El mundo está altamente endeudado, no hay margen para más impuestos, menos gasto público y no es posible un shock de crecimiento. Es muy probable que nos encontremos en un escenario de mayor inflación a escala mundial. La salida es con más inversión y exportación. ¿Para qué se metieron con Vicentín?
Por Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero
El Tesoro, en el mes de mayo, convalidó su segundo mes consecutivo de déficit fiscal primario por encima de los $ 200.000 millones, y esto marca una tendencia difícil de revertir en el corto plazo. La prolongación de la cuarentena empuja los ingresos a la baja, mientras que el gasto crece exponencialmente.
En el acumulado de 12 meses al mes de mayo, los ingresos suben el 41,3% y los gastos el 53,8%, el déficit fiscal primario se ubica en $ 768.041 millones.
Esta es la foto, pero la película indica que junio y julio no mostrarán cambios en la tendencia de los resultados de tesorería, habrá que esperar meses con alto déficit fiscal, y su financiamiento estará dado por la emisión de pesos. Tampoco se avizora en el horizonte inversores deseosos de financiar a Argentina.
Con mucho viento a favor la reestructuración de la deuda bajo ley extranjera finalizaría en julio, sin acuerdo a prepararse para una mayor caída del PBI, una gran devaluación y suba de la inflación. Si hay reestructuración favorable, estaríamos a un paso de reestructurar la deuda bajo ley argentina, y se abren las negociaciones con el FMI.
La única forma de conseguir dinero fresco, es un nuevo acuerdo con el FMI, que seguramente impondrá condicionalidades, que estarán basadas en reformas estructurales que Argentina debería realizar.
El mundo puede favorecernos, la realidad indica que el endeudamiento a escala global es enorme. Con datos a diciembre de 2019 del BIS (Banco Internacional de Pagos) los países y regiones más endeudados son Estados Unidos cuya deuda asciende a U$S 54.460 millones, y una relación deuda/PBI del 254,2%, esto incluye la deuda del Estado, privados y hogares. Le sigue, en orden de importancia, China con una deuda de U$S 36.765 millones, y una relación deuda/PBI de 258,7%. La zona Euro tiene una deuda de U$S 35.102 millones, y una relación deuda/PBI de 262,3%. Japón tiene una deuda de U$S 19.438 millones, y una relación deuda/PBI de 380,7%. Estos 4 países concentran el 76,1% de la deuda mundial.
Estos ratios crecerán notablemente luego de la contracción económica que vive el mundo en el año 2020, y la gran expansión de deuda que ocurrió en el mundo para atender las necesidades derivadas del COVID 19.
No hay muchas salidas en este escenario. El mundo, en los años venideros, debería trabajar para reducir el endeudamiento a escala global. Para ello los países deberían trabajar en presupuestos públicos superavitarios, ya sea subiendo impuestos o bajando gastos públicos. Sin embargo, daría la impresión que el mundo no está preparado para estos tipos de esfuerzos a corto plazo, las demandas sociales son muy altas, y los emprendedores están agobiados de carga tributaria. Otra salida posible, sería un crecimiento vigoroso de la economía mundial, pero no vemos dicha posibilidad en un mundo con tasas de interés cercanas a 0 y gran aversión al riesgo de la mayoría de los inversores.
En este contexto, todo hace presumir que la salida menos dolorosa podría ser que las deudas se licuen con una mayor inflación a escala global. Si ese es el escenario posible, Argentina debería cerrar el acuerdo con los bonistas lo más rápido posible, ya que un mundo con más tasa de inflación va a licuar nuestras deudas en forma rápida. Si habría inflación, las materias primas subirían de precio y sería más fácil repagar la deuda pública.
Argentina tiene similares problemas al resto de los países de Latinoamérica, volveremos a tener un PBI similar al del año 2019 a mediados del año 2023. Lo mismo ocurriría con países como México, Brasil, Colombia, Perú y Chile. La gran diferencia entre Argentina y el resto es el clima de negocios. Nuestro país está inmerso en una discusión económica retrógrada, en donde todavía hay sectores de la clase política que se la pasan combatiendo el capital, cuando en realidad sin capital es imposible salir de esta crisis.
En los años que vienen, será imposible equilibrar el presupuesto público subiendo impuestos o bajando gastos, tampoco el negocio pasa por financiar eternamente el déficit fiscal. Argentina tiene que tener en la mira crecer, con inversores locales o extranjeros, debe tomar el camino de la Inversión como único medio para salir de la crisis.
El mundo cambiará de objetivo, los países querrán atraer inversiones extranjeras directas, esto genera una suba del PBI, más ingresos públicos, aumento de las exportaciones, y llegada de dólares que ayudarían a una estabilidad monetaria.
Conclusión
Argentina está perdiendo el tiempo con un debate absurdo por la expropiación de Vicentín, que no hace más que agregar confusión general al escenario económico, y espantar inversiones.
Es absurdo discutir si vamos a poner más impuestos, porque todo nuevo impuesto que se aprueba será de difícil recaudación dada la crisis económica. También será absurdo debatir sobre el gasto porque las demandas sociales le imponen a la clase política atender necesidades insatisfechas de la sociedad.
Hay que poner el foco en atraer inversiones al país, generando beneficios fiscales a sectores de la economía que puedan exportar, y de esta forma generar un ingreso de dólares genuino al país, y no por intermedio del endeudamiento público, que no sabemos administrar, generamos pobreza y lo terminan pagando las generaciones futuras.
El contexto internacional podría ser favorable ante un escenario de mayor inflación y suba de materias primas. El problema de la deuda está instalado a escala global.
Argentina debería hacer foco en la inversión y exportación, soslayando los demás temas de la economía, que podrían afectar el desarrollo de estas políticas.
Como le diría Alfredo Di Stefano (cuando era técnico del Valencia) a su arquero, “no te pido que atajes las que vayan adentro, pero por lo menos no te metas las que vayan afuera”. Alberto Fernández debería aprender de esta frase, debatir el tema Vicentín es meter adentro las pelotas que van afuera.