Los factores de riesgo van desde tabaquismo hasta terapias hormonales y, en la mayoría de los casos, se puede evitar.
La trombosis es la formación de un coágulo (trombo) dentro de un vaso sanguíneo, pudiendo ser en una arteria o en una vena. Al migrar, arrastrado por la corriente sanguínea, el trombo se transforma en un émbolo. Cuando alcanza la profundidad de un órgano, en este caso el pulmón, el émbolo puede desarrollar un cuadro de tromboembolismo pulmonar si es venoso, o un infarto de miocardio o accidente cerebro vascular si es arterial. Estas tres complicaciones son las causas principales de muerte y discapacidad por enfermedad cardiovascular.
Las dos manifestaciones más frecuentes de la Tromboembolia Venosa (TEV) son la Trombosis Venosa Profunda (TVP) y el Tromboembolismo Pulmonar (TEP), que es la presentación de mayor mortalidad. Más conocido como embolia pulmonar, se origina el 90% de las veces en las venas profundas de los miembros inferiores, por la presencia de factores de riesgo o por causas desconocidas. El émbolo migra de las venas hacia el pulmón, interrumpiendo la circulación y provocando cuadros parecidos a una neumonía, hasta llegar a la pérdida del conocimiento y paro cardíaco.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de esta enfermedad son muy variables y pueden oscilar desde la sensación de falta de aire hasta un paro cardiaco y muerte. Por eso es muy importante considerar la sospecha de su presencia a través de los factores de riesgo y su investigación posterior, con métodos que van desde un sencillo análisis de sangre (dímero D), hasta métodos más complejos como estudios por tomografía computada o cateterismo cardiopulmonar.
Factores de riesgo
• Haber pasado por una cirugía recientemente
• No moverse por períodos prolongados y en espacios reducidos, especialmente viajes en avión
• Tener algún tipo de cáncer
• Padecer alteraciones genéticas que predispongan a la formación de coágulos
• Estar bajo terapia con hormonas (anticonceptivos)
• Haber padecido una trombosis previamente
• Ser fumador
• Estar embarazada
• Padecer enfermedades cardiacas o pulmonares crónicas previas
Tratamiento
El tratamiento dependerá de la gravedad del cuadro; en la mayoría de los casos el tratamiento de elección son los anticoagulantes que impiden la progresión de la trombosis y la repetición del cuadro. Por lo general se utiliza inicialmente heparina y posteriormente anticoagulación oral por un mínimo de tres a seis meses o hasta que desaparezca el factor de riesgo. Algunos pacientes deben quedar anticoagulados toda la vida.
En un porcentaje menor (20-30%) los pacientes deben tratarse más agresivamente, con sustancias que disuelven el coágulo (trombolíticos), métodos que rompen los coágulos por cateterismo e incluso cirugía con bombas de circulación extracorpórea.
¿Cómo prevenirla?
Las formas más comunes de reducir el riesgo de trombosis son dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, comer saludablemente y no tomar alcohol. Algunas personas, siempre con indicación de su médico, deberían usar heparina en dosis bajas, medias especiales (de compresión), especialmente luego de una cirugía o un viaje prolongado. Además, si una persona tiene riesgo de trombosis es importante controlar el colesterol y la presión arterial.
Asesoró: Dr. Julio Chertcoff, Coordinador de la sección Circulación Pulmonar de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) y Consultor en Terapia Intensiva y Neumonología Hospital Británico de Buenos Aires
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