Es la segunda causa de muerte por cáncer ginecológico en mujeres entre 35 y 64 años, a nivel mundial. El virus de papiloma humano (VPH), una de las enfermedades de transmisión sexual más comunes, es el mayor factor de riesgo.
El cáncer de cuello uterino es una de las dos grandes problemáticas que afectan a la mujer junto con el cáncer de mama y es el responsable del 11 % de los tumores malignos. En nuestro país se diagnostican miles de casos nuevos por año, con un alto índice de mortalidad, en donde más de 1.800 mujeres pierden la vida a raíz de esta enfermedad.
El cáncer de útero se vincula a las posibles infecciones del cuello uterino causadas por el virus VPH, el mismo virus que es capaz de causar la aparición de verrugas comunes y altamente contagiosas en cualquier parte del cuerpo. El VPH es la infección vírica de transmisión sexual más frecuente y el 70% de las mujeres sexualmente activas han estado, incluso sin saberlo, expuestas a este virus en algún momento de sus vidas. El virus puede desaparecer sin problemas al término de 2 años, sin embargo, muchas mujeres no lo eliminan y corren riesgo de padecer serias lesiones.
El VPH afecta a personas jóvenes sexualmente activas, tanto a hombres como mujeres, aunque a las mujeres en mayor medida. Existen una gran cantidad de tipos de VPH que pueden causar desde verrugas genitales hasta cáncer cervicouterino. La presencia de verrugas genitales no necesariamente se relaciona con el cáncer de cuello de útero, pero el hecho de tenerlas indica que el virus está presente.
El virus del papiloma humano (VPH), es un grupo de más de 100 tipos de virus, entre los que se encuentran los denominados de «alto riesgo». Algunos de estos virus están presentes en el 99,7% de los cánceres de cuello uterino, por lo que la infección por VPH es considerada como un factor que eleva las probabilidades de contraer cáncer de útero.
Existen estudios capaces de detectar estas afecciones y que ayudan a la prevención del cáncer de cuello uterino:
– Papanicolaou: es una prueba que permite detectar alteraciones incipientes del cuello uterino indicativas de un posible riesgo de que, en ausencia de tratamiento, se desarrolle un cáncer. La prueba se realiza en una pequeña muestra de células obtenidas del cuello de útero para examinarlas bajo un microscopio.
– Colposcopia: es un examen ginecológico específico que permite visualizar el cuello del útero para buscar posibles lesiones premalignas.
– Test de Captura Híbrida 2: es una técnica de biología molecular, que permite detectar la presencia de los 13 tipos de VPH considerados de alto riesgo oncogénico, antes incluso de que existan alteraciones visibles. Garantiza una identificación mucho más temprana de las mujeres con mayor riesgo de padecer cáncer de cuello uterino. Es una prueba sencilla e indolora y sumada a la observación colposcópica y la toma de Papanicolau permite detectar, con una certeza superior al 98,5%, la presencia de lesiones premalignas.
Consejos para prevenir:
– Chequeos anuales: Las mujeres que hayan comenzado su vida sexual deben visitar periódicamente al ginecólogo y efectuarse un Papanicolaou (permite detectar alteraciones incipientes del cuello uterino), una Colposcopia (permite visualizar el cuello del útero para localizar posibles lesiones premalignas), y un Test de Captura Híbrida 2 (prueba sencilla e indolora que permite detectar, con una certeza superior al 98,5%, la presencia de lesiones premalignas).
– Vacunación: La vacuna fue incorporada al Calendario Nacional de vacunación en el 2011 y debe aplicarse en forma gratuita y obligatoria a las niñas entre 11 y 16 años que no hayan estado expuestas al virus VPH.
– Cuidados sexuales preventivos: Debido a que frecuentemente no aparecen síntomas obvios es muy difícil decir si alguien está infectado. Siempre debe promoverse el uso de preservativos ya que pueden reducir el riesgo de contraer VPH y otras enfermedades de transmisión sexual.
El diagnóstico precoz es fundamental para disminuir la tasa de mortalidad. Es necesario tomar conciencia de los riesgos que puede provocar y recordar que, con la realización de los controles periódicos y una detección temprana, la incidencia de este tipo de patologías puede prevenirse.
Fuente: Prensa – Instituto de Inmuno Oncología