Tacuarendí: «Mi nieta está muy grave»

“El estado de salud de Kiara mejoró un poquito, según nos dijeron los médicos ayer. Tenía el corazón más estable, la anemia se fue, la sangre circula mejor. Ahora esperamos un nuevo parte para ver si puede ir a cirugía. La tienen que operar para sacar unos coágulos de sangre que le quedaron adentro. Ella está grave, muy grave”, explicó este martes por la mañana Roxana Mendoza en el hall de la Terapia Intensiva del hospital de niños Dr. Orlando Alassia.

Sentada en un sillón reclinable, con su frazada y sus bolsos a cuestas, ella aguardaba que llegue el mediodía para poder hablar con los doctores sobre su pequeña nieta, de apenas dos años de vida. No sale de su asombro y la bronca e impotencia se le escapan entre los dientes con cada palabra. “Nunca había pasado algo así. Ellos viven en Tacuarendí y yo en Tucumán. ‘Bajé’ cuando me enteré de que mi nieta estaba internada. No sé cómo se llegó a esto. Pobrecita. No me puedo explicar. Encima, nadie me ayuda, ni siquiera lo hace la propia madre, mi hija. Pero Kiarita habló. El sábado a la siesta la llevaron al Samco de Las Toscas. De allí la derivaron a Villa Ocampo y de ahí a Reconquista. Recién entonces ella reaccionó y dijo algunas palabras. Mencionó el apodo de la pareja de mi hija y aseguró: ‘Es malo. Me pega. Tengo miedo’. Entonces le diagnosticaron un cuadro de leucemia y nos mandaron para el Hospital Iturraspe, pero ahí me hicieron unas preguntas los médicos y yo respondí. Entonces se dieron cuenta de que la beba tenía fuertes golpes internos y lesiones en distintos órganos”, relató la abuela.







Dolor de madre

“Yo no tengo dudas -agregó- de que mi nieta sufrió violencia adentro de su propia casa y que tanto mi hija como su pareja son responsables. Porque ella dice que siempre estuvo con su hombre. Si ellos no le pegaron ¿quién fue? Son golpes los que tiene. Le perforaron el hígado. Fue muy doloroso para mí, pero tuve que denunciar a mi propia hija en la seccional 4a. Yo quiero que los detengan a los dos si lo tienen que hacer. Necesito saber cómo mi nieta llegó a esto y quién fue el responsable. Mi hija tiene 19 años y estaba con problemas de adicción. Ahora no sé. Él tiene 17 y es adicto. Ninguno de los dos trabaja”.

Roxana afirmó que “Kiara tiene muchas cosas complicadas. Yo entro y la veo bien. Tiene buen ánimo. La doctora me dice que su cuadro mejoró desde que entró, pero que todavía está grave y que las lesiones se pueden complicar. Por ejemplo tiene un problema en los intestinos que pueden derivar en una peritonitis.

Además, ya me explicaron que mi nietita va a quedar con secuelas. No obstante, la vamos a pelear. Ahora traté de dejar la bronca de lado y me concentré en luchar por su vida, en estar atenta a lo que ella dice y lo que necesita. Dejé que la Policía y la Justicia se hagan cargo del caso, pero cuando Kiara salga, cuando se recupere, voy a luchar hasta las últimas consecuencias para que los responsables paguen y que ella se quede conmigo. Esa beba es un amor. Si está bien te conversa. Siempre me llamaba por teléfono y me hablaba sin parar. Era una lorita. Mi hija me dice que va a volver con su pareja -que quedó en Tacuarendí. Bueno, le dije, mientras mi nieta esté conmigo, vos hacé lo que quieras. Yo siento un dolor muy grande. Yo soy madre. El día que la iban a detener se me caían las lágrimas, porque es mi hija, pero es más fuerte la bronca que tengo”, concluyó la mujer.

Joaquín Fidalgo – El Litoral