SALUD – El cardiólogo intervencionista Claudio Cigalini apuntó a la necesidad de implementar políticas públicas de control de la hipertensión arterial como la forma más efectiva de disminuir el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico, también llamado stroke.“La hipertensión arterial es considerado el factor de riesgo más prevalente en la población —agrega Cigalini—, que no sólo desencadena el ACV sino también otras complicaciones cardiovasculares, como el infarto agudo de miocardio, que representa la principal causa de muerte en estos pacientes”. Si bien en Rosario no existe un relevamiento en cuanto a la incidencia del stroke, las estadísticas internacionales dan cuenta que se presentan 160 casos cada cien mil habitantes, lo que extrapolado a la ciudad alcanzaría 3200 episodios por año.
El ACV isquémico se produce cuando un vaso sanguíneo que    transporta oxígeno y nutrientes al cerebro se obstruye por completo. Sin oxígeno, las neuronas del área afectada del cerebro no pueden funcionar adecuadamente y mueren en pocos minutos (por lo general de 3 a 4 minutos). Cuando las neuronas no funcionan, la parte del cuerpo que controlan tampoco. Los efectos devastadores de un ataque cerebral grave con frecuencia son permanentes porque las neuronas muertas no se reemplazan. “Cuando se presenta el ACV siempre deja secuelas —subraya el médico—, las que serán más graves de acuerdo a la localización y a la premura con que se encare el tratamiento”.
Debido a la gravedad de las secuelas que ocasiona el stroke, Cigalini recuerda que los síntomas más frecuentes son el adormecimiento, debilidad o parálisis repentinos del brazo, pierna y cara, especialmente del mismo lado del cuerpo; dificultad repentina para hablar o entender; trastornos repentinos de la visión; mareos; pérdida de la estabilidad o incoordinación repentina. “Es muy importante saber reconocer los síntomas, ya que una vez instalados, existe una estrecha ventana de sólo 3 horas para iniciar el tratamiento que apunta a disolver los coágulos y desobstruir la arteria”, afirma el director del Servicio de Diagnóstico y Tratamiento Endovascular del Sanatorio Los Arroyos.
En ocasiones estos síntomas se presentan en forma transitoria, durando escasos minutos sin dejar secuelas, pero lejos de ser un problema pasajero, constituye un aviso de la aparición de otro ACV que va a dejar una secuela grave y permanente en los próximos días.
En orden de importancia para la prevención del stroke el médico ubicó primero el control de la hipertensión arterial. “El adecuado tratamiento de este factor de riesgo ha demostrado disminuir en forma significativa el riesgo de padecer un ACV”, dice. Le siguen el tratamiento del exceso de colesterol y la diabetes. Reconoce también que las campañas contra el hábito de fumar y el consumo excesivo de alcohol, así como la promoción de una actividad física contínua, “son medidas con mayor impacto a nivel poblacional”.
“La edad es otro factor de riesgo ya que el ACV isquémico es más frecuente en mayores de 60 años, aunque eso no quiere decir que no pueda presentarse a más temprana edad”, subraya.
Imágenes reveladoras. En cuanto a los métodos de diagnóstico que permiten anticipar la aparición de un ACV, el médico señala la resonancia magnética, que permite detectar mínimas lesiones cerebrales en personas sin síntomas, y la tomografía computada Multislice, que no sólo permite detectar obstrucciones arteriales, sino que a través del análisis de la placa aterosclerótica permite identificar a los pacientes con más riesgo.
La presencia de obstrucciones en las arterias carótidas constituye también un marcador de riesgo de complicaciones cardiovasculares. De hecho, la mayoría de las muertes ocurre por un infarto agudo de miocardio. “Esto obliga a realizar pruebas no invasivas como el eco doppler, que sirven para la detección de la enfermedad coronaria en los pacientes con obstrucciones carotídeas”, sugiere Cigalini. El tratamiento más efectivo en caso de obstrucción es la angioplastia carotídea con implante de stent, que es sugerido como un método con menos riesgo de complicaciones y rápida recuperación. “Estos pacientes deben ser manejados por grupos interdisciplinarios que incluyan neurólogos, cardiólogos y especialistas en medicina vascular”, subraya.
Fuente: www.lacapital.com