Un plan que hace 20 años contribuye a la equidad social

PRO HUERTA – Este proyecto -que se enmarca dentro del Plan Nacional de Seguridad Nacional del Ministerio de Desarrollo Social y es implementado por el INTA- cumple 20 años. Asiste a 3,5 millones de personas, a 630 mil huertas familiares y 148 mil granjas en todo el país.Carlos Casamiquela -presidente del INTA- destacó que “el Pro-Huerta es uno de los proyectos que más se arraigó en la sociedad. Ya con 20 años es un modelo y un ejemplo de cómo se puede ofrecer capacidad para abastecer y ayudar a otros sectores mas desprotegidos de la sociedad y no tradicionalmente vinculados con el INTA”.

Por su parte, Roberto Citadini -coordinador nacional por INTA de Pro-Huerta- recuerda aún con emoción las palabras de uno de los actuales participantes del programa: “Vivía cartoneando y ahora vivo de lo que cosecho en mi huerta”. Hoy ya hace 20 años que este plan contribuye a la equidad social mediante la enseñanza de trabajar la tierra con las manos y ver crecer el fruto transformado en sustento diario.

Cittadini explicó que “el Pro-Huerta llega a lugares en los que no existe institución alguna, reconstruyendo el tejido social de las comunidades y fortaleciendo las redes y organizaciones existentes en el territorio”.

Como resultado de las acciones realizadas, cerca de 3,5 millones de personas de 3.600 localidades, barrios y parajes de todo el país producen sus propias hortalizas, frutas, carne y huevos. Esto permite diversificar y equilibrar su dieta ya que las huertas que producen las familias participantes permiten satisfacer el 72 % de su demanda diaria de vitaminas y minerales (hierro, calcio, fibras, vitamina A y C).

Las acciones que se realizan incluyen la dinamización de redes sociales, la capacitación de promotores voluntarios y la población involucrada, la asistencia técnica, el acompañamiento sistemático de emprendimientos y la provisión de semillas y planteles de granja.

Así, el programa “se convierte en una herramienta que va más allá de garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de esas poblaciones”, completó.

Por esto es que se desarrollan tecnologías apropiadas y experimentación adaptativa aplicadas a la pequeña producción orgánica: herramientas e implementos con material reciclado, ensayos de comportamiento de distintas especies hortícolas con prácticas orgánicas, diseños de cercos, macrotúneles e invernáculos con materiales locales o reciclados, ensayos y experiencias demostrativas en compostaje y prototipos de desecadores familiares, entre otras.

Enredados…

Este plan abarca a todas las provincias del país, con presencia en más de 3600 localidades. Además, cuenta con la colaboración del voluntariado, mediante 19.000 promotores o agentes multiplicadores que acompañan la labor de alrededor de 700 técnicos intervinientes.

Esta red de vinculación comprende más de 9.600 instituciones, entidades de todo tipo, entre las que se destacan: municipios, centros educativos organizaciones de base, hospitales, centros de salud, entidades religiosas, minoridad y personas con capacidades especiales, centros de jubilados, organizaciones no gubernamentales, programas y organismos provinciales.

De las 630.000 huertas familias asistidas y las 148 mil granjas el 33 por ciento corresponde a áreas rurales, el 40 a áreas urbanas y el 27 a grandes ciudades.

Este programa organiza su operatoria en dos campañas anuales: otoño-invierno y primavera-verano debido a la estacionalidad en la que hay que trabajar las diferentes producciones.

Cada uno de estos lanzamientos es multitudinario y sirve para lograr una amplia difusión del trabajo realizado y de las prestaciones que ofrece el Pro-Huerta. Estos espacios son clave para incorporar voluntarios quienes son capacitados por técnicos del programa para que puedan, a su vez, guiar el trabajo de las familias, alumnos, estudiantes y actores de organizaciones comunitarias.

Por esto, es importante la capacitación progresiva, la participación solidaria y el acompañamiento sistemático de las acciones en terreno. Es estratégica, así, la intervención activa de promotores y de redes de organizaciones de la sociedad civil.

“Es conmovedora la tarea que realizan los técnicos y promotores de Pro-Huerta en todo el país. Es un programa que está atravesado por el compromiso de todos los que lo forman”, resalta Citadini.

Es por esto que en forma permanente el plan constituye redes nacionales de técnicos y realiza capacitaciones a quienes producen con sus propias manos los alimentos que llevan a su mesa.

Los contenidos de la capacitación incluyen técnicas de autoproducción con modelos ambientales sustentables –orgánicas, agroecológicos, sin agroquímicos-, educación alimentaria y ambiental, aprovechamiento y conservación de lo producido.

Para esto Pro-Huerta provee de los elementos necesarios para la iniciación de los diferentes modelos de autoproducción: semillas hortícolas, plantines de frutales, animales de granja y material didáctico.

En muchos casos: “Además de la autoproducción, muchos huerteros suelen asociarse para vender el excedente en ferias o en sus propias huertas. Y eso excede el cubrir la seguridad alimentaria ya que deja redes sociales muy fuertes como lo es aprender a trabajar unidos, realizar trámites, autorizaciones para las ventas… Y allí es donde el Pro-Huerta deja una huella muy positiva en la cultura e idiosincracia de quienes lo forman”, expresó el coordinador nacional por el INTA.

Este programa cuenta con una fuerte penetración territorial, valoración social y eficacia para la incorporación en la dieta de alimentos frescos, lo que constituye una herramienta para mejorar y diversificar la alimentación de sectores socialmente vulnerables, particularmente frente a situaciones de desnutrición crónica por insuficiencia de micronutrientes.

Una marca

Como parte de los festejos por los 20 años, Citadini adelantó que “se trabaja en implementar la marca Pro-Huerta como una forma de acompañar los productos que producen quienes pertenecen al programa. Será una forma de identificar el origen de lo que ellos elaboran”.

Y habrá más: “En esta línea estamos por crear el sello de conformidad de producción agroecológica que certificará las buenas huertas, aquellas que hacen bien el trabajo cotidiano. Si bien será un reconocimiento honorífico es un buen aliciente que permitirá al huertero ganar en confianza y seguir con más orgullo su labor”.

Cosecha

Como quien surca la tierra con sus manos y protege la semilla para que crezca fruto listo para consumir. El programa Pro-Huerta cosecha sus objetivos a lo largo de estos 20 años de existencia: “Dentro de los logros que hoy tenemos el orgullo de enumerar está el llegar a una amplia porción de la comunidad que necesita generarse la autoproducción de alimentos frescos, haber penetrado en la comunidad educativa a través de escuelas de todo el territorio, mejorar la autoestima de muchas familias que hoy tiene un ingreso digno”.

Y siguen: “Es una satisfacción haber implementado tecnologías propias aplicadas a las necesidades de los huerteros y generar ciudadanos más comprometidos con el medio ambiente desde el ámbito escolar que se propala a las familias”.

Roberto Citadini, también explica que de aquí en más a todo lo hecho se debe “profundizar en la tarea que se realiza en el territorio en la que debemos incluir con más fuerza a todos los sectores que necesiten ayuda. Hay un desafío potencial muy grande en lo que nos espera en el horizonte”.

En este sentido, el coordinador nacional de Pro-Huerta resaltó el compromiso de fortalecer las acciones de trabajo del programa en diferentes puntos del país con poblaciones originarias.

En la actualidad, el eje del trabajo con estos sectores se centra en el respeto cultural generando estrategias en pos del desarrollo de las comunidades originarias, llevando a cabo tareas de rescate de especies nativas y formas de producir y cocinar los cultivos locales.

Horizontes

La experiencia del Pro-Huerta es principal y fundamentalmente importante por la centralidad social del problema que aborda, una necesidad básica central como es el problema de importantes grupos sociales que se ven privados del acceso a la alimentación sana y saludable acorde a sus necesidades.

En esta línea el Pro-Huerta representa un caso inédito de promoción de la autoproducción alimentaria ya que no existen antecedentes de programas masivos y sostenidos de estas características.

Además, este programa representa una importante experiencia de aprendizaje y evolución en el campo de las políticas sociales que aporta a su propia transformación como así también a la transformación del conjunto del sistema de políticas sociales.

Esta experiencia aporta a la reflexión y resignificación de la problemática del acceso a la alimentación, los modos dominantes de producción, distribución y consumo de los alimentos, el debate sobre el desarrollo territorial y el rol de la agricultura familiar.

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