Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
Nada de lo que ocurrió este domingo 16 pasó inadvertido para nuestros lectores. El candidato que ganó, Omar Perotti, lo hizo por los exactos cuatro puntos de diferencia que predijimos hace un par de semanas; y a la luz de los hechos, tampoco nos equivocamos cuando dijimos que Omar Perotti y Antonio Bonfatti intuían una semana antes por lo menos quien de los dos sería a la postre el ganador.
Las semblanzas de cómo llegaron a este domingo 16 cada uno de los tres candidatos, y los posibles escenarios de reconstrucción de los frentes derrotados, también las deslizamos en esta columna.
Las asombrosas combinaciones que permite hacer la boleta única santafesina, la hace maravillosamente impredecible. Y desafiante para los gobernantes electos. Por ejemplo, Omar Perotti prácticamente no tendrá desarrollo territorial, toda vez que las grandes ciudades (entre ellas Santa Fe y Rosario) seguirán o estarán en manos de la oposición. Tampoco tendrá a su favor la Cámara de Diputados ni los dos tercios de Senadores.
La boleta única rescató de la debacle en Rosario al candidato a Intendente Pablo Javkyn; mientras que lo mismo ocurrió en esta capital con Emilio Jatón. Ambos del FPCyS.
La libertad de elegir indistintamente signos políticos disímiles en cada categoría de la increíble boleta única, hizo que la novedosa (no para esta columna) Amalia Granata cortara transversalmente con su figura el voto Pro Vida a su favor hasta llegar a encumbrarla con seis diputados, apenas uno menos que el triunfante PJ. Seguramente a Granata la votaron electores que inclusive lo hicieron por el FPCyS ponderando su gestión de gobierno. Y naturalmente del peronismo.
¿Por qué perdió el FPCyS?.
Con la mayor de las sutilezas para no ofender a sus dolidos socios, los radicales en el frente señalan la pésima elección del socialismo en Rosario como el ariete de la derrota provincial. Y los socialistas no los contradicen. Saben que desde el 2015 la ciudad que los vio nacer les venía dando la espalda. En Rosario el peronismo sacó casi 60 mil votos de indescontable diferencia.
La inseguridad y el narcotráfico fueron íconos irreversibles e irresolutos que empujaron al socialismo a la derrota final. Tal como escribimos hace un par de semanas, tampoco Omar Perotti (ni Corral o Bonfatti) podrá solucionarlos. Pero le sirvió al peronismo para ganar.
Omar Perotti hábilmente supo disimular su entorno kirchnerista (“espantador” de votos de clase media y rural que ahora reivindican con pasión Rossi y Busatto), provincializando la elección; mientras camufló inteligentemente con el color celeste su iconografía publicitaria para congraciar a sectores Pro Vida.
De todos modos, el gran activo electoral del peronismo fue, por contraposición, el déficit del socialismo: la populosa Rosario y su Departamento aledaño San Lorenzo. En el interior provincial, el FPCyS hizo los deberes.
De ahora en mas…
El radicalismo se transformará a partir del 10 de diciembre en la variable de negociación con y para Omar Perotti, toda vez que sus votos serán decisivos en ambas cámaras.
El socialismo ya no tendrá senadores, y su fuerza en Diputados estará sometida a intensas negociaciones con el radicalismo aliado. Miguel Lifschitz deberá apelar a mano de orfebre para equilibrar las fuerzas en su bloque de 28 diputados.
Omar Perotti deberá esperar hasta Octubre para terminar de delinear su gabinete. No sería lo mismo si ganare Cristina Fernández que Mauricio Macri. Las relaciones de fuerza dentro del peronismo a la hora de negociar el gabinete gravitarán indistintamente de acuerdo con el escenario nacional.
Un botón basta para muestra: en lugar de festejar el triunfo televisado para todo el país en el “prime time” de un domingo electoral, ante la extasiada militancia que entonaba cánticos insultantes hacia Mauricio Macri, presagiando el regreso al poder “de la mano de Alberto y Cristina” en la sede santafesina del Partido Justicialista, Perotti lo hizo serenamente con tono de estadista en su Rafaela gringa (y anti kirchnerista). Al PJ santafesino llegó casi a las dos de la madrugada.
Ahora ya no es más el candidato prometedor. Es el gobernador electo. Con seis meses de transición y una decisiva elección presidencial mediante.