Una buena novela – para nuestro gusto – debe arrancar con una trama que inspire la suficiente curiosidad como para seguir buceando curiosamente en la narrativa, imaginando un final que no debería ser el que supone el lector. Ahí está la trampa del escritor. ¿Cuál sería el final imaginario, por ejemplo, para las intenciones reformistas de la Constitución del Gobernador Miguel Lifschitz?.
Por Darío Schueri – Desde Santa Fe
Sabido es que el mes que viene, ó a mas tardar en marzo, el Gobernador debería enviar al Parlamento el mensaje de ley que habilite la reforma constitucional, planteando los artículos de la Carta Magna que se quieran modificar o agregar. Antes, deberá sondear si consigue los dos tercios de cada de las Cámaras legislativas para poder sancionar la norma: 14 votos en Senadores y 34 votos en Diputados; de los cuales – suponiendo que los suyos lo acompañen- posee 8 voluntades en la Cámara Alta y 28 en Diputados. O sea que le estarían faltando 6 manos alzadas de los 11 senadores peronistas y el mismo número de la pluripartidaria Cámara de Diputados.
Cuando los rumores de que el propio socialismo no le daría la reforma – con reelección – a Miguel Lifschitz empezaron a cobrar un voltaje peligroso, fue el ex- premier y actual jefe de la bancada del socialismo de Diputados Rubén Galassi quien hizo notar que el Partido Socialista es reformista, y votaría sin cortapisas la Ley de necesidad de la reforma que enviare el Poder Ejecutivo. Tiempo más tarde, fue el propio presidente de la Cámara y ex- Gobernador Antonio Bonfatti quien se pronunció de idéntica manera. ¿Se quedó más tranquilo Miguel Lifschitz?. No.
En el holístico mundo de la política todo puede ser posible e inalcanzable al mismo tiempo. Depende de un sinfín de factores, muchos de ellos azarosos e inconmensurables para cualquier mortal; menos para un político. Lifschitz estaría a tan solo 12 votos de lograr su objetivo histórico. ¿Podrá conseguirlo en estos casi 90 días que restan?.
Veamos: los 11 senadores peronistas tienen una de las llaves pero ¿conforman un grupo hegemónico dispuestos a rifar a Omar Perotti y Alejandra Rodenas otorgándole la posibilidad cierta de la reelección a Miguel Lifschitz?. «No le dimos – la reelección- a Reutemann ni a Obeid, ¿por qué se la deberíamos otorgar a Lifschiz», se pregunta Armando «Pipi» Traferri, jefe de la bancada. Pero no trancan la puerta: «primero que el Gobernador logre los consensos en Diputados, y después veremos», evaden.
Curado de espanto, Omar Perotti salió de su invernadero periodístico y le dio un reportaje de dos páginas al vespertino local, donde hizo saber que nadie lo detendrá en su ambición por pelear por cuarta vez la gobernación. Para ello necesita que el peronismo sea uno solo tras su candidatura; no que esté coqueteando con «armados transversales» con el socialismo. O fijándose en otra chica, tal el caso de Alejandra Rodenas.
El diputados Luis Rubeo le envió un mensaje a Perotti con copia a Miguel Lifschitz, cuando dio a entender que si el senador nacional «sigue apostando a los fondos buitre», respaldará una postulación a gobernador de Antonio Bonfatti. ¿Cuántos mas piensan como «luisito» dentro del peronismo parlamentario?.
El socialismo quiere ampliar su base política convocando a otras fuerzas, organizaciones sociales y todos aquellos que piensen como ellos, y que Luis Contigiani lo definiera de manera unívoca: crear una corriente que lisa y llanamente se enfrente a la «derecha» macrista.
La decena de diputados del PRO no se distraen con la idea de la reforma constitucional, saben que es una puja que los trasciende, pero aprovechan para envenenar la flecha: propondrían en una eventual ley de reforma la eliminación de la Cámara de Senadores. Los Cambiemos descreen, además, que el peronismo vaya a suicidarse en una elección de Convencionales Constituyentes, en la cual con seguridad quedarían terceros.
Calculador flemático de todos estos avatares, el Gobernador Miguel Lifschitz ya ideó el Plan B: «tengo mi sucesor» confesó, abriendo otro capítulo de electrizantes intrigas. ¿Sería alguien de su riñón político?; ¿tal vez un radical para evitar el desbande aliado?; ¿quizás un «tapado» – o no tanto – juntador de votos?.
Convengamos, amigo lector, que hasta acá nuestra novela de verano va tomando color: hay intrigas, sospechas y muchas expectativas imaginarias.
Y un final incierto con fecha segura: marzo.