Cuadro de situación complejo

SCIOLI Y EL DILEMA DE CRISTINA
El cuadro de situación es complejo en el Frente para la Victoria, en razón de ello en los próximos noventa días se producirán novedades importantes y el rol que desempeñará Cristina será crucial. Por Aldo Norberto Bonaveri. 

Daniel Scioli es un caso muy particular de la política argentina, debutó en esas lides hace 20 años con el “pie derecho” derrotando al aparato del PJ en la Capital Federal, convirtiéndose prontamente referente. A partir de allí, asiduamente se destacó por su buena imagen en la opinión pública, sustentada en su comportamiento amigable, predisposición a consensuar, como así una lealtad axiomática a los sectores políticos a los que suscribió (Menemismo, Duhaldismo, Kirchnerismo).

 

En 2003 a instancias de Eduardo Duhalde, integró la fórmula presidencial con Néstor Kirchner, su aporte al binomio fue importante al mostrar una matiz menos confrontativa y, hacerlo más confiable frente a los interrogantes que planteaba en ciertos sectores el santacruceño.

 

Como ocurría con De la Rúa antes de llegar a la presidencia, Scioli ha salido indemne de varias situaciones que para para otros políticos resultaron comprometidas; en tal sentido en nuestro país, la opinión pública no suele ser demasiado exigente con candidatos ambiguos en cuanto a definiciones concretas.

 

Scioli viene pacientemente trabajando para suceder a Cristina previo a la reelección; para el kirchnerismo duro tal posibilidad era considerada una quimera hasta que se abortó la pretensión de modificar la constitución, desde entonces varios son los K anotados, pero ninguno de ellos le hace sombra en las encuestas, a pesar de las dudas y desconfianzas imperantes en los acólitos más radicalizados.

 

La presencia de del gobernador bonaerense en un evento organizado en la costa por el Grupo Clarín, desató duras críticas de sus pretendidos contrincantes aspirantes a encabezar la fórmula presidencial del Frente para la Victoria y, caracterizados dirigentes oficialistas.

 

El primero en dispararle a Scioli fue el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, quien no titubeó en señalarlo como “el candidato de los medios dentro de la interna oficialista”. El presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez sentenció que «En nombre del diálogo no se puede estar bien con Dios y con el diablo». En tanto que el Gobernador de Entre Ríos Sergio Uribarri, enfatizó que Scioli representa un «riesgo de volver para atrás» agregando que «no da garantías de cuidar los logros» obtenidos durante el kirchnerismo y «mucho menos de profundizarlos».

 

Desde el atril de la Casa Rosada, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich tampoco se privó en arremeter contra el hombre que rige los destinos del primer estado argentino: «La línea divisoria de aguas en la República Argentina está clara: o están con los grupos corporativos concentrados o están con este proyecto político que ha transformado la vida de millones de argentinos. Los que quieren jugar a la política lo tiene que hacer en la posición que corresponde. O están de este lado o están del otro lado».

 

Ante estos cuestionamientos Scioli no se aparta de su habitual talante conciliador; su actitud ha sido relativizar las diatribas, dando a entender que él debe abocarse a gobernar la provincia y no perderá el tiempo en responder los cuestionamientos, pretendiendo así restarle entidad a los mismos.

 

La reacción de los competidores internos cabe dentro de la lógica oportunista que es práctica común en la política argentina, pero la reproducción por parte de adláteres calificados del kirchnerismo y, la participación de Capitanich (prácticamente un vocero del Cristina) dejan en claro que la propia presidenta alienta tal confrontación, sobre un suceso menor, que en cualquier sistema con plena consciencia republicana pasaría desapercibido o, bien catalogado de normal.

 

Tratándose de un acontecimiento del Grupo Clarín, por más enfrentamiento que exista entre éste y el Gobierno, de existir un desliz el pecado de Scioli sería menos que venial, si recordamos que durante cuatro años entre el Holding y Néstor Kirchner, la connivencia establecida abarcó intercambio de información privilegiada, línea directa y confidencial, negociaciones de distinta índole y otras prerrogativas.

 

El desdén de Cristina Fernández contra Daniel Scioli, no es novedad; por el contrario el menosprecio data desde los comienzos del gobierno de Néstor Kirchner, reciclándose cada tanto, según el humor y la circunstancias; contabilizándose situaciones donde el gobernador resultó públicamente mortificado, sin que este reaccionara, asumiendo siempre un papel dócil y disciplinado.

 

El cuadro de situación es complejo en el Frente para la Victoria, en razón de ello en los próximos noventa días se producirán novedades importantes y el rol que desempeñará será Cristina crucial. Por estos días además de Scioli, tienen aspiraciones de ocupar el sillón de Rivadavia Florencio Randazzo (por ahora el que mejores chances tiene de enfrentar en las PASO al gobernador bonaerense) Sergio Urribarri, Julián Domínguez, Aníbal Fernández, Jorge Taiana, y Agustín Rossi (los que seguramente no vacilaran en bajarse ante una pedido de la presidente)

 

En la Agrupación La Cámpora que orienta Máximo Kirchner, la idea de romper abiertamente con Scioli va madurando; si bien aún no se han definido por ninguno de los precandidatos es Randazzo quien cuenta con mayores chances de ser bendecido, sin que ello signifique nada determinante habida cuenta de la escasa penetración en la sociedad de dicho grupo.

 

Cristina Fernández tiene frente a si un dilema: respaldar a uno de los contendientes del Gobernador, encolumnando a los demás postulantes o, en su defecto “aceptar” el mejor posicionamiento de Scioli, en este caso nada será gratis; seguramente impondrá el compañero de fórmula ¿Axel Kicillof?, digitando en cuanto le sea posible la lista de candidatos a legisladores nacionales.

 

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