Su consumo genera una barrera altamente protectora que se mantiene a lo largo del tiempo. Gracias a sus múltiples propiedades, favorece el crecimiento y la maduración del sistema inmunológico de los lactantes.
La lactancia materna es una manera natural y eficaz de promover en el bebé un completo desarrollo sensorial y cognitivo, protegerlo de muchas enfermedades, reducir el riesgo de mortalidad infantil y aumentar su sistema inmune. Es el aliado principal de la salud de los pequeños incluso luego de su consumo, debido a que algunas de las sustancias presentes en la leche materna no solo protegen al bebé contra una amplia variedad de enfermedades durante el proceso, sino también hasta 2 años después.
La leche materna proporciona las proteínas, la grasa y el azúcar que el bebé necesita para reforzar su sistema inmunológico, que será el encargado de defender al organismo ante las infecciones, como las bacterias y los virus. Cuando el bebé entra en contacto con la leche materna disminuye el riesgo de muerte súbita infantil, principal causa de muerte infantil en las comunidades en que están controladas las patologías infecciosas. Además, sustancias como inmunoglobulinas IgG e IgM y, especialmente, IgA, están presentes en la leche materna y no solo protegen al bebé contra una amplia variedad de enfermedades durante el proceso, sino también hasta 2 años después.
En neonatos y lactantes disminuye el riesgo de desarrollo de infecciones virales y bacterianas, y en etapas más tardías del desarrollo la lactancia se asocia con un mayor crecimiento y desarrollo del área respiratoria. La defensa contra las enfermedades que tienen los bebés amamantados disminuye significativamente las probabilidades de sufrir de otitis, infecciones del tracto urinario, neumonía, vómitos, diarrea y ciertos tipos de meningitis.
Si la madre puede permitirse dar de mamar a su bebé durante sus primeros meses de vida, le estará dando el mejor alimento posible y además estará ayudándole a crecer fuerte y sano. A lo largo de la gestación y lactancia, el niño extrae de su madre vitaminas, minerales, nutrientes y demás elementos que necesita para crecer sano, es por ello que la madre debe vigilar su estado de salud y acudir al médico en cuanto se sienta enferma o débil.
¿Cómo debe ser la alimentación de la mamá durante la lactancia?
Durante este periodo, es importante saber que la calidad de la leche depende de forma directa de la alimentación de la madre. Durante los seis primeros meses de vida del bebé, la mujer debe aumentar en 500 calorías su dieta, algo más de lo que ha ingerido durante su embarazo, por muy paradójico que parezca.
– Consumir gran cantidad de proteínas.
– Los hidratos de carbono deben suponer la mitad de las calorías de la dieta.
– Tomar hierro a través de la carne, huevos, espinacas, acelgas, mejillones y almejas, legumbres e hígado.
– Reforzar la toma de vitamina A, comiendo tomate, zanahorias y vitaminas del grupo B.
– La ingesta de calcio es clave, se puede conseguir a través de lácteos, espinacas, acelgas, legumbres y frutos secos.
-Es muy importante que la madre consuma yodo diariamente, presente en pescados, mariscos, carnes y huevos.
Además de la alimentación, la madre deberá extremar las medidas de higiene y controlar con su médico el calendario de vacunación. También se recomienda realizar ejercicio y tener un descanso óptimo, es vital darle al cuerpo una pausa cuando se la pida.
Asesoró: Dr. Ernesto Crescenti (MN: 50.776), médico, investigador y Director del “Instituto de Inmunooncología Dr. Ernesto J.V. Crescenti”. Acerca del Instituto de Inmuno Oncología Dr. Ernesto J. V. Crescenti: Centro médico dedicado a la atención, diagnóstico y tratamiento de pacientes con cáncer y pacientes con enfermedades en las cuales se presentan alteraciones del sistema inmunológico.