Opinión por Analí Macuglia
En estos desesperantes momentos donde salen a la luz las violaciones y abusos ejercidos contra los niños y niñas por parte de su propia familia (la mayoría de los casos son abusos sexuales intrafamiliares, lo que grita la NECESIDAD de la E.S.I. en las escuelas), hay un hecho que no estamos prestamos atención: la joven de 13 años que denunció ser abusada sexualmente por su tío y bajo el conocimiento de su madre en Calchaquí, se sintió segura de poder hablar y denunciar la violencia vivida con un grupo de jóvenes mujeres. Allí sintió que recién podía hablar; es más, el pastor la vunerabilizó más, pues su sugerencia era someterla a enfrentar a quién era cómplice de las violencias que ella misma padecía. ¿Desde dónde se paró este señor para aconsejar esto? No lo sé, podría suponer que desde la convicción moralista que la familia es lo primero y una madre siempre cuida. Bueno, no. No todas las madres cuidan, no todas las madres quieren ser madres, y allí volvemos al derecho de abortar, al derecho de decidir, al derecho de esa pobre niña de vivir una vida sin violencia.
El desconocimiento respecto a las violaciones y violencias que padecemos las mujeres, ya sea por hombres, familia, iglesia, es algo que tiene que llamar la atención. La iglesia no fue donde ella acudió, acudió a un grupo de mujeres. Las grandes instituciones como la familia, la iglesia, la escuela, el Estado, no están presentes y muchas veces son las causantes de estas vejaciones. Entonces, ¿qué hacemos al respecto? ¿Dónde acudimos para denunciar y sentirnos seguras y acompañadas en esto?
Siempre es un grupo de mujeres, porque nosotras entendemos, porque nosotras lo vivimos. La perspectiva de género en las instituciones es una NECESIDAD. Todos los días lo vemos, lo enfrentamos. Pero son grupos de mujeres quienes realmente están. ¿No les sacude esto? ¿Qué pasa que sólo allí encontramos la contención? ¿Tendríamos que mirar como parte de esta sociedad y empezar a considerar que allí están las respuestas? ¿Qué allí es donde tenemos que prestar atención e incluir, aprender, dar apoyo con decisiones políticas que dejen de lado la moral y donde las instituciones brinden espacio a estas mujeres que se juntan, gritan y luchan por los derechos de todas y todes?
Yo no voy a decir qué es lo que hay que hacer, porque no lo se. Sólo sé que en las mujeres que se juntan, se organizan, se cuidan y hacen algo para cambiar esta sociedad capitalista, machista, patriarcal y violenta, es donde encuentro más respuestas, más contención y más ayuda; sincera y real ayuda.