VILLA OCAMPO – NOTA DE OPINIÓN – Sin lugar a dudas, en los años 90 se marcó una gran tendencia al despoblamiento del campo en nuestro país y se aceleró a una velocidad sin precedentes en los años que le siguieron. Por Atilio Bruno.
La cantidad de gente que dejo de vivir en las zonas rurales es de terror y sobre todo si pensamos que la gran mayoría está poblando zonas muy marginales a la vera de las grandes ciudades.
Las causas de este fenómeno pasan por las crisis de las economías, pero también por el avance de nuevas tecnologías en la agricultura que desplazaron prácticamente la mano de obra otrora tan necesaria e imprescindible para levantar las cosechas.
LOS MINIFUNDIOS
Lógicamente, a medida que pasan las generaciones de familias campesinas, tampoco se puede pretender que unas pocas hectáreas sean rentables o redituables. De generación en generación la torta se sigue repartiendo y entonces la emigración se hace totalmente necesaria y/ o atendible.
En un informe preparado por el INDEC sobre la población en nuestro país, se advierte que entre 1989 y 1999 las zonas rurales registraron una pérdida neta de casi 800.000 personas. Esta cifra multiplicada por cuatro (que fue la anotada en la década del 70) nos muestra un proceso de despoblamiento de nuestro campo realmente alarmante y a una velocidad sin precedentes, ni hablar- dentro de este esquema- del peón rural, que ya pasó a ser directamente un lindo recuerdo.
Por supuesto que no se trata del chacarero bonaerense o de la papa húmeda en general, que tiene dos camionetas, su auto último modelo y solo espera estar más cerca de la escuela de sus hijos, estoy hablando del pequeño productor chaqueño, santafesino del norte o formoseño, que es prácticamente expulsado porque ya no puede sobrevivir en el campo. La huida- a veces- es tan desesperada, que van a trabajar hasta de colectiveros en las grandes ciudades.
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Ni hablar del productor de los valles calchaquíes o en la puna, donde tienen directamente una subsistencia amplificada por el ingenio y un sistema de vida totalmente primitivo y de eterna resignación…
Dijo Mario Benedetti: “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”.
Atilio Bruno