La sacudida comunidad de Sanford amaneció ayer con la desagradable sorpresa de que las aguas comenzaban nuevamente a subir tras el lento descenso registrado horas antes, lo que aumentó la angustia y el malestar social.
Pero la preocupación se expandió y llegó a otras localidades, como Casilda, cuando se supo que a pocos kilómetros estaban haciendo trabajos para apurar el drenaje del agua hacia el canal Candelaria, lo que podría traer consecuencias a la ciudad cabecera del departamento Caseros.
Así, se expandió el alerta por la región, donde miles de hectáreas permanecen bajo las aguas, pese a que paulatinamente los niveles comenzaban a descender.
Y mientras los habitantes de Sanford dicen que les tiran «impunemente» el agua desde Chabás y Arequito, los de Carcarañá se oponen a que las aguas sean derivadas al río homónimo. Las lluvias y sus consecuencias enfrentan así a localidades hermanas.
En Sanford, la sensación de bronca e impotencia no tardó en visibilizarse cuando un grupo de vecinos se movilizó en vehículos por la ruta nacional 33 y al llegar a la altura del cementerio local estableció en horas de la mañana una suerte de piquete en señal de protesta.
Y a ello se sumaron trabajos, algunos informales, de limpieza y canalización en por lo menos tres puentes para acelerar el drenaje con sentido hacia Casilda y descomprimir así la crítica situación en el casco urbano de Sanford.