Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo.
El Banco Central baja rápidamente la tasa, aparece la inflación y comienza a subir el dólar. Si sube mucho la tasa de interés, baja el dólar y hay recesión. Claramente falta un plan económico.
La economía argentina sufre un solo gran problema, no hay inversiones. Esto hace que las empresas no puedan mejorar su productividad y competitividad. los aumentos de los servicios públicos, impuestos e insumos en general, se trasladan a precio para poder mantener en equilibrio el ingreso y los egresos de las empresas. Se hace cada vez más difícil ir a más escala. Para crecer hace falta capital propio, de lo contrario no hay crédito que ayude con tasas del 55% anual, más que una ayuda, te abren la puerta del cementerio.
Del otro lado del mostrador, el asalariado también ve subir sus gastos de estructura, pierde poder adquisitivo, cada vez compra menos cantidad, y canjea calidad por precio.
Esto nos lleva a una espiral descendente que no se detiene en esta coyuntura. Solo mermaría si llegan inversiones, algo que no abunda, más bien falta en este escenario.
El dólar vuelve a ubicarse por encima de $ 40,00, para tener la competitividad que teníamos en los años 2003/2008 se necesitaría un tipo de cambio que se ubique en $ 52 y $ 54. Sería una locura, la inflación y recesión nos ahogaría. Cada devaluación deja innumerables pobres, que cada día que pasa están más indefensos. Los que acopiaron dólares serán más ricos. La desigualdad es la norma de los tiempos que corren.
El gobierno está en problemas, la recesión hizo que la recaudación no crezca en la medida de lo esperado. En el primer trimestre del año estamos viviendo la mayor caída del consumo masivo. Recién en el segundo semestre la economía podría mejorar, luego de los aumentos salariales y la cosecha, pero en el gobierno tienen prohibido hablar del segundo semestre, una marca registrada que ya fallo en otras oportunidades, y como diría Tusan, puede fallar.
El gobierno necesita más que nunca una mejora en los precios de los productos que exporta, solo una variable endógena puede aliviarle tantos problemas. Internamente tiene pocas herramientas para apoyarse y revertir el escenario actual, las elecciones están a la vuelta de la esquina, y temen la dolarización de carteras.
El Banco Central dice que hay pocos pesos en la calle, pero los dólares se pueden comprar con plazos fijos, y allí radica el mayor temor. A la fecha hay en plazo fijo en $ el equivalente a U$S 37.000 millones. Si desearían arbitrar de $ a U$S el 10% de esa cantidad, el dólar lo tenes en $ 45,00 antes del 30 de marzo.
La inflación de febrero sería superior al 3%, y la interanual no bajaría del 50% hasta junio. Es muy fácil, en los próximos meses ingresan índices inflacionarios elevados, y salen los bajos índices que teníamos un año atrás.
La inflación anual rondaría el 35% anual según nuestros pronósticos, la media de mercado esperaba el 29% anual, pero ya están revisando este pronóstico a la suba, esperan no menos del 32% anual. Veremos que pasa, todos nos equivocamos.
Los bonos han comenzado un camino de toma de ganancias, es lógico, a mayor tasa de interés en la economía doméstica, los bonos arbitran a la baja, y muestran rendimientos altamente interesantes, como es el caso del Bonar 2020, en este bono invertís hoy U$S 101, y recibís U$S 116 en total al 8 de octubre de 2020. Esto te brinda una tasa interna de retorno del 9,5% anual, y lo podés comprar en $. Si compras una Lete (letra de tesorería) en dólares a un plazo de 270 días, solamente aceptan dólares, no se aceptan pesos, y rinde el 4,5% anual. En todos los casos tenes que pagar un 15% de impuesto a la renta financiera.
Las acciones comenzaran un duro retroceso, en esta oportunidad la baja comenzó luego del vencimiento del mercado de futuro y opciones, cuando muchos alegaban que la suba continuaba, la suba de tasas y un dólar más picante invitaron a una toma de ganancias.
El gobierno seguirá en el camino del FMI, cuenta con un plan muy precario. Ante la proximidad de las elecciones no puede discutir la reforma laboral, previsional e impositiva. No puede proponer una baja de gasto público porque sería una invitación a dejar el gobierno en manos de la oposición.
La economía argentina ya no es negocio, no le sirve a nadie. Los sindicalistas tienen cada vez menos afiliados, los trabajadores preferirían pasar al mercado informal para pagar menos impuestos, los empresarios tienen una alta cantidad de dinero inmovilizada en su empresa y la retribución de dicho capital es nula o negativa. Los negocios grandes están en problemas, y los chicos también.
La elección presidencial de este año debería ser la plataforma de partida para lograr un gran consenso nacional, hacer las reformas de Estado necesarias, y comenzar un año 2020 con más futuro. Mientras sigamos discutiendo nimiedades políticas y económicas, el país seguirá estancado en el ostracismo.
La gira presidencial es muy importante, pero antes de salir a vender, hay que lograr que los propios argentinos vengan a invertir, de lo contrario quemamos etapas y no logramos el objetivo de comenzar a crecer.
El PBI per cápita es igual al del año 2007, el PBI a precios constantes del año 2004 es parecido al del año 2010. Estamos atrasados 12 años, y todavía discutimos la grieta.