Salvador Di Stefano: «Limitan al dólar, perdemos todos»

La clase política argentina es parte del problema y no de la solución. Limitar al dólar no es la solución, hay que cambiar el programa económico vigente, por otro que invite a la inversión y seduzca a los argentinos a llevar adelante proyectos en el país.

Por Salvador Di Stefano

Las reservas del Banco Central suman U$S 42.452 millones al día 11 de septiembre, el total de encajes que resguardan los depósitos del sistema financiero ascienden a U$S 12.044 millones, esto implica que las reservas disponibles son de U$S 30.408 millones. Si a este último monto le restamos los préstamos internacionales, el swap de China y los DEG que suman U$S 22.308 millones y el dinero en caja que asciende a U$S 976 millones, las reservas netas suman U$S 7.124 millones. De este total U$S 3.828 millones están invertidos en oro, con lo cual nos quedan U$S 3.296 millones en efectivo. Esta es la razón de las medidas de ayer, no hay dólares suficientes en el Banco Central.

Otra cuenta que se realiza habitualmente es tomar las reservas que ascienden a U$S 42.452 millones, y se las compara con los pasivos del Banco Central, que son la base monetaria más leliq y los pases que ascienden a $ 4.789.176 millones, eso nos daría un dólar de equilibrio de $ 112,80. Antes de las medidas, el dólar ahorro se vendía a $ 103.

Tomando las mediciones que quieras tomar, y los criterios generalmente aceptados en el mercado, la mayoría de los analistas llegan a las mismas conclusiones, no estamos para perder reservas.

El problema no es este escenario cambiario y monetario, la realidad es que el programa económico vigente no genera atractivo para los inversores, por ende, la Argentina tiene un stock de capital bajo, que nadie desea incrementar, y que en los últimos días hemos visto el agravante de que este capital se desea ir del país.

No vamos a recitar la cantidad de empresas que ponen proa a la exterior, cuya lista es elevada, los argentinos individualmente comienzan a ver a Uruguay como un lugar atractivo para radicarse.

En el año 2018 la inflación en Argentina fue del 47,6% anual, en el año 2019 el 53,8% anual, para este año se espera una inflación del 37,8% anual y para el año próximo el Relevamiento de Expectativa de Mercado (media de las consultoras argentinas que informan sus pronósticos al BCRA) espera una inflación del 47,1% anual.

Casi pasa inadvertido que cada dos años la inflación supera el 100%, si sumamos 2018 y 2019 la inflación asciende a 127,1%, si sumamos 2019 y 2020 alcanza el 112,0% y si acumulamos 2020 y 2021 alcanzaríamos 102,7%. Para iguales períodos la devaluación del bienio 2018 y 2019 fue del 238,3%, en el bienio 2019 y 2020 del 122,5% y la proyectada para 2020 y 2021 del 103,7%.

Con estos niveles de inflación y devaluación del peso es imposible realizar negocios en Argentina, en especial proyectos de largo plazo. Resulta imposible competir con el mix inflación, devaluación, presión tributaria, altas regulaciones y los riesgos implícitos de cualquier tipo de negocio.

Para el Estado es un problema tremendo, la recaudación tributaria nacional nunca puede igualar a la inflación, lo que terminó desfinanciando el presupuesto público, dicho déficit debió financiarlo con emisión monetaria, lo que en la mayoría de los casos potenció el problema.

La clase política argentina es parte del problema, y no de la solución. Tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández pretenden controlar los problemas limitando la compra de dólares, cuando en verdad la solución es brindar un plan económico que posibilite ganar plata, tan fácil y sencillo como eso, si los emprendedores no ganan dinero, será sumamente difícil poder salir de esta crisis.

Las medidas tomadas no alientan a que Argentina reciba capitales, nadie va de visita a la casa de un amigo que sabés cuándo entrás y no cuándo salís. Argentina limita el retiro de utilidades, el pago de los créditos que tomaste al exterior, tiene un sinfín de tipos de cambio, hace variar los precios relativos de los productos en forma constante, y lo que es peor es una máquina de fabricar pobres que pierden posibilidad de consumir, y hace que las empresas tengan que cambiar en forma permanente los productos que ofertan al mercado, cediendo calidad y rentabilidad para bajar precios.

Todo lo que produce la Argentina es de pobre calidad, el salario de un empleado ronda los $ 42.000 que medidos en el dólar ahorro de $ 131, queda en U$S 323 al mes. El salario mínimo de un gremio poderoso rondaría los $ 70.000 y eso implica U$S 534 al mes.

Argentina no es competitiva con este tipo de cambio, eso lo revela que el gobierno subió el dólar para viajar al exterior o comprar mercadería en otro país, por las dudas limitó las compras a U$S 200 por mes y U$S 2.400 en el año. Si en cambio, subiría el tipo de cambio mayorista, se produciría una suba considerable en los productos de la canasta básica que potenciaría la cantidad de personas bajo la línea de pobreza.

Quien gana $ 42.000 al mes, tiene $ 1.400 por día, una devaluación del dólar oficial de $ 75 a $ 100 elevaría el precio de la carne a $ 700 el kilo, los empleados trabajarían por dos kilos de carne por día. En Europa el gasto en comida de un empleado no supera el 30% de su salario, en Argentina se lleva el 90%. En nuestro país no hay mucho espacio para especialidades, la gente necesita alimentarse, de la forma más económica posible.

Conclusión

. – La solución no es devaluar el signo monetario, porque el problema está en la estructura económica del plan, que en los últimos años dejó como resultados una inflación muy elevada, un peso devaluado, alta presión tributaria y falta total de financiamiento a proyectos productivos.

. – Tampoco creemos que la solución pase por limitar los pagos de los vencimientos de deuda del sector privado, prohibir la compra de dólares, elevar artificialmente el precio del dólar para desincentivar los viajes al exterior o limitar el uso de nuestra moneda para adquirir moneda extranjera. En el mundo actual debería estar prohibido prohibir.

. – En el mercado sobran reguladores y faltan políticos que apunten a un sistema económico que nos permita invertir y tener rentabilidad.

. – Cuando un argentino compra dólares, está llevando adelante un acto de repudio contra la clase política argentina que no sabe administrar el presupuesto público. La clase política, en lugar de seducirlo para que cambie de opinión, lo reprime, con lo cual las ganas de seguir repudiándolo siguen vigentes, y el abismo entre los emprendedores y el Estado se agiganta.

. – Con las medidas del día de ayer no ganó ni el Estado, ni los emprendedores, perdimos todos, y lo peor es que no estamos estudiando las medidas para salir del laberinto económico en que estamos metidos desde 2011 a la fecha.