El gobierno termina de reestructurar la deuda pública, elimina del horizonte inmediato vencimientos de capital y pagaría bajos intereses. Ahora es el turno de presentar un plan económico que apunte a atraer inversión y dólares de la exportación. Si se desea soslayar el cambio estructural e intervenir el mercado del dólar, estamos en problemas.
Asesor en Negocios, Económico y Financiero
El exitoso canje de la deuda bajo la ley extranjera y el probable éxito sobre los bonos de ley argentina, deja despejado el horizonte de vencimientos de deuda, por lo tanto, no deberá afrontar amortizaciones hasta el año 2024, y pagará exiguos intereses hasta el año 2028. Desde allí en adelante el escenario se pondrá más pesado, y la Argentina tendrá 8 años para reorganizarse, crecer y generar la confianza necesaria para poder refinanciar la deuda a tasas muy bajas.
Hemos curado la infección, pero la fiebre no baja, el dólar sigue muy rebelde en el mercado, ya que la sed de los argentinos por la moneda extranjera no se detiene.
Argentina en toda su historia a deshonrado su moneda, emitiendo a destajo para financiar el exceso de gastos sobre los ingresos. Esto motiva a que los argentinos en forma recurrente abandonen el peso para ahorrar en dólares. Los políticos, para que esto no ocurra, no tienen mejor idea que financiar el gasto con mayores impuestos, lo que obliga a muchos ciudadanos a pasar a la informalidad, que significa, en buen romance, no pagar impuestos.
Los dos problemas graves que tiene el país, la dolarización de los ahorros y la informalidad, surgen como consecuencia del mal manejo del presupuesto público que es administrado por la clase política.
Lo primero que el gobierno debería remediar, es cortar esta secuencia de dolarización e informalidad que vive el país, para ello necesita un presupuesto equilibrado, mayor cantidad de dólares que ingresen al país y menos presión tributaria.
Para que ingresen más dólares al país se necesita que tengamos un mayor caudal de exportaciones, necesitamos ser competitivos a escala internacional. No vale la pena debatir si el dólar está alto o bajo, la aduana es un colador, los agentes económicos mueren por importar productos, y los que quieren vender al exterior no tienen la rentabilidad adecuada para potenciar ventas. En resumen, tema terminado, no tenemos el precio del dólar adecuado o sobran impuestos a los productos que exportamos. Preferiría ir por la segunda opción, y bajar impuestos, algo que no está en el ADN de este gobierno.
Respecto de la presión tributaria, si seguimos inventando impuestos estaremos expulsando empresarios del país. En Francia el impuesto a los ricos hizo que el actor Gerard Depardieu trasladara su residencia fuera del país y pasó a ser ciudadano ruso. En Argentina, cada vez hay más compatriotas que quieren abrazar la bandera uruguaya, expulsados del país por la gran presión tributaria que tienen que enfrentar.
En resumen, estos dos aspectos, la falta de competitividad para exportar y la alta presión tributaria van de la mano, esto no se resuelve cambiando el termómetro, que sería devaluando, se resuelve bajando impuestos, y por carácter transitivo bajando el gasto para no generar un déficit imposible de financiar en los tiempos actuales.
¿Qué hará el gobierno en este escenario?
El gobierno buscará, luego del arreglo de la deuda, achicar las brechas entre los innumerables dólares que existen en el mercado. Casi como un brujo, buscará una baja del dólar contado con liqui, que arrastre a la baja al dólar blue.
Para realizar un diagnóstico de la situación, si el gobierno desea seguir con la venta del dólar ahorro, deberá financiar desde hoy y hasta fin de año unos U$S 4.000 millones, de lo contrario perderá reservas. El negocio está cantado, se compran dólares a $ 102 y se venden a $ 137 en el mercado negro, son $ 7.000 por mes, suficiente para que alguien no lo deje de realizar en un escenario de estrechez de ingresos. El gobierno deberá conseguir ingreso de dinero para financiar esta salida, replantear la política cambiaria o suspender la compra de dólar ahorro.
El Banco Central a partir de la reestructuración de la deuda pública, contará en su poder con bonos de alta liquidez para intervenir en el mercado, puede realizarlo por dos vías, venderlos en dólares o en pesos. En cualquiera de los casos le generaría una pérdida al Banco Central que impactaría en su patrimonio. Los bonos están valuados a una paridad técnica del 100% y los vendería a un valor aproximado del 50%.
El Banco Central podría vender los bonos en dólares, con lo cual saldrían dólares de la partida «Títulos Públicos», e ingresarían dólares a las «Reservas». De esta forma se incrementarían las reservas, y esto podría mostrar una mejor imagen al mercado. A no olvidarse que si realiza esta operación pierde patrimonio.
Otra variante que podría llevar adelante sería vender los bonos en pesos, de esta forma con los pesos que ingresan podría retirarlos de mercado y bajar la base monetaria, o bien rescataría las leliq.
El stock de leliq y pases suma $ 2.529.292 millones, y se han pagado intereses en lo que va del año por el equivalente a $ 420.062 millones. Bajar esta deuda del Banco Central sería positivo, ya que bajaría el pasivo de la entidad y sería mucho más positivo que adquirir dólares en el mercado.
El Banco Central debería trabajar para bajar la cantidad de pesos o deuda en pesos en cabeza de la autoridad monetaria, salir a comprar dólares es competir de igual a igual con el mercado por un bien escaso, y lo único que haría sería potenciar, a futuro, la suba del dólar en todas sus variantes.
En la actualidad las reservas sobre los pasivos en pesos del Banco Central nos da un dólar de $ 111,62, sería muy bueno que el Banco Central baje sus pasivos en pesos, y que de esta forma de lugar a una mejor administración de su balance. En la actualidad el balance del Banco Central tiene un patrimonio de U$S 21.986 millones, pero en su activo tiene títulos públicos de dudosa cobrabilidad que ascienden a U$S 62.431 millones y están valuados a su valor técnico, con lo cual el Banco Central tiene un patrimonio neto negativo.
Conclusión
Nos parece que el gobierno buscará intervenir más en el mercado cambiario, esto podría ser un placebo para el dólar que lo tranquilizaría a corto plazo, sin embargo, al no atacarse la raíz del problema, a futuro la revancha sería letal para el gobierno.
La intervención es un camino de ida, no tiene retroceso, sin resolverse los problemas estructurales a futuro se necesitará más intervención para detener la suba del dólar, que será como querer tapar el sol con las manos.
Los consensos y la resolución de problemas estructurales son el camino adecuado, no parece que el gobierno quiera ir por este camino, el déficit fiscal del 4,5% sobre PBI proyectado para el año 2021, la presentación del impuesto a la riqueza en el congreso, y una reforma tributaria que va por más base imponible no hacen más que aseverar que no se busca consenso con los agentes económicos.
La confianza es como un hada, que aparece y que con su varita mágica cambia el escenario económico, ya sea trayendo concordia e inversiones, o frustraciones y fuga de capitales. Parece que el hada está de vacaciones, y la última vez que vino se frustró.
El único camino posible para Argentina es una coalición política que apoye un programa económico exportador, que sea un imán para la llegada de inversiones al país, con incentivos fiscales y libre disponibilidad de divisas para repatriar utilidades. Ir por más Estado será chocar contra el iceberg, ya lo intentamos desde el año 2011 y está probado que no da resultado.