Opinión: «La historia del tipo de cambio, y los argentinos»

Con tipo de cambio alto el país mostro muchos años de crecimiento. Con tipo de cambio medio una transición con deterioro de superávit fiscal y comercial. Con tipo de cambio bajo el país no sabe convivir, caemos en una alta dolarización de portafolios, viajamos al exterior, y tenemos déficit creciente que no nos permiten financiar la deuda. ¿Qué tipo de cambio necesitamos hoy según nuestro pasado?

El tipo de cambio tiene un registro histórico reciente que lo lleva de un tipo de cambio bajo a uno muy alto en un solo viaje, como ocurrió en la crisis del año 2001. Luego se produce un deterioro de los indicadores económicos, que nos llevan a través de muchos años a un nuevo tipo de cambio bajo, que retroalimenta una crisis de mercado para comenzar nuevamente el ciclo.

Para poder ejemplificar lo que describimos, hicimos un trabajo tomando el tipo de cambio de octubre de 2018 y los índices del BCRA para lograr una serie con un tipo de cambio a pesos de octubre de 2018.

Durante la convertibilidad, entre el año 1997 y 2001 el tipo de cambio fluctuó entre $ 23,00 y $ 19,00, la falta de competitividad trajo como consecuencia menos actividad económica y los déficits gemelos, teníamos déficit fiscal y comercial. Esto derivo en la crisis del año 2001, con un salto en el tipo de cambio que se ubicó en niveles realmente altos, e inauguro una etapa de crecimiento para la economía argentina.

La salida de la convertibilidad nos dejó un dólar de $ 54,75 a los valores actuales, fue solo un pico, podríamos decir que, entre enero de 2002 y junio de 2008, el tipo de cambio se ubicó entre $ 40,00 y $ 46,00, siendo el momento de mayor crecimiento económico y superávit gemelos. Fue un escenario muy particular, ya que habíamos dejado de pagar la deuda, no aumentábamos los precios de los servicios públicos, y la economía venía con una baja capacidad instalada de la crisis de la convertibilidad. Esta primera etapa duro desde el primer trimestre del año 2002 hasta el segundo trimestre de 2008.

Podríamos definir una segunda etapa que fue entre junio de 2008 y marzo de 2012, en ese periodo el dólar se ubicó entre $ 40,00 y $ 30,00, Argentina comienza a tener deterioro de la actividad económica, volvemos a perder los superávits gemelos, se instaura el cepo y seguimos cerrados en materia financiera.

A partir de marzo de 2012 comenzó la tercera etapa, que es la de tipo de cambio bajo y marcado deterioro de la competitividad argentina. Esta etapa perdura hasta junio de 2018, con un tipo de cabio que oscilo entre $ 21,00 y $ 30,00, casi que volvimos a similares valores de la convertibilidad de Menem y Cavallo, tocando su punto más bajo en el tercer trimestre de 2015, meses antes que termine el mandato Cristina Fernandez de Kirchner.

Con este tipo de cambio tuvimos déficits gemelos, los argentinos aprovecharon este periodo para conocer el mundo, autos alemanes y delicias del exterior. Bajo este mismo período hubo un gran aumento de la pobreza, perdimos una gran cantidad de dólares del Banco Central, y descapitalizamos a las empresas públicas.

Tanto en la convertibilidad, como en los años posteriores al año 2011, el tipo de cambio bajo nos llevó a un escenario de olla a presión, nadie quería decirlo, pero en algún momento si no hacíamos el ajuste fiscal, el tipo de cambio haría el ajuste que los gobernantes no se animaban.

Llego el trimestre julio a septiembre de 2018 y el tipo de cambio salto de $ 30,00 a $ 40,00 y ahora se ubica en $ 36,36. Podríamos decir que la suba del tipo de cambio nos llevó a la etapa de tiempo de los años 2008 al 2012. Si la historia se volvería a repetir, Argentina debería tener un tipo de cambio entre $ 40,00 y $ 46,00 para lograr un tipo de cambio competitivo, lo que daría lugar a un ajuste fiscal y externo que pasaríamos de déficit a superávit, recuperaríamos la confianza internacional, y la actividad económica se fortalecería.

La suba del tipo de cambio es vivida como una pérdida de poder adquisitivo del asalariado, y es correcta dicha afirmación. Sin embargo, la historia indica que dicha perdida es transitoria, porque el tipo de cambio alto genera una fuerte mejora de la actividad económica, vía mayores exportaciones, menos importaciones, esto implica más empleo y más competitividad de toda la economía.

Para una economía como la Argentina, sin que el mundo se desviva por venir a invertir con el escenario de precios actuales, una devaluación del signo monetario haría que los precios en dólares de nuestros productos sean más racionales o sensatos para el mundo exterior que desea venir a invertir a uno de los países más australes del mundo.

Con un tipo de cambio en torno de $ 36,00 o bajando a la base del canal prefijado por el Banco central, que hoy se encuentra en $ 34,50, podríamos inyectar liquidez de corto plazo. El Banco Central compra dólares, hace crecer las reservas e inyecta pesos a la economía. Esto es solo un placebo para la crisis que vivimos.

Sin embargo, en la medida que el dólar no se ubique por encima de $ 40,00, muchos argentinos van a preferir las cálidas playas de Brasil que las argentinas, ya que las diferencias de precio aún no son importantes, los autos importados a los nacionales, así también con muchos otros productos y servicios del mercado.

El Banco Central define que el tipo de cambio crecería a una tasa del 3% mensual hasta diciembre, y a partir del año 2019 se presume que crecería a una tasa menor. Con la inflación corriente, la falta de confianza en la economía y los problemas políticos antes de una elección presidencial, no parece que el tipo de cambio pueda permanecer maniatado por mucho tiempo.

En la actual coyuntura, y hasta diciembre de 2018 ingresan al país más de U$S 20.000 millones y podemos vivir un veranito de San Juan, con fuertes subas de los activos financieros. Sin embargo, a futuro, si queremos salir de la crisis que atravesamos desde el año 2012 a la fecha, necesitamos tipo de cambio alto, baja inflación y superávit gemelos. Hasta ahora, el gobierno de Cristina y Mauricio no supieron o no pudieron amalgamar los tres atributos al mismo tiempo.

Conclusión

Estamos en una transición económica, estamos pasando de una economía de tipo de cambio bajo, a una economía de tipo de cambio alto. Esta transformación genera altas dificultades en los sectores de ingresos fijos como los asalariados, jubilados, pensionados y beneficiarios de planes sociales.

Sin embargo, a futuro, este tipo de cambio alto amplía las posibilidades de empleo, mejora de salario para el conjunto de la sociedad, y rentabilidad para el sector empresario.

La transición es muy difícil, ya que la sociedad vive una destrucción de capital, ante la gran devaluación del signo monetario, alta inflación y falta de financiamiento.

Los procesos de cambios son difíciles de evitar, lo ideal hubiera sido que lo haga el Estado en forma planificada, hoy el mercado nos llevó a este escenario, y por lo que vemos el ajuste está lejos de finalizar. A estos precios el tipo de cambio no es el adecuado, no lo decimos nosotros, lo marca la historia.