Argentina, de la mano de Alberto Fernández, esta tomando el camino de un gobierno orientado al populismo.
por Horacio Macuglia
El primer síntoma palpable es el incremento en el “reparto”, que es financiado a través de una suba de impuestos que termina provocando el éxodo de aquellos que generan producción, sostienen las fuentes de trabajo y, por lo tanto, aumentan la calidad de vida para los trabajadores.
Así planteadas las cosas, el país está expulsando a empresarios, emprendedores, profesionales y trabajadores del campo, porque todos ellos entienden que no es justo trabajar esforzadamente para que luego el gobierno termina por quedarse con la producción y el beneficio, exacción que realiza mediante los impuestos que se aplican y que día a día se multiplican.
Este, el de los Impuestos excesivos, es el drama que viven quienes producen en países con atraso económico, de los que son ejemplo algunos estados de menor relevancia de Latinoamérica y África, y de los que lamentablemente la Argentina parece ser quien lidera este sendero de pobreza y miseria.
Porque, definitivamente, solamente aquellos países donde cada uno es libre y dueño de sus cosas, en los cuáles se respeta a ultranza la propiedad privada, donde existe la libertad individual, la libertad de expresión, y donde el que quiere trabajar mucho, gana mucho y el que quiere trabajar poco, gana menos, es que la vida de las personas alcanza el doble objetivo de calidad de vida y de dignidad.
Argentina, o mejor dicho su actual gobierno, elige privilegiar a quienes quieren trabajar poco pero sin embargo exigen vivir como aquellos que trabajan mucho. Como no puede ser de otra manera esto termina para hacer que el costo lo soporten quienes trabajan y son productivos. De esta manera, la situación queda servida para que los mejores emigren. Cosa que está sucediendo a un ritmo que genera alarma. De continuar este estado de cosas, en pocos años quedarán habitando nuestro país aquellos que o trabajan poco, o trabajan mal. Los “buenos” se habrán ido.
El pueblo que trabaja, entiende que lo hace para vivir mejor. De ninguna manera lo hace para sufrir el aplastamiento de un sistema impositivo y una política de distribución que le quita a los que trabajan, para darles a los que no lo hacen.
Dichos como los de Juan Grabois: «Hay que barrer de un plumazo a estos parásitos que viven de la renta de la tierra que es de todos» o de Oscar Parrilli: «El país está así por culpa del campo», generan impotencia e indignación, ya que son expresados por personas que viven gracias a las riquezas que genera el campo. Los verdaderos parásitos no se conforman con vivir de lo que generan los productivos, sino que además los denostan de una manera verdaderamente impúdica.
Y por si algo faltara, el gobierno de Alberto Fernandez decide emprender una “guerra” contra el campo, contra el agro, contra la producción del país, contra quienes son los que generan las divisas que la Argentina necesita con desesperación. La emprenden contra la mayor “fábrica de dólares” de la que dispone el país.
Camino este absolutamente ridículo, ya que la pregunta que se impone es:_ ¿De qué vamos a vivir?,Y si la respuesta es Vaca Muerta, vale la pena recordar que desde que asumió el gobierno de los Fernández, Vaca Muerta está disminuyendo a pasos agigantados tanto su ritmo de producción como de inversión..
Para empeorar el panorama, ya se vislumbra una interna en el círculo chico de este gobierno. Una sórdida batalla entra Alberto y Cristina (los dichos de Grabois o Parrilli son mensajes enviados por Cristina), dividiendo al país y provocando que la juventud argentina más prometedora comience a hacer planes de emigración inminentes.
Toda rentabilidad que el sector privado o el campo argentino debería utilizar para crecer, comprando maquinarias, generando trabajo, se lo lleva el Estado para volcarla en un asistencialismo que favorece al que no quiere trabajar..
El escenario se termina por complicar definitivamente cuando recordamos que, además, la Argentina se encuentra en medio de un intento de renegociación de su deuda, que de la manera en que el gobierno de los Fernandez lo está llevando adelante, culmina inexorablemente en un nuevo default.
La sombra del 2001 se cierne cada vez más nítida y amenazante.
De a poco pero sin pausa, por fines estrictamente electoralistas, la política está teniendo mayor protagonismo en la economía, haciendo que termine destruyendo el sustento de base para un país que quiere crecer, desarrollarse y vivir mejor.