El pánico se apoderó de las calles, la cuarentena de las naciones y un temido virus de la humanidad. Entre tanta confusión, surge una pandemia aún más peligrosa que el llamado COVID-19.
A diferencia del mencionado virus, entre más joven es la persona, más vulnerable es, predomina el grupo de 15 a 35 años de edad, acostumbrados a consumir contenido vía internet, redes sociales y todo aquello que se conozca como medio “digital”. “Infodemia” es como muchos le han nombrado a este nuevo brote. Inmersos en una cantidad abrumadora de datos, videos sin fin, fotos de cualquier parte del mundo, testimonios, grupos de whatsapp, cadenas informativas, correos y acceso a la información de manera casi inmediata, podemos tener un panorama muy claro de lo que está sucediendo a nivel mundial… o al menos, así debería de funcionar.
Tenemos más información, pero somos menos sabios, el COVID-19 nos ha obligado a generar oleadas de noticias y no necesariamente todas las fuentes son fidedignas o reales, la mayoría solo genera caos, desinformación y pánico entre los lectores, damos por sentado las cosas, lo que alguien dijo, lo que un ocioso inventó, lo que sonó gracioso, lo consumimos, lo leemos, lo replicamos, como ciegos autómatas incapaces de verificar de donde viene la fuente o cuál fue el contexto de la nota.
Hoy el COVID-19 es un buen pretexto para evidenciar una mala práctica que hemos venido realizando hace tiempo y que debemos eliminar: el problema sigue siendo la manera en que consumimos la información, es por esto, que antes de seguir esparciendo este contagio, aprovechemos las siguientes medidas preventivas para erradicar esta nueva pandemia:
– Cuestionar todo lo que se lee y entender en qué contexto se dio la nota.
– Verificar siempre la veracidad de los datos y la fuente.
– En un tema con carácter informativo dudar de todas aquellas notas que apelan al sentimiento del lector.
– Evitar compararse con otros países o regiones sino es para replicar las “best practices”.
Informarse, sí, pero como medida de protección y apoyo para la población, ten esto en mente siempre y no consumas datos que solo alimentan la falsa sensación de seguridad y control.
Sí, enterémonos, alentemos nuestra parte obsesivo – compulsiva con todo aquello que esté disponible a nuestro alcance, pero con un distinto enfoque; no para alimentar el miedo irracional o la paranoia colectiva. Informémonos para prevenir, para actuar, para evolucionar, para saber cómo puedo ayudar a los demás, saber qué pasa en las industrias y la economía mundial, para hacer un plan de cómo y por dónde empezar una vez que todo regrese a la normalidad, básicamente elaborar planes de contingencia al corto plazo y que garantice un crecimiento en el futuro.