FLORENCIA – NOTA DE OPINION – Los representantes argentinos están llevando adelante las negociaciones para avanzar en la relación comercial e incluir el tema de la comercialización de aceite de soja en la agenda bilateral Argentina – República Popular China. Tema que por otra parte surge de la impericia comercial de nuestros funcionarios, un típico ejemplo del efecto mariposa. Por el Ing. Agr. Fernando Zanier.Pero más allá de cómo se resuelva este escollo, el conflicto puso sobre el tapete uno de los costados flacos de la Argentina. Las nuevas normas podrían servir para incrementar los envíos de soja y de aceite de soja de países como Estados Unidos y Brasil. Al mismo tiempo, también podrían llevar a una disminución de las importaciones de la Argentina.
¿Otra vez nos aventaja Brasil? Mal que nos pese, nuestro vecino nos dio sobradas muestras de su madurez comercial y de un sentido mucho más agudo que el nuestro de las oportunidades de crecimiento a nivel global.
Brasil era nuestro principal comprador de trigo. Cuando la Argentina no pudo comprometerse a abastecerlo –por el freno a las exportaciones como medida local- no sólo buscó rápidamente nuevos proveedores sino que, además, generó incentivos a sus propios productores de la región central para incrementar su producción interna; aún cuando en la zona sólo es posible mediante el sistema de riego.
Si bien en la oleaginosa, la producción brasileña es notablemente superior en volumen, también lo es la demanda asiática actual y futura. La necesidad de consumo de China es una realidad. Lo que evidentemente no está garantizado es que la Argentina sea imprescindible como proveedor.
En el plano local, la decisión de incrementar el kilaje mínimo que debía ingresar a Liniers produjo la desaparición de una categoría, lo que implica que los compradores de más de 280 kilos se topen con nueva competencia, los antiguos demandantes de menos peso. La regla básica de la economía que indica que la menor oferta conduce a una suba de los precios se cumple aquí con la precisión de un reloj suizo, como lo demuestra la reciente suba del valor de la Hacienda en pie.
En un panorama oscuro como el que vive la ganadería, lo único que queda claro es que sin una visión integradora de la actividad perdemos todos: Productores, Estado y consumidores. Los primeros, porque no reciben señales de estabilidad para aumentar su rodeo, por el contrario, se les exige conservar el animal más tiempo en los campos. El segundo, porque pierde recursos con medidas compulsivas y lo único que logra es emparchar la situación con complicados sistemas de compensaciones y subsidios que no llegan a todos. Por su parte, los ciudadanos que sólo pueden responder a la inflación reduciendo su consumo al mínimo posible ponen en juego su calidad alimenticia.
De todas las problemáticas que rodean al agro, la única que ha recibida una merecida atención por parte del Poder Ejecutivo fue el bloqueo chino a los embarques de aceite de soja. Pero no es casual, porque en juego hay 700 millones de dólares en concepto de retenciones que el Gobierno no puede resignar. Esta semana, la FAA volvió a la carga con el tema retenciones. Buzzi lo expresó de este modo: “El 35% de retenciones es confiscatorio para los productores, y el gobierno lo utiliza para pagar la deuda externa en vez de la interna, en el mismo país donde hay 12 millones de personas por debajo de la línea de pobreza”.
Ing. Agr. Fernando Zanier