La historia contemporánea argentina nos muestra como terminan los Presidentes que pierden el respeto popular (“el pueblo” como sustancia humana del Estado). ¿Cómo puede sostener un gobierno una persona que ostenta más del 70% de imagen negativa?. ¿Qué gobernante o inversor extranjero – y local – confiaría en un supuesto líder jaqueado emocionalmente y cercado políticamente hasta por los propios, e inmerso en el descreimiento de su población?.
La Nación de este sábado conjetura que el Presidente Alberto Fernández está convencido de poder ganar las elecciones legislativas en la decisiva Provincia de Buenos Aires, donde el peronismo no se alza con un triunfo desde el año 2005. Omar Perotti le promete que sucederá lo mismo en Santa Fe con su Hacemos Santa Fe. Eso le devolvería la autoestima política y el respeto de sus adversarios internos, léase La Cámpora.
Los desafíos del peronismo santafesino
En Santa Fe el peronismo gobernante está en su momento más tormentoso desde el 2007 en que perdió la Provincia.
A dos años del épico triunfo con el que Omar Perotti recuperó el poder con la “unidad en la diversidad”, el peronismo volvió a las andadas.
El Gobernador no pudo – o no quiso – imponer su natural liderazgo ante la Casa Rosada y quedó preso de la estrategia nacional, cuando Wado de Pedro le vetó a Roberto Mirabella como cabeza de lista de senadores, haciendo caso omiso a la encuesta que Perotti le mostró (el candidato del Gobernador tenía el 53% de aceptación).
De Pedro desnudó allí mismo el convencimiento de que el “Chivo” Rossi jugaría de todos modos, y nada ni nadie le haría cambiar de idea (menos bajarlo). Y le pidió a Perotti que enroque candidatos: Lewandowski era el primer precandidato a diputado en el paper del Gobernador y pasó al rango de senador, mientras que Mirabella veía evanescerse sus chances de proyección política encabezando diputados.
Perotti en el laberinto (K)
Así las cosas, Perotti deberá cargar con una inoportuna, costosa en todo sentido, riesgosa e inédita interna (competirá contra la vicegobernadora, la mitad de sus diputados y la mitad de sus senadores) cuyo resultado, sea cual fuere, lo ubicará en una situación muy incómoda con dos años de gobierno aún por delante (en rigor uno, porque el 2023 ya es de campaña y sin reelección) y el peronismo en estado cismático.
¿Tenía otras opciones el Gobernador?. Si. Y no.
Una hubiese sido pegar el portazo aquel miércoles y volverse a los pagos del Brigadier López (como alguna vez hiciera Reutemann con Carlos Menem) aglutinar al peronismo santafesino, y enfrentar a Rossi “por derecha” con Hacemos Santa Fe.
Otra, abrirse de la contienda electoral “ofendido” y enfocarse en la gestión post pandemia; impensable en términos realistas cuando quedan dos años de gobierno aún por delante, y como dijimos con endeble soporte partidario. Por más debilitado que esté el gobierno nacional, siempre se lo necesita.
Pues entonces Perotti no tuvo más remedio que pedir ayuda al Instituto Patria y enfrascarse en una interna cuasi kirchnerista, pues nadie podría dudar del kirchnerismo explícito del “Chivo” Rossi, que lo corre por izquierda en un terreno que conoce a la perfección.
Así las cosas, cual si fuese su propia reelección, el Gobernador juega para las PASO todas las fichas ganadas en estos dos años de gestión: obras públicas, políticas de desarrollo productivo, su natural inclinación por la economía del conocimiento que fomentaba desde sus tiempos de Ministro de la Producción de Jorge Obeid, cuando eran una quimera, y sus dos joyas de la corona: boleto educativo gratuito y billetera Santa Fe.
¿El objetivo?: volver a enamorar al electorado independiente de “centro derecha” que hace dos años lo depositó en el Sillón del Brigadier.
Primero necesita seducirlo para que entre en la interna peronista, pues en ese peligroso estanque de “desencantados independientes” buscarán pescar también los 4 aspirantes de Juntos por el Cambio, porque no el FAP que tiene allí al PDP, y otros contendientes como la tal vez sorprendente “locomotora” Oliveras, y quien busca renovar su banca, Luis Contigiani que también tiene una “internita” en su Frente. Y Otras 10 listas más.
Encuestas, ¿a la carta?.
Los sondeos de opinión de todo tipo pululan como hongos después de la lluvia por estos días; indagan no solo las intensiones electorales de la población, sino otros comportamientos psico- sociológicos muy importantes en el ánimo de la población, insumos que los candidatos deberían leer con atención y, porque no, tomar en cuenta para sus estrategias de campaña.
Muy pocos lo harán, porque los obnubila el irrefrenable e histérico deseo de saber si van a ganar, o lo que es más alucinante: si ya ganaron, de manera tal que corren el riesgo de recibir encuestas “a la carta”.
Nadie reconocer estar perdiendo. O mienten o les mienten.