“Los riesgos de la alcohorexia”

ALCOHOREXIA – A nivel mundial y local, crecen los casos de un trastorno que combina anorexia y alcoholismo. Afecta, en su mayoría, a mujeres jóvenes y adolescentes que renuncian a alimentarse para poder tomar alcohol en exceso sin engordar. Los especialistas explican las causas de este mal y aconsejan cómo tratarlo.Un nuevo trastorno alimentario preocupa –y mucho– a los especialistas que alertan sobre un creciente número de casos de “alcohorexia”, un mal que, según se estima, ya padecen muchos jóvenes en la Argentina. Desde la Subsecretaría de Atención a las Adicciones del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires señalan que se trata de “una moda incipiente, pero peligrosa”.

La “alcohorexia” es un trastorno que combina la patología de la anorexia con un alto consumo de bebidas alcohólicas. “Desde hace ya dos años, nos encontramos con chicas de hasta 25 años que creen que el alcohol fija las grasas, por lo tanto, saltean comidas o no comen nada durante el día para poder beber alcohol en exceso durante la noche –señala Marcelo Bregua, psicólogo especialista en trastornos alimentarios, y coordinador de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA)–. Como no tienen intención de renunciar al alcohol, pero tampoco de subir de peso, dejan de comer para poder beber mucho más de lo que deberían”.

Si bien no se trata de una cuestión de un solo género, la mayoría de los casos se presenta en mujeres adolescentes. “La alcohorexia afecta, principalmente, a jóvenes de hasta 25 años, en general de clase media o alta (aunque no es exclusivo de este fragmento de la sociedad). En la medida en que se tipifique como patología, podremos hablar de números certeros; por ahora, podemos decir que se trata de un trastorno cada vez más frecuente”, advierte la médica toxicóloga Mónica Nápoli, miembro de la Asociación Toxicológica Argentina (ATA).

Los especialistas coinciden en señalar que quienes sufren de “alcohorexia” no son necesariamente alcohólicos. “Es probable que, en muchos casos, no presenten síntomas de abstinencia ni tengan la necesidad de beber a diario, sino que lo hacen en el marco de una salida con amigos. Tiene más que ver con un consumo social que con uno individual. La ‘alcohorexia’ acompaña una tendencia a tomar en exceso que se volvió una moda, como los cuerpos perfectos”, comenta Olga Ricciardi, titular de la cátedra Desórdenes alimentarios, bulimia y anorexia de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y directora del Centro Especializado en Desórdenes Alimentarios (CEDA).

Las consecuencias de este fenómeno van desde trastornos intermedios –como gastritis, patologías psicológicas y enfermedades hepáticas– hasta el coma alcohólico e incluso, en casos extremos, la muerte. “Se suman los efectos de la desnutrición y los trastornos psicológicos propios de la anorexia, a la toxicidad del sistema nervioso central y el aparato digestivo que, en estos casos donde las personas están mal nutridas, resultan aún más afectados”, explica Nápoli.

A ello hay que agregarle el riesgo que supone el consumo excesivo de alcohol a corto plazo: inhibe, gradualmente, las funciones cerebrales, y afecta emociones, procesos de pensamiento y juicio. Asimismo, altera el control motor, las reacciones y la capacidad de concentración, aumentando la posibilidad de sufrir accidentes.

¿Cómo se previene?

Los especialistas coinciden al señalar a la familia como factor fundamental en la prevención de este tipo de patologías. “La prevención es efectiva en tanto se logre trabajar a nivel familiar. A nivel individual es muy difícil”, advierte Ricciardi. “Muy pocas familias le prestan atención a estas problemáticas y muy pocas reconocen el trastorno –y su magnitud– porque a los padres les cuesta mucho aceptar que un hijo está enfermo. La negación, en estos casos, funciona como mecanismo de defensa; como si al negarlo, el problema dejara de existir”, agrega.

Las autoridades sanitarias ya están alerta. “Logramos detectar algunos casos a partir de las consultas de padres que toman conciencia y de profesionales que están atentos a esta patología cuando atienden a jóvenes y adolescentes”, asegura Nápoli.

Lamentablemente, ya no basta con hacer prevención desde los medios: hay que abrir los ojos dentro de casa, sino, en muy poco tiempo, volveremos a tener noticias al respecto”, concluye Bregua.

Fuente: www.revistanueva.com.ar