EN RECONQUISTA – Paseando por Puerto Reconquista un vecino se encontró con esta postal de muerte, que por volúmen impacta como una masacre, lo que le provocó mucho enojo. Un pescador comercial había descargado su cosecha en el frente de su casa y feliz contó de la buena faena de «unos 500 kilos».
Para él era algo natural, tiene que ver con su cultura, su modus vivendi, lo que siempre hizo, en fin, una típica postal frente a su casa que después desaparece en la cámara de un acopiador, el que hará la mayor diferencia, porque ese pescador vive en las mismas condiciones.
Vaciar el río nunca le cambió la vida y la ley lo autoriza. Y curiosamente cuanto más saca, menos futuro tiene.
Es el circulo que no se rompe porque no se generan condiciones para que esa gente viva mejor sin depredar, aplicando su conocimiento para generar ingresos de una manera más virtuosa.
La política, que debería crear un marco que atraiga inversiones que favorezcan el trabajo y los negocios vinculados al río, por ejemplo con turismo, no interviene, entonces sabe el poder que no tiene autoridad para prohibir y deja que todo suceda. Y sucede.
La Provincia de Santa Fe permite por ley masacres como la que aquí muestra el vecino.
El pescador comercial -son centenares los que están habilitados por el gobierno- está habilitado a pescar con mallas en el Río Paraná.
Y obvio que hay quienes lo hacen en lugares de reserva, favorecidos por la falta de controles, los que deberían hacerse en el río, eliminando las artes de pesca prohibidas, no después en el puerto, porque la muerte es irreversible, el daño ya está causado.
Pasan las gestiones, se suceden los gobiernos y la creatividad no se luce. En Puerto Reconquista solo se cambia muerte por dinero, un atentado a un recurso tan valioso con el que se podría generar una explosión de inversiones y fuentes de trabajo.
Vivimos al lado de uno de los mejores lugares del mundo, pero se lo ignora. Otros, con mucho menos, han hecho milagros económicos.
Gustavo Raffin