energía eléctrica, gas y el transporte, la suma de estos subsidios obliga a una mayor presión tributaria y posterga para el futuro un inevitable ajuste de tarifas. Mientras los valores no sean los reales, nadie invertiría en un país en donde los precios son una fantasía y la realidad nadie sabe cuándo llega.
El anclaje del tipo de cambio y las tarifas nos devuelve una distorsión manifiesta en la evolución de los precios, el desanclaje de estos valores nos llevará invariablemente a un shock inflacionario.
Conclusión
El plan electoral consiste en esconder la tierra debajo de la alfombra. No sabemos aún si es una carretilla o un camión con acoplado de tierra lo que está escondido. Ese sería el tamaño del ajuste a realizar.
No tenemos dólares, convivimos con un elevado déficit fiscal y, como carecemos de financiamiento, emitimos a destajo lo que más podemos.
La política de intervención del Estado en la economía hace que convivamos con precios relativos totalmente distorsionados. Hay 5 tipos de dólares alternativos distintos, y en todos opera la intervención del Estado. Dólar MEP, Contado con Liqui, Blue, acciones o cedears y Senebi.
Los empresarios solo deben ponerse el cinturón de seguridad, agarrarse al volante y rezar para que se abran los airbags. Sin políticas claras, exportaciones cayendo e importaciones que no llegan, tenemos asegurado el corte de la cadena de suministro, inflación y en algún momento, una suba del dólar que ubique la brecha entre el oficial y los alternativos arriba del 100%.