LEYENDO EL EVANGELIO – La celebración de la Pascua no tiene fecha fija, esto hace que la Cuaresma tampoco comience cada año el mismo día. Por Celia Escudero.En el tiempo que transcurre entre la fiesta del Bautismo del Señor y el miércoles de Ceniza, la Iglesia da comienzo al tiempo litúrgico que llamamos el tiempo ordinario. Este tiempo que luego se retomará al finalizar el tiempo pascual.
Este tiempo presenta en las lecturas del Evangelio a Jesús en su vida pública. Lo vemos llamando a sus discípulos, predicando, encontrándose con la gente…Considerando que la Palabra de Dios es algo vivo, que tiene fuerza especial, debemos estar atentos para no caer en una rutina sin sentido pensando, esto lo leí muchas veces, ya lo conozco.
Esta actitud, además de encerrar cierto orgullo sin sentido, nos cierra a la posibilidad de que el Señor a través de su Espíritu nos sorprenda, nos ilumine esa Palabra, para que tengamos una mirada nueva, más profunda, que pueda cuestionarnos e iluminarnos.
Eso es lo que nos permite seguir creciendo como cristianos, como hijos de Dios. Si asumimos esa actitud, nos estaremos preparando mejor para asumir el verdadero espíritu de la Cuaresma. Estaremos algo más preparados para revisar nuestras actitudes de vida, nuestra manera de relacionarnos con el Señor y con las demás personas, repensar cómo es nuestra oración, nuestra valoración de los sacramentos, nuestra inserción en nuestra comunidad.
Muchas personas reducen la vivencia de la Cuaresma a la privación de ciertos alimentos, en determinados días, muchas veces ignorando cual es el sentido de esas privaciones, que no pueden ser simplemente costumbres. Que existen y se aconsejan porque tienen un sentido en si mismas.
Cada vez que escuchemos proclamar y explicar el Evangelio, como cuando lo leemos personalmente, en nosotros debería quedar una pequeña huella, un rastro que nos haga pensar y nos ilumine para poder crecer en nuestra fe, nuestra esperanza y en el amor.
Esto debería ser así siempre, pero al acercarse la Cuaresma, es bueno que lo pensemos, por si no lo sabíamos, o lo habíamos olvidado. Debemos recordar que Jesús enseñó no sólo con sus palabras, su manera de actuar, de acercarse a las personas, de acogerlas y relacionarse con ellas, también nos enseña.
Desde de la Palabra, podemos asumir una nueva actitud, que con la ayuda del Señor, que siempre nos brinda su gracia, nos coloque en una nueva actitud que nos permitirá vivir mejor ese tiempo profundo y lleno de riquezas que es la Cuaresma.
Celia Escudero – ocampense