En la isla y en la ciudad. En los ranchos de los lugareños y en los edificios de los rosarinos. En la costa, en las rutas y autopistas, en los pulmones de miles de personas. El fuego provocado por las quemas de pastizales y el humo que todo lo invade, es un desastre ambiental y comunitario del que todos hablan y hasta ahora nadie aporta la solución.
De tanta cotidianidad, los incendios en las islas frente a Rosario pronto ya no serán noticia. Entre especulaciones, denuncias, declaraciones, decretos, marchas, desembarcos, vuelos rasantes y rezos para que llegue la lluvia, hay una única certeza: las personas que padecen este desastre ambiental y comunitario están hartas de tanto fuego y humo.
El problema ya lleva varios meses y cada vez es más grande la superficie arrasada, las propiedades comprometidas y la vida amenazada. Y los especialistas aseguran que, en estas condiciones, no hay solución a la vista. Las quemas de pastizales, casuales o intencionales, son un atentado contra la naturaleza que se consuma día a día y a la vista de todos.
Los nuevos fuegos
Éste que pasó, fue otro fin de semana infernal. El sábado y el domingo fueron días de pesadilla para los isleños de la Boca de la Milonga, que vieron cómo el fuego avanzaba sobre sus patios, sus viviendas y sus negocios casi sin poder hacer nada. Los lugareños echaron mano a una larga y gruesa manguera, a varios cortafuegos y a la fe en sus creencias, a la vez que intentaban comunicarse con los medios para pedir ayuda.
Los pocos brigadistas estaban desbordados a esa altura, lo mismo que prefectos, los guardaparques que llegaron a los faros de conservación y los voluntarios. Los aviones hidrantes tampoco dan abasto, porque el combate contra los incendios también se libra en otras provincias.
El humo que se desprendía de esos focos ígneos y de otros tantos, no tardó en cruzar el Paraná para –otra vez- meterse en la vida de los rosarinos y rosarinas. También llegó –otra vez- a las localidades del ex cordón industrial y el telón de color gris intenso se observaba desde 50 kilómetros a la redonda.
La situación se fue agravando con el correr de las horas y la ruta 174, que en algunos tramos estaba invisible por el humo, fue cortada al tránsito para prevenir accidentes. Y hasta la cabina de peaje del puente Rosario-Victoria debió ser evacuada porque “no se podía respirar”, advirtieron desde el lugar.
Miembros de la Multisectorial por los Humedales volvieron a cortar el puente, pero esta vez reclamando puntualmente por la integridad de las personas que viven en los sectores de las islas conocidos como Boca de la Milonga, La Deseada y Destilería.
Nota de: Rosario3