Una vez más, las personas dedicadas al esfuerzo diario, a la tarea de emprender, abocadas a la decisión de invertir y generar abundancia, nos vemos sorprendidos por los intentos de imponer regulaciones que, además de impedir el crecimiento económico de nuestra región y del país todo, ya se han demostrado totalmente inadecuadas en el pasado lejano y reciente.
En cualquier sociedad sensata, debiera ser innecesario explicar que cualquier ley que intente poner límites a la decisión de manejar la nómina laboral, termina siendo mucho más un escollo que un respaldo a la creación e incluso al mantenimiento de los puestos de trabajo.
La sola mención, el solo rumor de la posibilidad de la promulgación de una ley de tales características, aún cuando la misma no haya sido aún sancionada o incluso jamás llegue a sancionarse, provoca renuencia a contratar nuevos empleados, cuando no directamente a acelerar la decisión de realizar despidos que, en ausencia de tal posibilidad, jamás se hubieran realizado.
Intentar prohibir los despidos, es equivalente a obligar a seguir contratando servicios, aún en contra de la voluntad o de la real posibilidad económica o financiera de hacerlo. No permitir un despido, es igual a obligar a seguir contratando esa mano de obra, sin importar si dicho servicio aporta o no valor a la empresa contratante.
A ningún dueño de una pizzería honesto, por ejemplo, se le ocurriría pedir que el Congreso sancione una ley que obligue a las personas a consumir las pizzas que manufactura, sin importar los deseos de dichas personas, ni la situación económica y financiera de las mismas. Sin embargo, vemos con estupor que algunos Diputados y Senadores de la Nación consideran apropiado y legítimo obligar a ese mismo pizzero a seguir “comprando mano de obra”. ¿Cuál es la idea de equidad? ¿Qué es lo que se busca con una ley claramente injusta y que ha demostrado en el pasado su total inutilidad?
Si una persona que emplea a otras, sabe que existe una ley que (una vez contratadas) le impide despedirlas si las circunstancias lo requieren, jamás tomará la determinación de realizar las contrataciones en primer lugar. No lo haría, porque la amenaza que para él significa no poder tomar decisiones tan básicas sobre su propio emprendimiento supera con creces la posibilidad de obtener beneficios. El valor de la apuesta es abrumadoramente mayor al premio a obtener. Y nadie compra un billete cuyo costo es mayor al premio en caso de ganar.
Una ley de este tipo solamente traerá pobreza y desocupación. Además de inútil, resulta absolutamente fuera de contexto, ya que no es verdadero que exista en la actualidad en nuestro país una ola de despidos masivos.
Por lo tanto, exhortamos a los legisladores, pero también a las fuerzas vivas de nuestra sociedad a, dedicar nuestros esfuerzos intelectuales y físicos, de una vez por todas, al desarrollo, al crecimiento y a la creación de puestos de trabajo genuinos y sostenibles.
COMISION DIRECTIVA