Días atrás, la Secretaría de Agroindustria publicó su habitual boletín de Resultados Económicos Ganaderos correspondiente al segundo trimestre de 2019. Entre los principales puntos que destaca el informe, cobra especial relevancia la elevada tasa de faena de hembras registrada durante el trimestre.
Con datos confirmados hasta fin de mayo, el mismo destaca que la participación de las hembras alcanza el 52% de la faena total, 5 puntos porcentuales más que en igual período de 2018. Esta fenomenal tasa de extracción de hembras se da en un contexto de muy bajos precios tanto para la vaquillona preñada como para el ternero de invernada y valores sin precedentes para la vaca de descarte vacía –o no en todas sus categorías.
Por un lado, el hecho de poder valorizar bien los refugos da al productor un recupero extra que normalmente no percibía el negocio. Según lo resalta el mismo informe, los resultados de la cría continúan sostenidos principalmente por el buen valor de las vacas de descarte.
La pregunta es hasta cuándo este ingreso puede subsidiar los resultados de la cría sin comprometer las futuras pariciones. ¿Cuál es el punto de equilibrio a partir del cual comenzará a ceder el nivel de oferta?
Observando la evolución de la faena, el promedio de vacas en los últimos 10 años se ha mantenido ciertamente estabilizado en torno al 18% del total faenado. Sin embargo, el efecto de la llamada ´vaca china´ llevó a incrementar su participación en 2 puntos durante el segundo semestre de 2018 y 2 puntos más durante el primer semestre del corriente año. Sin embargo, haciendo una apertura mensual del último período, vemos que los datos preliminares de faena de junio comienzan a marcar un cambio de tendencia, tras ceder más de 1,5 puntos luego de seis meses de constantes incrementos.
Lamentablemente, los cambios instrumentados en el sistema de clasificación y tipificación no permiten analizar debidamente la evolución de las categorías más jóvenes como terneras y vaquillonas, que actualmente se encuentran unificadas. Sin embargo, estas categorías también muestran una muy leve caída en la participación de faena en los últimos tres meses.
Relacionando lo registrado la semana pasada en el Mercado de Liniers, donde los precios de la vaca conserva y manufactura se han disociado totalmente del resto de las categorías, mostrando subas históricas para este segmento, es probable que el mercado este comenzando a dar las primeras señales de agotamiento de la oferta.
El gran riesgo de estas señales de precio es justamente el desorden que pueden generar en los precios relativos entre las distintas categorías.
Una relación interesante a analizar es el valor de reposición de un vientre, comparando el valor de una vaquillona preñada en relación al valor de una vaca conserva (400kg). Actualmente, el precio de una vaquillona preñada equivale a 1,93 vacas conserva, muy inferior a los 2,15 de junio 2018 y a los 2,46 promedio de los últimos 5 años, explicado principalmente por el incremento de la conserva.
Por lo que si este mayor descarte de vacas que se está observando incentivado por los valores ofrecidos en el mercado se invirtiera en reposición de vientres o incluso en financiar una mayor retención de terneras, los futuros destetes no se verían amenazados. Sin embargo, es sabido que parte de este descarte representa para el productor un ingreso genuino destinado a cancelar deuda o pagar gastos corrientes, ante la falta de alternativas de financiamiento, comercialmente accesibles.
En este sentido, para lograr que esta reinserción en el mercado de exportación se traduzca en un período de ‘vacas gordas’ para toda la cadena, es necesario articular herramientas –especialmente financieras- que permitan reconectar los distintos canales de comercialización, interno y externo. De este modo, la mayor demanda externa se podrá plasmar en mayores ingresos para el productor sin comprometer la producción futura.