La presencia de asma severa, la obesidad y el reflujo gastroesofágico, son factores que contribuyen a la coexistencia de estas dos enfermedades.
Es sabido que muchas personas que padecen asma pueden aumentar y empeorar los síntomas durante la noche y así alterar su calidad de sueño. Este tipo de patología es conocida como “asma nocturna” y, si bien no se conocen con exactitud las causas, podría ser una señal de alerta que indique que la enfermedad no está bien controlada.
Ahora bien, ¿cuáles son los principales síntomas de asma nocturna? Durante la noche el paciente siente que se le “cierra el pecho”, se originan silbidos y falta de aire. Esto se debe a que se produce inflamación dentro del bronquio y un estrechamiento del mismo. Es decir, las vías aéreas se cierran un poco más que durante el día y esto dificulta la salida del aire. Existen además diferentes factores que pueden empeorar los síntomas, como la posición para dormir que elija la persona o los alérgenos del dormitorio, como los ácaros del polvo doméstico en la ropa de cama.
Las interrupciones continuas del sueño afectan la calidad de vida de los pacientes asmáticos y como consecuencia producen que durante el día el adulto se manifieste cansado, con somnolencia, desgano, menor iniciativa, falta de concentración, irritabilidad y falta de reacción. En los niños y adolescentes esta fragmentación del sueño puede ocasionar trastornos en el aprendizaje e hiperactividad diurna.
Se ha publicado que los adultos con asma, en especial mal controlada, tienen un riesgo mayor de presentar síndrome de apneas hipopneas obstructivas del sueño (SAHOS) que la población general. En el SAHOS se producen “paradas respiratorias” nocturnas de más de diez segundos de duración que terminan con un ronquido que habitualmente despierta al compañero de habitación. Esto genera una fragmentación del sueño que también ocasiona al día siguiente somnolencia, pérdida de memoria, menor capacidad de reacción, cambios de comportamiento y menor alerta.
Por otro lado, la presencia de SAHOS no diagnosticado puede contribuir al mal control del asma, tanto para los síntomas diurnos como para los nocturnos. Existen otros factores que contribuyen a la coexistencia de estas dos enfermedades, como la presencia de asma severa, el género femenino, la obesidad y el reflujo gastroesofágico.
Para un diagnóstico confirmatorio, se recomienda realizar un estudio del sueño en todos los pacientes asmáticos que no responden como se espera al tratamiento instaurado. Se ha sugerido que, en estos casos, el tratamiento con presión positiva en la vía aérea (CPAP) podría reducir las crisis, principalmente nocturnas, mejorando la calidad de vida en asma; además, puede disminuir el número de casos de difícil manejo.
No obstante, el asma nocturna generalmente es consecuencia de que la enfermedad no está bien controlada. Si la persona reconoce alguno de estos síntomas siempre es aconsejable que realice una consulta al médico, quien ayudará a identificar cuáles son las causas de esta falta de control del asma y brindará herramientas para que puedan ser controlados.
Asesoró: Dr. Luis Dario Larrateguy (M.P. 6015). Doctor en Medicina y Médico Clínico Neumonólogo. Coordinador de la sección Sueño, Oxigenoterapia, VNI y otros tratamientos crónicos domiciliarios de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.
AAMR Prensa
Buenos Aires
Argentina