Las críticas de propios y ajenos a su gestión, la pandemia sanitaria, económica social y sobre todo la impotencia por no poder contrarrestar lo que considera el “relato socialista”, son las cuestiones que desvelan al Primer Mandatario santafesino.
Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
El Gobernador de Santa Fe, Omar Perotti –quien acaba de atravesar un angustiante momento espiritual por la muerte de su padre- experimenta un frustrante estado de impotencia, que no busca disimular, por no poder aún contrarrestar socialmente lo que considera un instalado relato inverosímil por parte del socialismo sobre las bondades de su gestión, cimentado, cree, sobre la base de una convincente y estratégicamente aceitada maquinaria publicitaria, que le dejó a cambio, una pesada herencia económica.
En los primeros días de gestión, el Gobernador tampoco tuvo de parte de los propios legisladores peronistas, con muchos de los cuales confrontó incluso, la bendición política que hubiera esperado de su contundente discurso inaugural del 11 de diciembre, extremadamente crudo con la gestión de su antecesor Miguel Lifschitz, quien lo escuchaba, absorto, a menos de dos metros de distancia en el estrado como flamante titular de la Cámara de Diputados con mayoría del FPCyS.
Más bien hubo extrañeza de los propios por semejante verba encendida, que cerraría puertas difíciles de abrir después. Se pudo advertir luego parlamentariamente con la sanción de leyes que el nuevo gobierno consideraba esenciales.
Para colmo de males, la pandemia del COVID-19 le exige a Perotti como a todos los gobernantes, algunos más entusiastas que otros, a mostrar actitudes que podrían ser consideradas odiosas o intolerantes, ante el accionar irresponsable y temerario de actores sociales que consideran gracioso desafiar, no al gobierno, sino al propio virus; y no por motivos de subsistencia laboral precisamente.
“Hablen con Marcos”
Para ir ordenando la casa (gris), en las próximas horas desembarcará en el primer piso de Casa de Gobierno, muy cerquita del despacho gubernamental, el hasta ahora jefe de gabinete de la intendencia de Rafaela Marcos Corach, quien junto con Roberto Mirabella, Alcides Calvo y unos pocos mas, es considerado un verdadero alfil del Gobernador y amigo de toda la vida.
Corach se encargará de coordinar y seguir las acciones y políticas de los distintos ministerios y secretarías, colaborando con la articulación del gabinete, bajo el sutil nombre de Secretaría de Articulación de Políticas Públicas, en la órbita del Ministerio de la Gestión Pública de Rubén Michlig. “No viene a reemplazar a nadie”, se atajaron desde el gobierno; “por ahora”, sostienen otros.
Como siempre, los números de la discordia
Este sábado, el Gobernador reeditó una novedosa y acertada experiencia de contacto con periodistas de toda la Provincia mediante teleconferencia, en la que no ocultó su malestar por lo que considera la saga del “relato socialista”, cuando un colega le hizo notar las quejas de la oposición, básicamente el radicalismo, sobre la demora, y porque no discriminación, en el envío de fondos a municipios y comunas: “es una vergüenza que digan eso” se ofuscó, para desgranar una serie de números que desmentirían tales afirmaciones: “transferimos en 7 meses más de 3.324 millones de pesos a gobiernos locales, lo que significa un 150,63% respecto del total transferido durante todo el ejercicio 2019”, replicó.
Desde el radicalismo salieron a contrarrestar: “se nota que hay un esfuerzo de manipulación argumental para agrupar tendenciosamente información difusa; juntaron montos que ya se transfirieron con partidas que todavía no se transfirieron. Fondos que ya estaban en caja al recibirse el gobierno y dispuesto su envío en estos meses. Metieron fondos de transferencia automática como si fuera por virtud de una decisión de gobierno. Y lo peor: no concuerdan con la contabilidad de la Provincia”, adelantaron en lo que será esta semana un raid mediático explicativo, por parte seguramente de los máximos exponentes partidarios, comenzando por Maximiliano Pullaro y algún legislador socialista.