Argentina fue el país que más devaluó en la pandemia, la falta de acceso a los mercados internacionales nos obligó a emitir moneda y perder poder de compra con nuestra moneda. Si no volvemos al mundo, será difícil sortear los problemas que vienen en este contexto. Tenemos una oportunidad.
Por Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero
Durante la pandemia la cotización oficial del peso argentino se devaluó el 53,3%, 98,0% lo hizo el dólar bolsa, 100% el contado con liqui y 110% el dólar blue. La estadística se llevó adelante tomando la cotización a febrero de 2020 y comparándola con el actual mes de junio. La crisis sanitaria postró el país en la pobreza y le quitó poder de compra a su moneda.
Mientras gobierno y oposición discuten si esto es consecuencia de las políticas pasadas o la mala praxis de quienes gobiernan, podríamos observar qué sucedió en otros países de la región.
Brasil, que es nuestra referencia obligada, mostró un real que pasó de 4,47 a 4,98 por dólar, lo que implica una devaluación del 11,4%, realmente una cifra muy baja comparado con Argentina. El peso mexicano se devaluó el 3,1%, pasando de 19,61 a 20,21 por dólar. Estas son dos referencias obligadas ya que son las economías más grandes de América Latina.
Si tomamos otros países de la región con una crisis sanitaria más grave que la Argentina, podemos ver que tampoco tuvieron una devaluación significativa. Es el caso de Perú, el Sol Peruano pasó de 3,45 por dólar antes de la pandemia a 3,98 por dólar en la actualidad, esto implica una devaluación del 15,3%.
El país que vio fortalecer su moneda fue Chile. El peso chileno pasó de 817 por dólar a 735 por dólar con una apreciación del 10%. Nuestro vecino Uruguay vio devaluar el peso uruguayo el 11% y el peso colombiano experimentó una devaluación del 7,4%.
La gran diferencia entre Argentina y el resto de los países de la región es la falta de confianza. Argentina no tiene posibilidad de acceder al crédito externo, por ende, para financiar el déficit fiscal debe recurrir al escaso crédito interno o bien a la emisión monetaria, que trae como correlato más inflación y devaluación del signo monetario.
La devaluación e inflación no es gratis para los argentinos, la cantidad de moneda ahorrada y los bienes que poseen pierden valor, y esto nos hace más pobre. El poder de compra de los salarios cayó el 25% desde el año 2018 a la fecha y las jubilaciones el 20% en igual período, esto nos para frente a un mercado que cuenta con menos dinero para gastar, demanda productos de menor calidad y ajusta en las cantidades.
Es importante resaltar que el resto de los países con los cuales nos hemos comparado gozan de una muy baja inflación, algo que Argentina no puede resolver desde el año 2011 a la fecha. Entre los años 2011 y 2017 viajábamos con una inflación en torno del 25% anual, y desde el año 2018 la inflación se ha colocado en niveles del 50% anual, con la salvedad del año 2020 que, producto de la pandemia, tuvimos una inflación del 36,1%.
En los últimos 12 meses el déficit fiscal primario, que es la diferencia entre los ingresos y gastos, ascendió a la friolera de $ 1.168.738 millones, que fue financiado en un 71% con emisión monetaria.
En concepto de intereses de la deuda de tesorería pagamos un total de $ 531.168 millones, en concepto de intereses de la deuda del Banco Central se pagaron $ 940.236 millones. En total el déficit ascendió a $ 2.640.155 millones, esto implica un déficit del 8,7% del PBI.
El ministro de economía acaba de postergar el pago de la deuda con el Club de París para el año 2022 luego de realizar un pago simbólico de U$S 430 millones. Tiene por delante dos pagos al FMI que equivalen a U$S 3.822 millones divididos en partes iguales y con vencimiento en septiembre y diciembre de 2021. Además de estos pagos de amortización de deuda, Argentina debe pagar intereses por U$S 354 millones en el mes de agosto y U$S 399 millones en noviembre del año 2021, el total de pagos al FMI ascenderían a U$S 4.575 millones. En el corto plazo debería recibir un aporte sin cargo del FMI por U$S 4.355 millones, que podría aplicar a estos pagos, sin embargo, el Congreso le sugiere que no lo haga.
Si sorteamos el año 2021 sin caer en cesación de pagos, algo muy probable, en el 2022 nos espera una dura negociación con el FMI, en dicho año hay vencimientos de capital que suman U$S 18.068 millones e intereses por U$S 1.273 millones. Esta suma luce impagable e invitaría a una rápida renegociación de la deuda.
Argentina atraviesa un problema de confianza, por ello no consigue crédito en el exterior, tiene un pequeño mercado de capitales en el mercado interno, y debe recurrir a la emisión para financiar la brecha entre gastos e ingresos. Ningún país de Latinoamérica, a excepción de Venezuela, tiene este problema, por eso pueden financiar los déficits, no emiten moneda y tienen baja inflación.
En este contexto, Argentina debería iniciar una rápida renegociación de la deuda con el FMI, las actuales autoridades del FMI tienen una visión muy contemplativa del actual escenario económico, la narrativa económica es muy distinta a la que tenía años anteriores. La pandemia es un evento que no estaba en los planes del FMI, sus recomendaciones apuntan a restablecer el ciclo económico, en su relato habla de empresas zombis que deben pasar a ser viables y luego solventes para poder restablecer el crecimiento económico de las naciones. Todo esto con ayuda explícita de los estados soberanos. Habla del reentrenamiento de los trabajadores y acelerar la vuelta al colegio para no perder crecimiento a futuro.
El acuerdo con el FMI debería llevarse adelante en lo inmediato, Argentina era la oveja negra en un rebaño de ovejas blancas en el mundo antes de la pandemia, hoy es una oveja negra dentro de un rebaño de ovejas negras. El mundo está súper endeudado, y la solución para uno deberá aplicarse a todos. Argentina podría ser el caso testigo que muestre lo que viene para un mundo que creció en los niveles de deuda, déficit y pobreza.
Conclusión
. – En la medida que Argentina no resuelva sus problemas de deuda y consiga nuevo financiamiento, estamos condenados a tener alta inflación y devaluación, por más que el ministro, el papa y el espíritu santo digan que no vamos a devaluar.
. – Inflación implica pérdida de poder de compra de los habitantes de este país, sean monotributistas, asalariados, jubilados, pensionados o como los quieras llamar.
. – Las empresas no pueden capitalizarse en un escenario en donde la inflación es del 50% anual, sus balances no se ajustan por inflación, pagan impuestos a lo pavote y conviven con un set de dólares que van desde el oficial hasta el dólar blue, pasando por el dólar bolsa y contado con liqui todos con distintas cotizaciones.
. – Argentina tiene sectores económicos ligados a la industria extractiva que son muy atractivos para que extranjeros lleguen a invertir. Los argentinos tenemos fuera de nuestra frontera la friolera de U$S 366.010 millones, lo que equivale a más de un PBI.
. – La clase política debería hacer un renunciamiento histórico, fijar un conjunto de medidas que sean irrenunciables e inmodificables para atraer capitales para inversión, tomar deuda para sortear la transición y tratar de que nuestra moneda sea estable. Ánimo, la oportunidad está, habría que ver si la aprovechamos.