Antes de desarrollar en profundidad la operatoria estrella de estos últimos días y sus recientes controles, me gustaría hacer un breve repaso cronológico sobre todo lo que estuvo ocurriendo en Argentina durante este último mes, para entender mejor cómo y por qué llegamos a esta situación.
Hoy, jueves 12 de septiembre, se cumplen exactamente 30 días de aquel lunes posterior a las últimas elecciones primarias ocurridas en nuestro país. La amplia y sorpresiva diferencia entre la fórmula Macri-Pichetto y Fernandez-Fernandez dejó como resultado una catarata de consecuencias sociales, económicas, financieras y políticas muy negativas. Solo para recordar algunas podríamos mencionar una devaluación aproximada del peso argentino del 33,5%, un Riesgo País por arriba de los 2000 puntos y la caída del Merval más grande de la historia de nuestro país para un solo día.
Siguiendo con la cronología, dos días después, el presidente Mauricio Macri anunció un paquete de medidas económicas, con la finalidad de llevar un poco de alivio y tranquilidad a todos los argentinos. Entre lo anunciado destacamos un aumento del salario mínimo, vital y móvil, aumento del mínimo no imponible del salario bruto, a partir del cual se paga el Impuesto a las Ganancias, congelamiento de las tarifas de combustibles durante noventa días y que las Pymes puedan refinanciar las deudas que tengan con la AFIP en un plazo de 10 años.
Acto seguido, previo nombramiento del nuevo Ministro de Hacienda Hernan Lacunza, enmarcados en un complejo escenario económico y financiero que parecía no aflojar, el presidente Macri, junto al reciente ministro, decidieron implementar y anunciar una serie de iniciativas para aliviar la carga financiera que debe enfrentar el país, para el corto, mediano y largo plazo. Principalmente, lo decidieron debido a que la tasa de renovación de las Letes y Lecaps cayó abruptamente. Hasta antes del 11 de agosto las deudas, tanto en pesos como en dólares, bajo los instrumentos denominados Letes y Lecaps, venían renovándose a un ritmo promedio del 88% de sus vencimientos. Luego de las PASO, y por la incertidumbre que generó el proceso electoral, la tasa de renovación se ubicó en niveles inferiores al 10% de los vencimientos, dejando en evidencia la falta de interés de los inversores en refinanciar sus tenencias.
Entre dichas iniciativas podemos mencionar, en primer lugar, la extensión de los vencimientos de la deuda de corto plazo solo para inversores institucionales. Es decir, esta medida no afecta a las personas humanas (físicas), que cobrarán la totalidad de sus tenencias tal como estaba previsto. Por otro lado, se “reperfilarán” (palabra que se ha puesto en boca de todos estos últimos días) los vencimientos de deuda de los bonos de corto plazo. Es decir, de manera más sencilla, se cambiarán los plazos en los que se va a devolver el dinero prestado.
Estas medidas anunciadas por el gobierno el último miércoles 28 de agosto generó mucho miedo (por no llamarlo pánico) en aquellos pequeños y medianos ahorristas que temblaban con el solo hecho de pensar e imaginar la similitud de la situación actual con lo ocurrido en el año 2001. Largas colas se formaron en los bancos, colapsaron los homebanking y las casas de cambio no daban abasto. Todo eso porque “el ciudadano de a pie”, como a veces denomina la clase política, se sentía mucho más tranquilo teniendo el dinero en su casa que en el banco.
Esta supuesta corrida estaba dejando como gran consecuencia negativa una fuerte caída en las Reservas Federales. A lo largo de todo el gobierno, el equipo de Mauricio Macri se preocupó no solo en elevar sino en mantener el valor de las Reservas, a costa de fuertes ajustes que toda la sociedad tuvo que soportar. Hoy, todos esos esfuerzos parecieran no haber valido para nada, ya que al parecer las Reservas volvían a estar en peligro.
Nuevamente enmarcados en un escenario cada vez más complejo, Macri impuso un control cambiario para evitar una salida abrupta de dólares y así frenar la consecuente caí de las Reservas. El famoso y conocido “Cepo Cambiario”.
Las empresas exportadoras ahora deben solicitar permiso al Banco Central para comprar divisas, las transferencias al exterior requieren de autorización y se implementó un tope de compra de 10.000 dólares por mes para personas humanas (físicas), lo cual, aparentemente, durará hasta fin de año.
Este famoso cepo o control cambiario puso en cartelera al famoso “dólar bolsa” del que tanto se habla en estos días, ya que, como no podía ser de otra forma, los argentinos empezaron a encontrarle algunos beneficios a los controles de capital.
Como ya lo hemos definido en una nota anterior (“Dólares más baratos que en los bancos”) el dólar bolsa es aquel dólar que podes comprar o vender a través de sociedades que operan en bolsa. La realidad es que desde que el Banco Central flexibilizó las regulaciones permitiendo que haya más vendedores de divisas en el mercado cambiario, el dólar bolsa siempre se ubicó unos puntitos por debajo que el dólar ofrecido en los bancos para quienes querían comprar la divisa y unos puntitos por arriba para aquellos que querían venderla para hacerse de pesos argentinos.
Sin embargo, desde que el gobierno impuso los controles cambiarios la brecha entre el dólar oficial (ofrecido en los bancos) y dólar bolsa se ha hecho mucho más pronunciada. Básicamente esto ha generado un sistema completamente legal que permite sortear los controles y, cómo si fuera poco, obtener un rendimiento del 7% en cuestión de minutos, con riesgo nulo prácticamente.
Esta operatoria se denomina “Rulo Financiero”. Veamos su funcionalidad a través de un ejemplo:
Pensemos en la semana pasada, que el tipo de cambio oficial cerró en $58 y el “dólar bolsa” se situó en $ 62,35.
En primer lugar, un pequeño inversor va al banco (o a través de su homebanking) y con $58.000 compra usd 1.000.
En segundo lugar, transfiere esos usd 1.000 a su agente de bolsa quien debe realizar una operación doble. Con ese dinero, por un lado, comprará un bono en dólares (bono que a su vez cotice en pesos). Tan solo unos minutos después, vende esos bonos en pesos y recibe
$ 62.350.
Finalmente, se los transfiere otra vez al pequeño inversor quien obtuvo una ganancia de $ 4.350, equivalente a un retorno del 7,5% en términos de dólares, solo en cuestión de minutos.
Cómo diría Salvador Di Stefano “los árboles no crecen hasta el cielo” y en el día de ayer apareció el Banco Central interviniendo en está “mágica” operatoria del rulo financiero, lo cuál era obvio y creo yo que todos estábamos esperando, por algo se han hecho tantas operaciones en tan poco tiempo.
El BCRA dispuso que aquellas personas humanas que deseen adquirir moneda extranjera deberán presentar una declaración jurada, manifestando que “los fondos comprados no serán destinados a la compra en el mercado secundario de títulos valores dentro de los 5 días hábiles a partir de la fecha de liquidación de dicha operación de cambio”.
Lo que quiso hacer el Central con esta medida es aumentar un poco el riesgo de la operatoria por la volatilidad propia que viene registrando el mercado. Al tener la obligación ahora de esperar cinco días (cuando antes era inmediata la compra y venta) el inversor se expone a que durante ese plazo tanto los bonos como la divisa baje o suba de precio, con el riesgo ahora incluso de percibir pérdidas por realizar la operación, cuando antes era una ganancia más que asegurada.
Básicamente, el riesgo que se le generó a la operación apunta a que los inversores, al menos, piensen dos veces antes de realizarla.
Ojalá pudiéramos decir que la cronología termina acá y vienen días de calma. Pero lamentablemente a 45 días de las próximas elecciones lejos estamos de días tranquilos y sin sobresaltos. Nuevamente como dice Salva habrá que “ajustarse el cinturón y ponerse el casco” y estar preparados para afrontar lo que se venga de acá al próximo cambio de gobierno.
Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo.