¿Energía hecha en casa?

FUENTE ALTERNATIVA DE ENERGÍA – La generación de energía a partir de fuentes alternativas –como residuos orgánicos y plásticos– permitirá, en un futuro no tan lejano, que hogares e industrias sean energéticamente autosuficientes. ¿Es posible? ¿Cómo? Pase y vea.Lejos de ser una utopía, la posibilidad de abastecerse energéticamente a partir de residuos y plásticos es una realidad en varias ciudades del mundo. Y con respecto a la expansión de este fenómeno a más destinos, los especialistas en la materia muestran gran optimismo. Uno de ellos es el economista Jeremy Rifkin, asesor de la Fundación Tendencias Económicas y consultor del ex vicepresidente estadounidense Al Gore, quien vaticinó en una conferencia reciente que los hogares y las pequeñas y medianas empresas podrán generar su propia energía y almacenarla en baterías de hidrógeno.

“Técnicamente, esto es posible”, asegura Horacio de Beláustegui, licenciado en Ecología y Recursos Naturales y director de la Fundación Biosfera. “Los desechos orgánicos, que constituyen la mitad de los residuos domiciliarios, son la materia prima que se necesita para generar el biogás, una mezcla de gas producido con bacterias que actúan sobre la biomasa, compuesto en un 70% por metano y un 30% por dióxido de carbono, con trazas de otros gases”, explica de Beláustegui. Este tipo de residuos se trata con un biodigestor, que es la herramienta que trabaja sobre los materiales orgánicos en condiciones anaeróbicas (sin presencia de oxígeno). “Tirar los residuos orgánicos a la basura es como tirar combustible en un pozo, es un derroche de energía”, sintetiza el especialista.

En el caso de los plásticos, el recupero es aún menor: estudios ambientales en la Unión Europea calculan que, a nivel mundial, sólo se recicla un 20% del plástico que se produce, y el resto va a parar a la basura, cuando un gran porcentaje de ellos, con un tratamiento adecuado, podría generar electricidad, calor y combustible.

“Las ventajas de utilizar fuentes alternativas de energía son múltiples”, señala de Beláustegui. “Se reduce el consumo de energía proveniente de recursos no renovables y la emisión de gases de efecto invernadero, al tiempo que disminuye a la mitad la cantidad de residuos que se vuelcan en los rellenos sanitarios, que hoy están colapsados y contaminan aire, agua y suelo”.

Comunidades modelo

Los países pioneros en este tipo de experiencias son los europeos, donde centenares de municipios ya valoran y aprovechan la energía proveniente de los desechos orgánicos. Así, en la ciudad francesa de Lille, los colectivos funcionan con el biogás generado por los residuos de los mismos ciudadanos. Otras ciudades lo transforman en electricidad para la iluminación pública, y en calor, para la calefacción de los edificios públicos.

En nuestro país hay algunas comunidades modelo, como Colonia Emilia, una población de 800 habitantes ubicada en la provincia de Santa Fe, en la que funciona el biodigestor de la primera comuna de la Argentina, que transforma la totalidad de sus residuos domiciliarios orgánicos en biogás y abono. El tratamiento de la basura que producen sus propios ciudadanos genera un caudal de biogás que sustituye unos 15 kg de gas envasado por día.

Si bien la tecnología ya está desarrollada, todavía no es competitiva porque no hay financiamiento en todos los sectores.

Groppelli sostiene que el primer paso hacia una comunidad como Emilia es el correcto tratamiento de los residuos domiciliarios y la diferenciación entre residuo orgánico e inorgánico, como plástico, vidrio, papel y latas. Además, advierte que con una buena gestión de residuos, se puede recuperar el 70% de lo que hoy se tira a la basura y, al mismo tiempo, cuidar el medioambiente.