Se conmemora este jueves, 14 de abril, en todo el país, el Día de la Víctima con Discapacidad por Hechos de Tránsito, con el objeto de sensibilizar y crear conciencia sobre las secuelas y afecciones discapacitantes causadas por los siniestros viales.
En ese marco, la Agencia Provincial de Seguridad Vial (APSV) pone el énfasis en adoptar un compromiso serio con la construcción de una nueva cultura vial que permita reducir el número de víctimas, lesionados y personas con discapacidad.
Decenas de miles de personas, en su mayoría muy jóvenes, resultan heridas cada año en la Argentina en los mal llamados “accidentes de tránsito”. Muchos quedan con discapacidades físicas permanentes.
En el mundo, en tanto, cada año se pierden aproximadamente 1,25 millones de vidas como consecuencia de los siniestros de tránsito, según afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre 20 y 50 millones de personas sufren traumatismos no mortales y, a su vez, una proporción de estos padece alguna forma de discapacidad.
En este contexto, los profesionales de la salud mencionan la teoría del iceberg: lo que se ve en las estadísticas son los costos en atención médica, los administrativos (etapa sumarial y judicial) y los materiales. Pero lo que no se ve es mucho mayor: las décadas de ingresos perdidos por discapacidad y los costos para atenderla.
Un trabajo realizado por el Foro de Investigación en Salud, del Ministerio de Salud de la Nación, apunta que a ese cálculo falta incorporar «la pérdida de ingresos de las personas que cuidan a la víctima y la valoración económica de la calidad de vida perdida, a causa de las lesiones. Este es un costo que paga toda la sociedad”.
Según este mismo enfoque, entre las lesiones no intencionales, las de tránsito ocupan el primer puesto como causa de internación y el 25% de los internados por poli-traumatismos presentó secuelas físicas al alta.
