Crítica a la capacitación del Ministerio de Educación

SADOP PROVINCIAL – Una docente, afiliada a SADOP, cuya sinceridad y honestidad no se pone en dudas, mediante el humor critica profundamente a lo que el Ministerio llama Capacitación. Específicamente se refiere a la Jornada del 18 de febrero pasado, organizada por el gobierno provincial.CONVOCATORIA
El lunes, ni bien llegue a la escuela, me encontré con la novedad.  «Chicas… hay circular nueva…»- comunicó la secretaria con voz burlona y sus lentes resbalándose por su nariz regordeta.

Me dirigí expectante hacia la carpeta de circulares. 18 de Febrero:
CONVOCATORIA DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN – Jornada interdisciplinaria «Te encuentro y me encuentro».

Ya el título asustaba un poco.

Me acerqué a mis compañeras, que no paraban de vociferar «otra vez el ministerio con estas pedorradas, porqué no salen del despacho con aire acondicionado y proponen cosas que realmente nos sirvan, que nos enseñen, que yo no voy a ir, que me pido imprevisto, que se vayan todos al carajo….» (y sigue…).

La obediente de siempre (o sea yo) mientras recibía el mate cocido que me pasaba mi compañera de mechitas doradas (tengo la convicción que hay peluqueros especializados en el look docente) sostenía con una devoción de apóstol obediente y acrítica, acuñada en mi mapa genético desde el primer guardapolvito y que seguramente algún día tendré que tratar con mi terapeuta, les dije:

» ¡¡ No podés faltar, lo ordena el MINISTERIO ..!!»

mientras pensé ingenuamente «capaz que esté bueno».

Viernes a la mañana. Dia del encuentro.

Te encuentro, me pierdo, me encuentro, te pierdo y siempre me volvés a encontrar… (especialmente los del Ministerio).

Llueve copiosamente. El cole se demora. Tengo mojados los pies.

El paraguas barato que compré de oferta ya se me rompió.

Subo al cole. Me sigo mojando. Estaciona lejos. Puteo. Subo. Tarareo «estoy saliendo con un chabón» . Me bajo. El paraguas devino en escultura cubista. Llego a destino.

Gimnasio muy grande de escuela muy grande. Pienso mala acústica y mucho grito. Distingo a mis compañeras que curiosamente están de buen humor. Le pongo onda a la cosa. Las provoco:»¡Aha!…al final les gustó encontrarse!».

Hacia el costado se despliegan tablones con mantelería artesanal de flores de papel crepe sobre extensos afiches, reforzando lo creativo de este encuentro. Allí hay saquitos café, te y unas cuantas bandejas con medialunitas secas.

Hay situaciones, paisajes humanos, que se repiten en los ámbitos educativos, uno de ellos es cuando se presenta la oportunidad de comer gratis. Es claro que no importa la oferta, pueden ser sanguches de cebolla, aserrín y remolacha asiática, las docentes no le hacen asco a nada, siempre que sea mucho y sin costo para el masticador.

Sin inhibiciones, se abalanzan sobre las mesas. Sus miradas expresan lo que sus mandíbulas reafirman con cada masticada.

Uno podría pensar que hace mucho que no comen, pero no, es un síndrome: el de la muerta de hambre.

Apoltronamos generosamente los traseros del gremio docente y hace su aparición una señora con chal y trajecito color manteca, micrófono en mano nos da una dulce bienvenida y nos dice que la vamos a pasar genial, que ésta no es una jornada más, nos promete que vamos a salir renovadas y con energía para emprender el nuevo ciclo lectivo. Parece un miembro de la Iglesia Universal y los Hermanos de Cristo en Apostolado Perpetuo. Ella es un ser de luz, que nos va indicar el camino hacia la felicidad junto a los educandos… que lo esperan todo de nosotras que somos mucho más que meras trabajadoras, somos profesionales autogestionadas con capacitación circular y circulante, que pondera nuestra vocación, mejora nuestros estándares biocurriculares, nos brinda la posibilidad de movernos entre los parámetros consabidos de los NAP, CBS, PAP, (que se supone que todas sabemos lo que significa esa jerga que sólo imponen los funcionarios ministeriales y te hacen sentir que si no la sabés no estás en la «pomada», así que uno pone cara de que entendió para no quedar como ignorante….y las otras también….). Esta jornada vivencial (porque curso queda chico) nos instaura en una sana competitividad demostrando que tenemos garra, que podemos y que debemos…(o sea profesionales con garra de tigre con sueldo de gatito)

Con qué amalgamar este sublime momento?

CON LOS LENGUAJES ARTÍSTICOS.
Los lenguajes artísticos no son otra cosa que música, dibujo, plástica, actividades prácticas y una pseudo gimnasia denominada expresión teatral que no es más que un ejercicio de arrastre y toqueteo bastante incómodo. Todo esto se dio en los ámbitos escolares desde siempre, con otros nombres más comunes, pero que ahora se «abordan» desde otro lugar.

La extraña dama da por inaugurada la jornada y se retira, probablemente para dar una vueltita por el centro y comprarse zapatos y algún otro trajecito coqueto.

Arremeten las coordinadoras. Como ellas manejan los lenguajes artísticos lucen extrañas vestimentas, y parecen ser parte del desfile de las grandes colectividades, representando diferentes etnias. Una parece hindú, otra africana, otra indigente nomás. Pero todas ellas, se desplazan con soltura y se sonríen cada dos segundos, ratificando la promesa de la doña del trajecito.

«Acérquense…vamos a conocernos». Qué frase tan previsible y tan…temida.

Yo no quiero conocer, yo no quiero encontrar ni que me encuentren…si siempre nos vemos…pero …ya caímos en la trampa.

«Vamos a separarnos por grupos, según el color de la bombacha» . Stop. Rebobino. Escuché bien? Si así arrancamos la jornada, esto no para hasta el suicidio en masa.

Por supuesto, no todas son tan fatalistas como yo y la mayoría se prende a la propuesta indecente. Jocosamente se señalan, enseñando inclusive sus prendas intimas entre risas escalofriantes y pícaras. Una de mis compañeras, muy zarpada, susurra que no usa ropa interior. Instintivamente me alejo, visiblemente trastornada.

Y sigue una larga lista…

«Ahora de éste lado, las que anoche durmieron acompañadas y las que anoche durmieron solas.»

Esto va de mal en peor, pienso. Antes de suicidarnos en masa, vamos a hacer una orgia.

Un poco molesto, uno de los tres maestros que hay, dice: «¿y para que nos hizo a hacer lo anterior?, ¡le mostré el color del calzoncillo a mis compañeras!…¡Qué vergüenza!».

«De este lado…» continua la del turbante- la hindú- …No termina más con las clasificaciones. Yo, ya bastante malhumorada, no me muevo del grupo: soy simultáneamente la del calzón turquesa, que anoche durmió acompañada, que nació en verano, que desayunó con mate y le gusta estar abajo -sí, una de las consignas era: «de este lado, las que les gusta estar abajo y acá, las que les gusta estar arriba». Quién le escribió el libreto: ¿Alejandra Rampolla?

No soy nada de todo eso, pero con tal de no seguir moviéndome como una pulga huérfana de perro…

Al final de tanto papelón organizado, dividen en tres grandes grupos por número.

¡BUÉ!!…¿Qué mejor y más sano que eso?…

En una segunda etapa de la vivencia nos trasladamos a la salita verde. Nos sentamos en ronda en unas sillitas verdes donde muchos culos sobraban. Una maestra que estaría en vías de jubilación me mira y me dice con gesto de dolor: «esto le hace mal a mi columna». Le contesto que no sólo a la columna. Sin ahondar en detalles. Después vienen las presentaciones donde yo vuelvo a tararear mentalmente «estoy saliendo con un chabon» porque no me importa ya saber de nadie.

Nosotras somos presentadas por una de mis compañeras y yo asiento con la cabeza y sigo balanceándome como una autista.

Luego, empezamos a movernos por todo el espacio, y cuando nos encontramos o chocamos con alguien debemos susurrarles al oído lo que se nos venga a la cabeza. A todas las que me cruzo les sonrío solamente mientras ellas dicen algo que yo no entiendo en la mayoría de los casos porque soy medio sorda.

«Y ahora…jugamos a ser actores: vamos a representar estatuas.»

Dispara la que parece africana.

A nosotras nos toca representar: Homenaje a la Escuela.

A mi grupo le parece maravilloso y una, muy entusiasta, nos arma como si fuéramos piezas de rasti.

Quedamos así: las mas petisas, entre las que me encuentro, somos como una puerta humana, ponemos las manos en un gesto que insinúa una cálida bienvenida, las más lungas son como un techito, otra se hace un bicho bolita en el piso y otra alta como una jirafa y sin gracia como un mástil, simula un mástil y con sus brazos extendidos cual bandera almidonada e inmóvil.

Nadie adivina lo que simbolizamos.

Acto seguido, nos toca representar una foto, una escena cotidiana, figurita repetida en todos los establecimientos educativos.

Nuestra consigna es encarnar a un grupo de madres en un primer día de clases. Nos jugamos un poco más y apelamos a nuestros recursos dramáticos…un poco limitados. Mientras imaginamos cómo hacerlo, yo pienso en otras situaciones para representar: «La maestra esta loca «, «Asesinando al niño», » Por qué estudié esto?».

En fin, a la hora de las devoluciones alcanzamos el objetivo actitudinal, conceptual y eventual.

Llega la hora del mediodía y las fieras vuelven a tener hambre.

El menú sigue siendo medialunitas con infusiones.

No falta quien dice: «che, podrían haber comprado unos sanguchitos.».

La sorpresa viene al ratito de empezar la comilona. Entre la fauna hambrienta surge la figura de la mismísima Ministra de Educación, con una trajecito mucho más lindo que la presentadora, portando una flor de raso colores pastel en la solapa, caminando por el pasillo como si fueran las aguas del Jordan. «Buenos días, buen provecho…», obsequia con una amplia sonrisa ministerial.

El cardumen de pirañas no para de masticar… «Ñdias, ñias».

Volvemos con la panza llena y seguimos jugando y descubriendo las bondades de la biodanza, la terapia grupal, el Feng shui, el horóscopo maya, chino, marciano…

«Ahora pensemos en un final que sintetice todo lo vivenciado, para compartir con los otros grupos»… dice la que tiene el look ecléctico – la que parece indigente.

Seguimos haciendo papelones.

Terminamos bailando como locas del Moyano – nos faltan los camisones – alrededor de unos libros, mientras un grupo nos alumbra con unas linternitas…

Debemos sugerir algo así como que la cultura nos abre, nos flexibiliza y , en este caso: Nos ridiculiza.

A mi me da cosita cuando ponen en las circulares:»Ir con ropa cómoda» , porque se que eso significa rodar por el piso, arrastrarme y abrazarme toda traspirada con extraños…simulando cavar un hoyo hasta hallar la luz al final ..con los problemas de huesos que una ya tiene.

Por supuesto, no falta la rondaredonda que todas hacemos al final- final. Todos unimos nuestras manos, mientras corremos en circulo al son de Baglieto que grita. «Todavía me emocionan ciertas cosas…»

Las que coordinan nos sacan fotos para seguramente hacer un power point , subtitulado con leyendas cursis, o con una voz en off relatando lo bien que la pasamos, la conexión que hay, la maravillosa propuesta transformadora que todos los docentes necesitamos, mientras se escucha a lo lejos, por lo menos en mi cabeza, «que mentirosa, que mentirosa…»

Eledé
Sadop Provincial