Este 17 de agosto de 2020 en homenaje a los 170 años del paso a la inmortalidad de Gral. José de San Martín, trascribiremos el discurso de Ramona P. Rinesi de Binaghi en la plaza 23 de agosto al conmemorarse los 135 años del fallecimiento del General – 17 de agosto de 1985.-
Archivo Histórico Tosquense
“Estamos aquí reunidos para rendir homenaje al padre de la patria en el 135° aniversario de su tránsito a la inmortalidad.
Mucho o poco, todos los argentinos conocemos la historia de San Martín. Y todos pensamos siempre en un hombre enérgico, físicamente fuerte, recio, de una salud rebosante; mientras que la realidad era otra. Enérgico sí, pero físicamente enfermizo, con una salud quebrantada y con serias dolencias pulmonares y estomacales. Ya en España sufría de reumatismo y asma. Luego en américa sus males se acentuaron al punto que se creía que estaba tuberculoso, pues le tomaba agudos vómitos de sangre. Tuvo que renunciar a la dirección del Ejercito del Norte para establecerse una temporada en Córdoba por el clima benigno de esta provincia. Tales eran sus sufrimientos físicos, sus fuertes dolores que en las campañas debía recurrir al opio y hasta abusar de este funesto anestésico para calmar sus dolores.
En su estadía en la estanzuela de Saldán (Córdoba), San Martín se encontraba sin salud ni mando, ni medios; no contaba ni siquiera con la fe de sus paisanos. Así pasó una temporada, pero luego no pudo resistir más aquella vida de impotencia. El ánimo se irguió como un gran fuego interior. Fulguró la mirada de sus ojos negros y se decidió resueltamente a emprender su ardua empresa de organizar el victorioso Ejercito de los Andes, sobreponiéndose así a su precaria salud corporal con su férrea salud moral.
Su incomparable proeza de cruzar los andes acaudillando a sus aguerridas huestes con la bandera azul y blanca, que al decir de Belisario Roldán parecía que todo el Ande era su asta y todo el cielo su trapo. Sus triunfos en Chile, su campaña al Perú, su estratégica de Lima sin derramamiento de sangre; su gobierno como protector del Perú sin ambiciones políticas personales si no solamente como organizador de un país que luego entregó para que lo gobierne su propio pueblo; su histórico renunciamiento en Guayaquil en la entrevista con Bolívar, nos hablan elocuentemente de sus grandes valores morales que por cumplir con sus sublimes ideales DE LIBERTAR PUEBLOS Y NO DE CONQUISTAR, lo hicieron capaz de sobreponerse a sus graves dolencias corporales en los momentos decisivos de sus actuaciones. Tampoco quiso levantar su espada en contra de sus hermanos, exiliándose voluntariamente para no intervenir en guerras intestinas. Su misión era libertar pueblos como libertó a su patria a la que amo entrañablemente hasta pedir que su corazón, después de su muerte, sea depositado en tierra argentina.
Quizás los ideales de los grandes americanos, Miranda, Bolívar, San Martín, O’Higgins, para nombrar a los principales, de construir la confederación de países latinoamericanos está todavía germinando en nuestros tiempos, y, sin perder sus autonomías individuales puedan concretarse organismos de defensa de interiores comunes para que trabajando codo a codo se respalden mutuamente con el objetivo de elevar la cultura, el progreso, el bienestar y la paz de todos los pueblos integrantes.
Y, para terminar, quiero hacer mías las palabras del poeta Belisario Roldán, para decirle a San Martín:
NO MORIRÁ TU NOMBRE
NI DEJARA DE RESONAR UN DÍA,
TU GRITO DE BATALLA,
MIENTRAS HAYA UNA ROCA EN LOS ANDES
Y UN CÓNDOR EN SU CÚSPIDE BRAVÍA”.
Gentileza: Archivo Histórico Tosquense